sábado, 12 de noviembre de 2011

La soledad del corredor de fondo (I)

Una de las cosas pejigueras de viajar bastante y de estar preparando una carrera importante, o simplemente larga, es que toca entrenar en sitios bastante diferentes. En mi caso particular, eso ha implicado hacerlo en Moscú, Madrid y Valencia a lo largo del último mes. En Cuenca y Santiago estaba destrozado al acabar el día y no llegué a sacar las zapatillas de la maleta, mientras que en San Petersburgo sí que entrené, pero en el gimnasio del hotel, que siempre estaba casi vacío, porque apenas dejó de llover en todo el tiempo que estuve por allí. Una lástima, porque San Petersburgo debe ser un sitio realmente bueno para correr.

Se aprecian diferencias grandes entre todos estos sitios. No es porque sea valenciano, pero el mejor lugar para entrenar es Valencia. Hace dos semanas me tocó hacer por allí el rodaje más largo de mi vida, y la verdad es que menos mal que me tocó allí, en un lugar donde es raro que no se pueda ir en camiseta y pantalón corto y en el que el cauce antiguo del río atraviesa toda la ciudad, que no es tan grande, y es difícil no poder llegar hasta él desde casi cualquier sitio.

En Madrid también hay un montón de zonas verdes, y tampoco es demasiado complicado hacerlo. Yo estaba alojado hacia la parte más oriental del centro, así que mi zona lógica acabó siendo el Templo de Debod y la zona del parque del Oeste. En mi habitación del hotel, muy ufanos ellos, habían puesto un planito con sitios para correr, y como gran cosa ponían un recorrido de dos kilómetros y medio que salía del hotel, daba una vuelta al Templo de Debod, y volvía al hotel. Dos kilómetros y medio... se deben creer que todos sus huéspedes son nenas. A la cuarta vuelta al Templo de Debod estaba aburrido y me fui por el Paseo del Pintor Rosales a ver qué encontraba. La verdad es que encontré a bastante gente corriendo, aunque menos que en Valencia. Los que no corrían, a juzgar por el olor y porque estaban solos con pinta de flipaos mirando a los trenes que pasaban, se dedicaban a fumar porros. Se ve que Madrid es una ciudad sin término medio.

Moscú tampoco tiene término medio, pero aquí sí que los que corremos somos cuatro gatos, y los domingos entre siete y nueve de la mañana en este otoño avanzado ni eso. Moscú tiene muchas zonas verdes, pero los que vivimos en el centro estamos lejos de ellas. Siempre queda la opción de coger el coche y acercarse, pero luego está el farragoso camino de vuelta, sudado (sí, a cinco bajo cero también es posible sudar) y dejando los asientos del coche como no digan dueñas. Así que, descartado esto, sólo cabe salir corriendo de casa y buscar los escasitos espacios aceptables que hay por el centro.

Iremos viendo recorridos posibles durante algunas de las próximas entradas, lo cual se puede aprovechar para hacer un recorrido turístico por el Moscú recién amanecido. Ya, ya sé que estamos en campaña electoral en Rusia y en España y esas zarandajas, pero, ¿a quién le interesa la política, pudiendo correr?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Podría comentar el tema de la práctica de la gimnasia y natación en las ciudades rusas?.

Alfor dijo...

Anónino, ¿y qué es lo que le interesa de eso?