sábado, 8 de junio de 2013

De ejercicios (I)

Los ejercicios espirituales son una invención de San Ignacio de Loyola que ha tenido un exitazo tremendo, y no sólo entre jesuitas. San Ignacio los concibió como una forma de aumentar la experiencia en la fe, y ése fue su cometido desde el siglo XVI hasta hace poco; luego, hubo otros pensadores católicos que adaptaron el formato a períodos más breves, para que no duraran más de una semana, e incluso un fin de semana para hacer las cosas muy breves. Ya no eran exactamente los ejercicios que concibió San Ignacio, pero seguían teniendo su función religiosa.

El Diablo, sin embargo, que no descansa en su empeño de urdir materias con las que atormentar al ser humano y alejarlo de Dios, ha debido decidir utilizar los ejercicios y, despojándolos de su carácter trascendente, ponerlos al servicio de las fuerzas malignas. Y, entonces, lo que hizo fue crear consultores, muchos consultores.

Los consultores son una especie de sabelotodos con corbata y aspecto más o menos estrafalario que saben mucho mejor que tú cómo hacer tu trabajo. Da igual que tú sólo te dediques a él y que tus jefes te hayan seleccionado a ti (y a él no) porque pensaban que eras el mejor que pudieron encontrar para desempeñarlo; él sabe más. Le han dicho un poco por encima a qué te dedicas, y ha entendido perfectamente cómo ayudarte a resolver problemas que tú, so ignorantón, no sabías que tenías.

Es más, hay consultores que han dado un paso más adelante y, como han visto que hay más temas que longanizas, se dedican a ir por las empresas gordas y hablarles sobre cómo crear grupos, espíritu de equipos y zarandajas de calibre semejante, como si las máquinas de café no existieran para eso ¿Y cuál es el lugar ideal para sorber el seso a la peña? ¡Pues cuál va a ser! ¡Bruselas!

En Bruselas tienen oficina todas los empresones que se precien. Por si fuera poco, hay cosa de cuarenta mil funcionarios europeos, quince mil lobistas, bancos por doquier, la OTAN, otras organizaciones internacionales y asociaciones de todo lo imaginable: gente con presupuesto para formación a troche y moche. Vamos, el caldo de cultivo ideal para la presencia de consultores.

Y los consultores lo saben, ya lo creo que lo saben. Los consultores saben que, cuando hay presupuesto para formación, al final hay que gastarlo sí o sí, venga o no a cuento. Las nuevas teorías sobre espíritu de grupo han sido un chollazo para ellos. Lo de saber hacer cualquier trabajo mejor que nadie ya estaba muy gastado y había gente a la que ya no podían engañar por mucho que emplearan vocabulario técnico y citaran autores con una consonante entre el nombre y el apellido. En cambio, lo de colaborar en la convivencia de grupos humanos vale tanto para un roto como para un descosido y, en particular, para cualquier sitio donde trabaje más de una persona a la que vender la moto.

He de reconocer que las técnicas de dinámica de grupos que utilizan estos (lo voy a decir) gurúes me resultan en general bastante conocidas, porque anda que no las he tenido que utilizar en mi pasado remoto de catequista (en mi pasado reciente de catequista digamos que llevaba otro rollo). Esa suerte que tienen ellos, los consultores, porque en esas circunstancias me siento bastante solidario, no trato de hacer la puñeta e intento que la cosa salga bien; es decir, hago lo que me hubiera gustado que me hubieran hecho a mí. En honor a la verdad, pocas quejas puedo tener de mi pasado de dinámica de grupos.

El caso es que, durante esta semana que termina, me ha tocado ir a dos convivencias diferentes, con gente diferente, y con un plan bastante distinto. Lo cual, una vez terminada de momento la temporada de exámenes, será asunto de la próxima entrada, no de ésta, porque con tanto ajetreo he pillado un trancazo del quince y lo mejor será que me vaya a dormirlo. Y ya va siendo hora.

3 comentarios:

Fernando dijo...

Hola Alfor, yo también he tenido alguna experiencia con consultorías, aunque de jornadas, seminarios y mamandurrias varias me he librado hasta ahora. ¿En Rusia no habías tenido que tratar con consultores?
Saludos

César dijo...

Ya sabes lo que suele decirse, Alfor: el consultor es un tipo que te pide prestado el reloj y después te cobra por decirte qué hora es ...

Alfor dijo...

Fernando, en Rusia he tratado con consultores de todo pelaje, y hasta yo mismo he ido acompañando a uno, y mi trabajo era muy parecido al de consultor. La verdad es que lo sigue siendo... consultor jurídico, vulgo abogado.

César, ¡bienvenido de vuelta! Y ni más ni menos, es lo que tú dices.