No está mal traído, no. Etimológicamente, un sicario es aquél que utiliza una sica, especie de puñal curvo bastante mortífero y fácil de ocultar que podemos relacionar con las navajas o facas actuales, e incluso con cierto material quirúrgico. El significado ha acabado por evolucionar a "asesino a sueldo" y si, como considera el Cristianismo (y la ciencia no vendida al mejor postor, dicho sea de paso) la vida humana comienza con la concepción y no en un momento indeterminado posterior, el médico que termina con esa vida humana a cambio de un precio concuerda exactamente con la definición de sicario. Bien por el papa. Un día u otro tenía que decirlo.
Pero sicario es una palabra fea y a la masonería gobernante en Bruselas no le ha hecho gracia. Al episcopado y a una buena parte del clero tampoco, y no seré yo quienes lo critique demasiado, porque, al fin y al cabo, el papa se vuelve a Roma y allí en el fondo no lo molesta nadie, pero los obispos y sacerdotes se quedan por Bélgica y les toca lidiar con las declaraciones del jefe. El primer ministro (interino, como casi siempre), Alexander de Croo, obviamente del MR, decidió llamar a consultas al nuncio por declaraciones semejantes, que no deberían sorprender a nadie en boca del papa, y quinientos sedicentes católicos belgas amenazaron con apostatar como protesta por dichas declaraciones. Ya tardaban, ya…
En conversaciones con un sacerdote diocesano de Bruselas sobre la visita del papa, me vino a decir que uno de los motivos del viaje era dar un tirón de orejas al episcopado belga, para que dejaran su posición acomodaticia habitual de quedar bien con tirios y troyanos. De esta caracterización puede escaparse, como mucho, el primado belga y arzobispo de Bruselas y Malinas, que es el más joven del grupo y el que lleva menos tiempo en el puesto, algo más de un año. En principio, el arzobispo de Bruselas causa buena impresión, es muy activo visitando parroquias y ha tenido algunas iniciativas pastorales, como la peregrinación diocesana a Lourdes del pasado verano, que representan un cambio sustancial con sus antecesores. El toque, pues, no va con él o, por lo menos, no creo que se sienta aludido. Los demás es otra cosa. En el extremo está, como casi siempre, el obispo de Amberes, monseñor Bonny, al que sólo le parecen bien las palabras del papa cuando se apartan de la doctrina y se aventuran por terrenos resbaladizos, donde el propio monseñor Bonny se encuentra de manera permanente.
Hay que decir que algunos de los obispos se han dignado a reaccionar de alguna manera, básicamente diciendo que no están muy de acuerdo con la forma de expresarse del sumo pontífice. Otros han callado discretamente, porque ya se sabe que el que se mueve no sale en la foto, y parece que nadie quiere terminar con un berrinche y un año sabático, como el anterior obispo auxiliar de esta bendita ciudad de Bruselas, que iba para arzobispo primado y se quedó con un palmo de narices.
Pero bueno, vamos a dejar por un tiempo este espinoso asunto de la religión católica en Bélgica, a no ser que suceda algo inesperado. También es verdad que el papa Francisco a veces parece que tira por un sitio y a veces parece que tira por el contrario, sin que uno sepa muy bien a qué atenerse. A veces pregunta quién es él para juzgar, y más adelante dice que los médicos abortistas son unos sicarios, cosa que, si no es un juicio, yo diría que se le acerca bastante. Corren vientos de cambio y yo diría que al papa reinante no se le recordará por haber seguido una línea recta sin vacilaciones durante su pontificado.
Sea como fuere, el tiempo se le acaba a él... y a mí, que se me hace tarde.