viernes, 19 de julio de 2013

El desfile (IV): El casting

Ya era tirando a tarde, e íbamos camino de un casting de modelos. Yo no había estado nunca en un casting de modelos, así que pensé que igual tardábamos demasiado y llegaba tarde a cenar. Había que avisar, para que no me esperaran pronto en casa. Antes de salir, entré en mi despacho y marqué el número de casa.

- ¿Alfina?

- ...

- Hola, preciosa. Te llamo porque creo que voy a llegar a casa un poco más tarde que de costumbre. Tengo trabajo.

- ...

- ¿Que qué trabajo? Eh... estoo... es para el desfile de moda que estamos preparando para los tiranios. Vamos a hacer... bueno, una selección de personal.

- ...

- Claro que nos hace falta personal para el desfile de moda, bonita ¿Tú sabes la de gente que participa en un desfile de moda, entre tramoyistas, constructores, peluqueros...? ¡Mucha gente!

- ...

- Sí, sí, es verdad. Modelos también hacen falta. Estás en todo.

- ...

- Bueno, la agencia habrá pensado algo. Es posible que vayamos a seleccionar también modelos, claro.

- ...

- Tienes toda la razón. Unas pelanduscas, eso es lo que son. Menudas pájaras.

- ...

- Bah, qué va, tampoco serán tan guapas. Demasiado delgadas. Y además no tienen sal en la mollera y no tienen conversación, no como tú. Ni mucho menos.

- ...

- Que sí, que claro que voy a cenar ¿Dónde voy a cenar?

- ...

- ¡Pues claro que te quiero! Venga, hasta luego.

Uf. Fue durillo. Colgué, me reuní con Salaroy, Engatusso y Areduha, nos fuimos a la agencia, que había convocado a todas las tías buenas de varias universidades (y de algún colegio, la verdad), además de encontrar unos cuantos modelos masculinos, tampoco muchos, porque casi todos los vestidos eran para mujeres. Dios mío, qué vértigo. Se había juntado allí el top hundred de todas las chicas guapas de Moscú. A Salaroy no parecía interesarle demasiado. Yo pensé que Engatusso les haría ponerse algún vestido, pero simplemente las hizo caminar con su ropa de calle y con el peinado que traían. Madre mía, vaya pibones que había. Fue más durillo estar allí poniendo cara de profesional que la llamada a casa diciendo que llegaría tarde.

- ¡Bien! ¡Bien! - les decía Engatusso a unas, las que mejor le parecían.

- ¡Así quiero que sean todas! - gritó Engatusso cuando desfiló una que, todo lo más, tendría quince años. Luego, cuando toco pagar, vi su fecha de nacimiento y acababa de cumplir catorce. Madre mía.

Al final, Engatusso eligió a unas treinta y cinco, incluida, por supuesto, la niña de catorce años, y se quedó a explicarles no sé qué cosas en inglés, en la creencia equivocada de que las chicas le entendían. Salaroy y yo nos metimos con el responsable de la agencia en su despacho.

- Quería saber cuánto cuesta contratar a estas chicas.
- A ver. Ochenta dólares cada una, así que, dependiendo de las que elijan, ya saben.
- ¿Ochenta? - preguntó Salaroy.
- Sí, ochenta.
- Ah, pues nosotros habíamos presupuestado setecientos por cada una, que es lo que nos cuestan cuando organizamos un desfile en Milán.
- Casi mejor que no traduzca esto, ¿vale?

Ya empezaba yo a comprender el pedazo de presupuesto que tenía la acción aquélla.

Al acabar el casting, con todo éxito, Engatusso, Salaroy, Areduha y yo nos fuimos al hotel donde estaban los tres primeros y nos sentamos en el lobby. Como habíamos acabado antes de lo esperado, decidí acompañarles un rato. En esto, Engatusso se quedó mirando a una mujer que estaba allí, apoyada en la barra del bar, pero que no parecía huésped del hotel, no sé si me explico.

- Fijaos en esa chica - nos dijo -.

No era difícil. Vaya pibón. Había que ponerse muchas mochilas rosas para no hacerle ningún caso.

- ¿Qué pasa con esa chica?

- Voy a acercarme.

- Yo paso.

Engatusso se acercó a la chica y, tal cual, se le dirigió en inglés.

- I was looking at you very carefully. You are probably a model, aren't you?

- Yes - respondió ella pestañeando.

- I would like to offer you a job as model in a fashion show I am organizing for the president of Tiranistan. The wifes of the presidents of Tiranistan and Russia will attend the show.

- Yes - respondió la chica, pestañeando.

- Can you give me your telephone number? I'll call you later.

- Yes - y le apuntó un número. Sí, pestañeando.

Engatusso volvió con nosotros, tras guiñarle el ojo a la chica de la barra.

- Qué bien que hayamos encontrado a esta chica. Le dará un plus al desfile. Las chicas que hemos seleccionado están bastante bien, sí, pero creo que tienen poca experiencia. Ésta parece más profesional.

- Sí que parece profesional, sí. Mucho.

En esto, sonó mi teléfono. Vamos, yo no tenía teléfono, pero Oskarl me había pasado uno, cosa que sólo hacía entonces cuando estaba muy, pero que muy, preocupado.

- ¿Oskarl?

- ...

- Sí. sí, todo va bien. Ya hemos... seleccionado el personal más competente.

- ...

- ¿Qué? ¿Y yo tengo que encargarme también de eso?

- ...

- ¿El domingo por la mañana?

Oskarl colgó. Y, a tenor de la conversación, iba a volver a enfrentarme, una vez más, a uno de los problemas más difíciles que uno se podía encontrar en Rusia.

Me iba a tocar pasar los vestidos por la aduana del aeropuerto un domingo por la mañana.

2 comentarios:

Miguel dijo...

Entonces dejaste tu trabajo de "Señor Lobo" en Moscú haciendo entre otros menesteres casting a bellas modelos para trasladarte a Bruselas a pasearte con tu mochila rosa?

ya te pueden pagar bien... a no ser que... que haya sido Alfina la que lo haya decidido por ti!

;-)

a ver si me animo yo también a hinchar el balón de basket y a meterme entre los morenos a tirar tiros de 3

un saludo!

Alfor dijo...

Miguel, calla, calla, no me hables... De todas formas, en cuanto alguien se enteró de lo que traía consigo la organización de desfiles de moda, decidieron que mi capacidad estaba mejor aprovechada peleándome con los aduaneros, y que de los castings se podía encargar otro.

Duro con ese basket. Los morenos suelen ser jugadores anárquicos que no saben lo que es un bloqueo. Un equipo español con dos dedos de frente se los come.