martes, 5 de noviembre de 2013

Contratando Internet

Uno de los motivos más decisivos en esta etapa de escritos escasos y espigados a lo largo de las semanas es que, hasta hace relativamente poco, no teníamos Internet.

Pero, claro, era cuestión de contratar el servicio. En Bruselas, dependiendo del barrio, te puedes encontrar con que tienes un posible proveedor, o dos, pero no hay mucho más. En nuestro barrio, los proveedores posibles son VOO (sí, a la porra el anonimato) y Belgacom, el antiguo monopolio de telecomunicaciones. Como los monopolistas son todo lo malos que uno se encuentra en sitios como los concesionarios de coches que vimos la vez pasada, decidimos ir a la empresa pequeña y dinámica que nos daría un servicio adaptado a sus clientes. A VOO, vamos.

En Bruselas, si quieres hablar con un proveedor de servicios más o menos grande, tienes que pasar por una odisea de máquinas que, con voz metálica, te van... ejem, orientando. "Si quiere hablar en bable, marque uno; si quiere hablar en mandarín, marque 2". Cuando uno encuentra su idioma ("Si vosté vol parlar en valencià, marque el 547"), llega la siguiente fase: "Para consultas de compras de cartuchos de tinta, marque uno; para administraciones de fincas, marque dos...". Pero no hay mal que cien años dure y, finalmente, olé, uno llega a hablar con una persona.

- Buenos días, quería contratar con ustedes televisión, teléfono e Internet.

- Tenemos un pack que blablabla...

Las cosas claras, en plan tengo esto que cuesta tanto, no son una opción por aquí. Las tarifas son a cual más enrevesada: en una te dan todos los canales de televisión vietnamitas duranes seis meses por un módico precio; en otra, si contratas una cadena sueca, te meten totalmente gratis un período de prueba de una aplicación de recetas de cocina bantúes, que ahora se llevan mucho, con las llamadas a Luxemburgo gratuitas entre diez y doce de la noche. Al final, crees haber conseguido algo acorde con tus necesidades y se lo dices.

- Muy bien, la opción archipackdeguaymolamazo, por setenta euros al mes, con franquicia de instalación y activación y experiencia mejorada...

"Jo, qué bien, experiencia mejorada... esto va a ser la bomba."

- Ahora vamos a concertar una cita para que nuestro técnico se pase por su casa a activar el servicio ¿Qué día le viene bien?

- Hombre, pues un sábado. En la tienda me dijeron que podían hacerlo en sábado. Es que el resto de la semana trabajo.

- No, no, un sábado no puede ser.

- Pues un viernes por la tarde, que puedo salir antes.

- Vale... a ver... el día 13 de septiembre.

- Estupendo.

- El horario de tarde de nuestros técnicos es de doce a seis.

- Bueno, pero que no llegue antes de las dos, que no habré llegado a casa.

- No pasa nada. Yo le pongo aquí una notita: "a partir de las dos". Ya está. Enhorabuena por haber escogido este servicio. Es usted muy afortunado.

Pasan los días, llega el 13 de septiembre, y yo salgo raudo del trabajo como una exhalación, como con prisa de ver cómo es la experiencia mejorada. La bici vuela por Bruselas (a falta de coche, como vimos en la entrada anterior), y llego a mi casa en un abrir y cerrar de ojos. Desde fuera, vislumbro en el buzón una tarjeta con tonos morados que me hace tragar saliva. La tomo, sin siquiera entrar en casa y me la acerco a la cara mientras hablo mucho los ojos.

"Estimado cliente:

Un técnico de VOO ha pasado a visitarle a las 12.45, sin conseguir acceder a su vivienda, debido a que no le fue abierta la puerta. Le ruego contacte con nuestro servicio al cliente para concertar una nueva cita.

Atentamente,

VOO."


El muy c*br*n había pasado de que yo dijera lo de que no llegaría hasta las dos y pasó a la una menos cuarto, con un par. Sólo puedo pensar que no tuviera ganas de trabajar. Sólo había pasado media hora desde que, supuestamente, pasara por allí, así que quizá lo lograra pillar. En la tarjeta había garrapateado un número de móvil con una caligrafía de médico con Parkinson. Le llamé un par de docenas de veces, sólo para encontrarme que tenía puesto el contestador automático de manera permanente. Aquello parecía regodeo.

Con el cabreo que llevaba encima, llamé al servicio al cliente de VOO.

"Si desea hablar en cantonés, marque uno; si desea hablar en noruego, marque dos..."

Marco un número cualquiera.

"Si quiere configurar el orientador trifásico, marque uno; si lo que desea es extrapolar la comunicación extemporánea, marque dos; si quiere..."

Varios intentos después, se consigue: "si quiere hablar con el servicio a cliente, marque 38".

- Servicio a cliente, dígame.

Le explico el caso con muy malas pulgas.

- Claro, claro, es que el horario del técnico es de doce a seis, y en ese período puede pasar en cualquier momento.

- Pero yo dije que no estaría hasta las dos. Su compañera tomo nota.

- Sí, sí, nosotras podemos tomar nota, pero todo depende del recorrido que siga el técnico.

- ¿Y por qué no me lo dicen?

- No sé. Yo no le atendí ¿Quiere usted que le demos otra cita?

- Para hoy. O para mañana por la mañana.

- Mmm... no, hoy es imposible. Y mañana es sábado, así que tampoco. Ah, pero mire, aquí tengo una cita para el cuatro de octubre.

- ¿Cómo que el cuatro de octubre? Eso es dentro de tres semanas.

- Antes está todo ocupado.

- ¿Y no puede encontrar al técnico que ha estado aquí antes? Seguro que esta tarde puede pasar, porque ha hecho un servicio menos y le debe sobrar tiempo.

- No, no puedo contactar con el técnico.

- Oiga, esto es una calamidad de servicio.

A partir de ahí ya subí el tono y comenzaron las amenazas.

- Claro, puede poner una queja. En nuestra página web están todos los datos.

- Pero, ¿cómo voy a ver su página web, si no me ponen Internet?

Aquello no tenía pies de cabeza. Como todo el país. Después de algunos gritos que mi interlocutora (por llamarla así) soportó con notable entereza, colgué resignado. Pues vaya con la pequeña empresa dinámica que se está comiendo el mercado. Si éstos son así...

Hace unos cuantos años, en el programa de humor de la televisión vasca "Vaya semanita", se hizo muy popular un video llamado "¿Y si todos fueran funcionarios?". A mí me da la impresión de que los autores habían pasado una temporadita en Bélgica, antes de grabarlo, porque aquí sí que son todos funcionarios. Al cliente, que lo zurzan.

5 comentarios:

Arkadi dijo...

¡Vaya, pues! Igualito, igualito que en España, si no peor. Vaya con la civilizada Europa; cómo se le caen a uno los mitos :(

Fernando dijo...

Cierto Arkadi, no hay nada como conocer algo el extranjero para descubrir que después de todo no somos tan atávicos.
Bélgica de todas formas creo que puede ser un caso aparte. Tengo varias amigas belgas y hace tiempo que me contaron cosas delirantes que pasan por allí.
Saludos a todos

beloemigrant dijo...

En Alemania, mi experiencia es bastante negativa con el Internet (como que tuve que hacer malabarismos por que no me cobraran el ruter que el inquilino anterior a mí, efectivamente, había devuelto a la compañía).
Eso sí, era O2. Y O2 es Telefónica.
Así que...

(aquí estoy, vendiendo patrias)

beloemigrant dijo...

Por cierto, en San Petersburgo Internet es maravilloso.
Si tiene la misma experiencia que yo, Alfor, podría escribir una entrada sobre "marañas de cables en las cajas de distribución de las escaleras por que cada vecino del bloque tiene un proveedor distinto". Era una cosa casi orgánica.

Alfor dijo...

Arkadi, es paradójico, pero la capital de Europa ¡no es Europa! Al menos, sus servicios no son europeos.

Fernando, España es un país estupendo sólo si te vas fuera una temporadita y lo comparas con otros.

Beloemigrant, cierto. Me falta por describir mi experiencia de contratación de Internet en Rusia. Lo de las marañas de cables era lo menos malo. Lo que es funcionar, funcionaba, pero sólo cuando no llovía o la temperatura era inferior a -10°.