lunes, 27 de mayo de 2024

Eutanasia

Bélgica es el país campeón mundial de la eutanasia. Sí, ya sé que no existe ese campeonato mundial y que, de existir, habría una dura competencia con los subcampeones mundiales, que son nuestros neerlandeses vecinos del norte y que, de hecho, seguramente se consideran ellos mismos como los campeones y a los belgas como subcampeones.

El mal viene claramente del norte y escampa algo al sur. De hecho, tres cuartas partes de las peticiones de autoapiole vienen de Flandes y sólo una cuarta de Valonia, y no creo que sea porque los flamencos enferman antes o más gravemente. Estamos hablando de unas tres mil personas al año, pero esas tres mil personas son las que hacen el procedimiento formal con sus dictámenes y zarandajas, porque yo tengo por cierto que hay alguno más que ha salido de este mundo un poco antes de lo que le tocaba, en un descuido de algún hospital.

Eso ha convertido a los hospitales belgas en un lugar potencialmente peligroso. Ya sin eutanasia, un hospital belga, de por sí, es un lugar donde al paciente lo tratan de manera manifiestamente mejorable, pero con eutanasia de por medio, no parece sino que estén buscando de que a uno se le quiten las ganas de vivir para acelerar lo que, ciertamente, en inevitable, pero tampoco tendría que ser inminente. Para una situación en la que la procrastinación es loable, va y la desgracian.

Esto viene a que el otro día pasé por un hospital belga a visitar a un enfermo de edad muy avanzada, hasta el punto de que los noventa ya no los cumplirá. El enfermo, a día de hoy, está dado de alta y recuperándose en su casa, pero por poco no lo cuenta, a causa, no de la enfermedad, que era una neumonía, sino del personal del hospital, que parece que comenzó diagnosticando el suceso como cáncer terminal.

- ¿Usted sabe lo que es el encarnizamiento terapéutico? - parece que decía un médico.

- ¡Ni se le ocurra hacer lo que está pensando! - parece que decía cada vez el acompañante de turno.

- Me lo tiene que decir el paciente. Yo tengo que hablar con el paciente.

Tras varios tiras y afloja, el paciente no llegó a confirmar su deseo de dejar este mundo antes de su debido tiempo y las reservas de sedantes del hospital no sufrieron merma alguna por su causa. No sólo eso, sino que, para sorpresa del personal médico-sanitario, el enfermo empezó a mejorar y, pensándoselo bien, resultó que aquello no era un cáncer terminal.

- Es que, como había tenido uno antes... Un cáncer, digo... No, terminal no era, a la vista está.

En vista de lo sucedido, he contactado con Abi y Ame (Ro está constantemente ocupada y no hay quien la pille), que, como el lector histórico de esta bitácora sabe, son mis hijos, y les he dado orden terminante de sacarme de este país como las cosas se pongan chungas, antes de meterme en un hospital de éstos en los que el consumo de productos para provocar la sedación (y lo que venga luego) es más alto de lo que sería razonable.

Y que, llegado el caso, lo hagan pronto, antes de que se haga tarde. Porras, como ahora...

1 comentario:

Fer Sólo Fer dijo...

En los hospitales españoles te matan sin querer, que es oeor