miércoles, 14 de marzo de 2012

Cómo cruzar la calle (II)

Creo que ya ha quedado claro que Moscú es un lugar complicado para los peatones. Los automovilistas, las pocas veces que los atascos les dejan espacio para circular, pisan el acelerador desesperadamente y alcanzan velocidades que pá qué y, si alguien se pone en medio, peor para él. Además, Moscú es una ciudad construida a favor del automovilista y contra el peatón, con el resultado de que ni uno ni otro puede circular con un mínimo de calidad.

En estas circunstancias, los peatones que queremos cruzar la calle lo tenemos más negro que un armenio cabreado. Es cierto que hay trucos más o menos legítimos para conseguir pasar. En la primera entrega de esta serie ya describí uno; el segundo lo he descubierto esta misma mañana.

Hace frío. Sí, mientras en la primaveral Europa los pajaritos cantan y las nubes se levantan, en la primaveral Moscú el cielo está cubierto y nieva a capazos. Ha coincidido que hace unos días que puse orden en mis objetos personales, y he descubierto que tenía una braga militar negra que viene de perlas para cubrir el cuello y hasta buena parte del rostro. Desde hace unos días me la vengo poniendo junto con un gorro igualmente negro.

El resultado es que sólo se me ven los ojos. El resto de la cara hay que imaginarlo y la gente, por lo visto, teme lo peor. Yo no soy capaz de matar una mosca (otras cosas sí, pero una mosca no, y hay testigos, ¿verdad?), pero los demás no lo saben, y el aspecto exterior que gasto no ayuda a averiguarlo.

- Pareixes un terroriste (Pareces un terrorista) - me dijo Ro cuando me dispuse a llevarla al colegio.

A Ro no le gustan mucho las sorpresas ni las cosas raras, y todo el camino hacia el colegio iba con la cabeza agachada, por si se cruzaba con alguien y la veían conmigo. En cambio, Ame me miraba riéndose, como con ganas de imitarme a la mínima.

La gente con la que te cruzas sujeta el bolso con fuerza, pero la pinta es un éxito a la hora de cruzar la calle. Normalmente los cochazos pasan de los peatones miserablemente. Conmigo no.

- Ro, ¿veus eixe Lexus? (Ro, ¿ves ese Lexus?)

Ro levanta apenas la vista.

- Li vaig a mirar de front, i ja voràs com es para. (Lo voy a mirar de frente, y ya verás como se para).

Dicho y hecho. Desde la acera, pongo un pie sobre el paso de peatones y miro fijamente al Lexus. En condiciones normales, un Lexus acelera y el peatón se retira asustado, maldiciendo al conductor sólo si es muy beligerante, pero poco más. En esta ocasión, no: el Lexus sigue al principio, pero se va deteniendo y se para. Ro y Ame me miran, y comprueban que estoy mirando fijamente al Lexus.

- ¡Ha funcionat! - dice Ame contentísimo.
- ¡Clar! ¿Qué et pensaves?

Después de dejar a los niños en el colegio, seguí mi camino y la cosa funciona también sin niños. He hecho parar a dos Mercedes, un A4 y, y esto era para nota alta, un Hummer. Y doy fe de que un Hummer no se para ni ante un precipicio.

El sistema, sin embargo, tiene los días contado este año. Miro por la ventana, y el cielo se está poniendo azul, sale el sol y ha dejado de nevar. Un día de éstos hará demasiado calor para la braga militar.

Habrá que volver al otro sistema, que nunca falla.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Por favor foto del atuendo.
Tal vez sirva en otras latitudes ;)

Anónimo dijo...

Por favor foto del atuendo.
tal vez sirva en otras latitudes ;)

beloemigrant dijo...

"más negro que un armenio cabreado", toma greguería.

Sí señor, no se entiende si no se sabe ruso...

Alfor dijo...

Anónimo, la tengo, ya la pondré un día de éstos.

Beloemigrant, la verdad es que un armenio tiene aspecto oscuro aunque esté más contento que unas pascuas.

Miguel dijo...

Oye Alfor,

¿la foto de la entrada eres tu? joder, no me extraña que se paren, lo raro es que no salgan con las manos en alto...

cuidate!

Alfor dijo...

Miguel, tengo que mejorar mis rudimentos de àrabe, pero, cuando lo haga, sí que voy a dar miedo.

O repartir el Zutabe, pero no sé si lo publican últimamente.