viernes, 3 de octubre de 2008

Creando conciencia social

Los carteles de anuncio del anillo de los bulevares, en Moscú, son fuente incesante de noticias. Normalmente, podemos comprobar qué cantantes extranjeros vienen a actuar a Moscú y, por tanto, están acabados. Por ejemplo, probablemente, como veis en la foto, a la derecha, Joaquín Cortés está acabado. Digo probablemente porque la ley de acabamiento de artistas que actúan en Moscú está definitivamente comprobada para cantantes de música moderna, pero no con respecto a los bailarines, para los que no hay pruebas definitivas de que su actuación en Moscú suponga irremediablemente su defunción artística. Esperaremos.

Por lo demás, y ahora que empieza la temporada baja, hay una serie de carteles en desuso, que se emplean por tanto en otros menesteres. El otro día, tras algunas semanas sin hacerlo, volví a pasar por allí, y me encontré con la exposición fotográfica que se ve en la imagen que ilustra esta entrada. Si pincháis, veréis que se trata de imágenes de niños gravemente enfermos que necesitan atención médica y cuyo texto resulta bastante impactante. Entrando en la página de internet que ha puesto en marcha la asociación que está detrás del asunto (http://www.za-kadrom.ru), y que efectivamente sólo está en ruso, se ve que el objetivo del asunto no es tanto recaudar fondos (que también), sino que la gente de la calle vea que hay niños que pasan necesidad. Vamos, crear conciencia social.

Y eso es buena cosa. Porque, en Rusia, en primer lugar, me da la desagradable sensación de que la vida humana vale bastante menos que en Occidente; en segundo lugar, porque demuestra que hay gente rusa que empieza a organizarse por su cuenta, más o menos al margen del Estado, y dedica sus fuerzas a tratar de transformar algo el mundo que les rodea. No está muy claro que vayan a tener éxito en la tarea, porque el Estado, en Rusia, es sumamente invasivo y no suele permitir fácilmente que los particulares se dediquen a asuntos sociales más allá de organizar francachelas o de cotillear en las cocinas de las casas. Por otra parte, los ciudadanos, sumamente aletargados tras decenios de régimen totalitario, pero totalitario de verdad de la buena, siguen reticentes a crear estructuras de lo que llamamos sociedad civil, posiblemente por inercia. De hecho, el Gobierno ruso estableció hace unos cuantos años un foro de sociedad civil. Contradictorio, como tantas cosas, pero real.

Motivos para desconfiar del Estado ruso a la hora de manejar la pasta hay de sobra. En realidad, posiblemente lo que apenas haya sea motivos para confiar. Efectivamente, Rusia está en los puestos de liderazgo entre los países más corruptos del mundo y la cosa tiende a peor, cosa que no es como para estar orgulloso (no tengo ni idea de cómo elaboran los índices de corrupción, pero los resultados parecen plausibles).

El otro día un vecino nuestro estaba en casa. Nuestro vecino debe tener pasta para aburrir y, consiguientemente, ha tenido la loable idea de ayudar a un orfanato, situado en algún lugar de la región de Vladímir.

- No necesitan ropa. Es mejor hacer algo por ello, como una construcción...

La evidencia demuestra que hay orfanatos que sí necesitan ropa, pero la gente sólo suele conocer un orfanato y extrapola lo que ve allí a todos los demás, lo cual es una asunción falsa. Pero bueno, eso es humano y, al menos, la intención que hay detrás es buena.

- Intentamos organizar algo... reconstruirles el edificio. Pero la administración no nos dejó al principio. Tuvimos muchos problemas. El encargado del gobierno regional nos dijo que estaba muy bien lo que hacíamos, pero que sólo podíamos hacerlo a través de ellos.
- Vaya, vaya...
- Sí, nos dijeron que les diéramos el dinero y que ellos se encargarían de hacer el proyecto. Que había una cuenta en la que podíamos ingresarlo.
- Al menos es sospechoso.
- Al final conseguimos hacer algo, pero no todo lo que queríamos. Seguimos negociando.

Entretanto, el presidente Medvedev está encabeando una campaña contra la corrupción. No es la primera, ni la segunda, ni siquiera la décima. De hecho, faltan dedos en las manos y en los pies para contar las veces que Medvedev o su jef... su ahora primer ministro ha predicado contra esa lacra. Ahora, dicen, van en serio, y van a obligar a los altos funcionarios y sus familiares más próximos a que declaren los bienes que poseen. O son unos inocentones de marca mayor o unos rufianes de la misma marca ¡Anda que declarar los bienes va a apartar del mangoneo discrecional a los jerifaltes de este país! ¡Y como si fueran ellos los únicos que extorsionan a la gente! Mientras el ministro Fulano esté declarando los bienes que tiene, el policía de tráfico Zutano aparcará su Mercedes y cruzará la calle para ir parando aleatoriamente a todo quisqui que le salga de la gorra de plato, a ver si les cuela una multa de las que no tienen justificante de pago, o el responsable de orfanatos de la región de Vladímir, que tampoco tiene que declarar sus bienes, estará parando las aportaciones de gente bienintencionada porque no utilizan para ello los canales adecuados.

Menos mal que nos queda la exposición fotográfica para aumentar la conciencia social. Uf, qué alivio.

4 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

La verdad, Alfi, las cosas en Rusia no parecen muy alagüeñas, en lo que a conciencia social se refiere. Pero no creo que en España la cosa sea mucho mejor. Bueno sí, hay más conciencia social, eso es cierto, pero también hay mucha corrupción camuflada bajo esta conciencia. Hace años, trabajando en ocasiones de técnica de sonido para directos, alguien me habló de los conciertos benéficos (evidentemente no se refirió a todos) y comentó que en muchos de ellos, se utilizaba lo de la beneficiencia para conseguir más recaudaciones y más asistencia, pero que luego el dinero no iba precisamente a parar a las arcas de la ONG o la causa de turno. En muchos casos el dinero iba a los organizadores y los propios artistas y sólo en alguno de los casos mencionados, una enésima parte de la recaudación se iba a la causa a la que teóricamente se dedicaba todo el beneficio del concierto.

Algo similar se comentó hace tiempo con el tema de los apadrinamientos. Es muy triste pero cuando se mueven cantidades de dinero tan grandes, lamentablemente, siempre hay alguien dispuesto a lucrarse, aún a sabiendas de que al hacerlo, le está robando el dinero a quien realmente lo necesita.

En fin, ojalá la exposición sirva de algo. Por cierto, Cortés ya hace un tiempo que no levanta mucha cabeza en este país. Hace pocas actuaciones y no tiene tanto marketing. No sé si es que se habrá tomado un descansito en su carrera o realmente, tal y como dice la ley del acabamiento artístico, está acabado y ha ido a "morir", artísticamente hablando se entiende, al cementerio ruso, cual elefante... Habrá que seguir observando...

Besitos

Alfor dijo...

Esteri, creo que, con todo lo mal que pueda que pueda estar España, para superar el nivel de corrupción rusa hemos de emplearnos muy a fondo.

Anónimo dijo...

Hola alfor, mencionas que no sabes mucho sobre los índices de corrupción, te comentaré que realmente no existen índices cuantitativos (ni mucho menos sintéticos, como decimos los estadísticos) por lo que se recurre a índices opináticos, consiste en preguntar a una muestra elegida según un determinado criterio su apreciación sobre la corrupción en un conjunto de países valorándola según una escala numérica. El problema de estas encuestas es que están mediatizadas por la información recibida, si en Rusia, por ejemplo, se habla mucho de la corrupción y se airean casos de corrupción en los medios, la valoración del encuestado será probablemente alta; si en otro país se oculta la corrupción la valoración será baja, pero puede tener más corrupción que en Rusia. Para los estadísticos estas encuestas no tienen mucho valor por lo que siempre me ha sorprendido la credibilidad que le dan los medios de comunicación, supongo que por desconocimiento de su metodología.
En relación a lo comentado por Esther, te diré que no confío en ninguna ONG española, y sobre la forma en que se gasta el dinero público, tema que conozco bien, casi prefiero no hablar.

Alfor dijo...

Fernando, gracias por tu comentario, tanto más cuanto que efectivamente no sé mucho sobre los índices de corrupción (ésos tan famosos de Transparency International). Suponía que sólo los podían obtener preguntando a la gente su opinión y que eso introduce un elemento difícil de cuantificar de manera objetiva, al igual que en muchas investigaciones de marketing. Yo no soy estadístico, y no he visto más de estadística que lo que estudié en la carrera, pero de marketing y de la utilización de la estadística en estudios de mercado sí sé algo. Menos de lo que debería, pero algo sí.

Mucho más que los índices de comparación entre los diferentes países, como el de Transparency International, me llama la atención los índices que elaboran los propios medios rusos. El último que leí era muy sencillo y consistía en preguntar a la gente sí había pagado algún soborno o no, lo cual es mucho menos opinático. Creo recordar que eran Moscú y Kazán las dos regiones peor paradas, y me llamó la atención que el 73% de los que respondieron en Moscú habían pagado en alguna ocasión un soborno. El 73%. A mí me parece una barbaridad... pero lo cierto es, por desgracia, que yo también estoy entre los que lo han pagado.

Sobre las ONG españolas, estoy de acuerdo con vosotros en que no cuenten conmigo (bueno, yo exceptúo a Manos Unidas, que me consta que no desperdicia nada ni paga sueldazos, pero puedo entender que a muchos no os guste). De hecho, a la mayoría les sobra la "N" y viven ed lo que pastean del presupuesto público.

Y, sobre dinero público, más vale que no comience a escribir, que me pierdo. :)