miércoles, 4 de septiembre de 2013

De vuelta a la rutina laboral

La vuelta de las vacaciones es para mucha gente un momento traumático como pocos. Ese momento me ha llegado ya a mí, y mi presencia en Bruselas, ese laberinto de culturas donde se encuentra lo más variado del mundo mundial, me permite establecer alguna comparación por lo menos chocante.

Todavía hay mucha gente que sigue de vacaciones, pero ya vamos volviendo algunos. Entré con paso tardo en el edificio donde trabajo, y llegué a los ascensores, a los que entraron conmigo dos mujeres.

El ascensor, como casi todos, tiene un amplio espejo en su parte posterior, que no sé si lo ponen para que el ascensor parezca más grande, para que las mujeres se miren, o para las dos cosas. El caso es que las dos mujeres, sin mediar palabra, se dieron la vuelta para ponerse frente al espejo, atusarse el pelo y verificar que todo iba bien con su aspecto exterior. Pero una de ellas no parecía convencida.

- ¡Qué cansancio! - dijo, en español de España.

- Síiii... - respondió la otra, en español del mismo sitio.

- Casi no me he podido levantar hoy ¡Y tengo unas ojeras que me llegan hasta los pies!

- Yo también casi ni me levanto.

- Jo, vaya ojeras.

Yo, muy bajito, y en el español de España que gasto habitualmente, dije:

- Bueno, no es para tanto.

Las mujeres reconocieron a un compatriota y sonrieron.

- Es que hacen las vacaciones muy cortas - dijo la de las ojeras.

- Cierto. Deberían durar unos cuantos meses más - agregué con convicción.

- Eso.

Alcanzado ese acuerdo fundamental, llegamos a mi piso, y salí del ascensor con un saludo y mis mejores deseos para el largo día que se cernía sobre todos nosotros. Torcí un pasillo, y en esto me crucé con un compañero de unos cuantos despachos más allá, alemán él, que caminaba animadamente ¡a las ocho y media de la mañana! charlando con una mujer.

- Hallo, Alexander! - le solté.

- Hallo, hallo! - dijo Alexander alborozado.

- Na, wie war der Urlaub? (¿Qué tal las vacaciones?) - pregunté.

- Ach, weißt Du, er war eigentlich zu lang! (¿Sabes? Demasiado largas) - respondió el muy sinvergüenza.

- Zu laaaang? (¿Demasiado largaaaas?)

- Naja, ein bißchen zu viel, ich wollte schon zurück. (Sí, un poco, ya tenía ganas de volver)

Y Alexander siguió su camino charlando animadamente con la mujer que iba a su lado.

(...)

¿Sabéis qué? ¡Que trabajen ellos, que no saben divertirse!

3 comentarios:

Miguel dijo...

Para poner esta entrada en contexto en primer lugar Alfor nos debes de relatar la situación familiar del Deutches en cuestión.

Ya que si este individuo tiene familia, concretamente hablo de su hijo Jens y sus dos hijas Hanna y Claudia, y las vacaciones las ha pasado durmiendo en una cama plegable del salón de la casa de Stuttgart de su cuñada dado que aprovecha el verano para visitar a la familia politica, la cual por cierto tiene también 2 hijos y un marido un tanto prepotente que trabaja en la Mercedes como manager y que no pierde ocasión de intentar menospreciar a su cuñado por haber tenido que emigrar mientras el se pasea como un pavo en su mercedes L-83X descapotable (por supuesto) e insulta a todos los que llevan BMWs diciendo que son turcos... no voy a hablar de Chritoph mal pero en la Mercedes tampoco lo soportan. Por cierto, de su familia política dirá, y esto es un cotilleo que no debería de contar,que no les han visitado ni una sola puñetera vez desde que se mudaron a Bruselas ya que dicen que esa ciudad es muy pervertida y además representa todo lo malo de la Europa subsidiada (con decirte que les comentó que trabajaba con españoles y italianos y ya se montó en la cena), vamos, que son de los suabos que hablan bayerish en la intimidad y que no los sacas de Stuttgart ni para ir de visita a Ulm... ya no digamos sacarles de Baden Wurttemberg.

Pues entonces, a lo que iba, basándome en todos estos datos que has obviado obviamente porque es una obviedad que ese obvio pasillo donde te encontraste con el alemán en cuestión no te iba a contar tantos detalles (y más teniendo en cuenta lo reservados que son los alemanes en el trabajo en todo lo relativo a su vida privada) pues que te voy a decir mi queridísimo Alfor, que tal vez ese alemán, ese trozo de schnitzel con piernas que trabaja en tu misma empresa, en cierta manera, muy legitimamente, quería regresar al trabajo....

feliz regreso al tajo!

Anónimo dijo...

¿Y los belgas como son en ese sentido, más como los alemanes o más como los españoles? Lo digo porque hace 4 días que me he instalado en Bruselas (por cierto, no debí haberme dedicado a escribir posts sin revelar mi identidad: soy el amigo canario de José María, el conquense de Moscú) y todavía no he conseguido hacerme una idea muy exacta de como son, si bien tengo que decir que la primera impresión es excelente, son muy alegres y amistosos.
Por cierto, gracias por los consejos sobre libros de historia antigua. Está claro que tendré que leer a Mommsen, no oigo sino buenas referencias de él.

Alfor dijo...

Miguel, buen intento, pero el alemán del cuento andará por los treinta años, está soltero y sin compromiso y es del Este y seguramente socialista, como poco. Vamos, que no tiene perdón.

Amigo canario de José María, bienvenido. Los belgas son muy amables. Lo del servicio al cliente lo llevan peor, pero amables son un rato. A mí me recuerdan a los mejicanos, que te sonríen y dicen que ahorita te atienden.