No hay nada tan tranquilizador como pasarse la primera quincena de agosto en Bruselas. En el trabajo no queda casi nadie, porque todo el que puede ha tomado las de Villadiego; es más, en tu casa sólo quedas tú, porque tu familia era de los que podía, y también ha tomado las de Villadiego y te ha dejado con toda la casa para ti. Pero es que hay más: tus vecinos también se han ido, los colegios están cerrados a cal y canto, no hay autobuses escolares, casi todos los restaurantes están de vacaciones y la ciudad entera diríase que está en punto muerto.
En el trabajo, por fin puedes ponerte al día y sacar todo el trabajo pendiente (bueno, casi todo), e incluso salir a tu hora sin el menor remordimiento, también porque no te mira nadie cuando sales: no hay prácticamente nadie.
Como sales a tu hora, llegas a casa, donde ya digo que no hay nadie, más pronto que de costumbre. Otros años me había quedado alguna asignatura para septiembre de esa carrera que voy estudiando a trancas y barrancas, pero este año ni eso: lo aprobé todo en junio. Por mucho que haya que hacer por casa (siempre lo hay), sigue quedando tiempo, por lo que ha llegado el momento de hacer una cosa que estaba ahí, rondando: ponerse a correr un poquito más en serio. Durante el último año, me he estado pasteando bastante, saliendo dos días a la semana a rodar, y alguno de vez en cuando a hacer series, y eso que vivo al lado de un pedazo de bosque que da mucho de sí, pero, cuando no hay tiempo, no hay tiempo.
Ahora lo hay, ya lo creo que lo hay, así que vamos a ver cómo son las carreras 'populares' por aquí, después de haber visto en su día cómo eran en Moscú. Hay una en Bruselas en 5 de octubre, así que da tiempo de prepararla de forma bastante decente. Ya estuve a punto de correr los 20 kilómetros, pero vi que había más de cuarenta mil inscritos y decidí que ése no era mi rollo; en lugar de apelotonarme en las calles de Bruselas, total para pagar un pastón (correr aquí es realmente caro) por correr veinte kilómetros, decidí salir a trotar tranquilamente por el bosque. La carrera pasaba por el bosque, y efectivamente: me los crucé en su kilómetro siete, y realmente iban todos pegaditos. Yo no sé siquiera si corría el aire por entre ellos.
La del 5 de octubre espero que no sea tan 'popular'. Creo que se esperan unos doce mil participantes, que sigue siendo una barbaridad, pero al menos no son cuarenta mil.
Entretanto, ya llevo un par de semanas de preparación, y no me acordaba de lo cansado que era esto. Menos mal que estoy durmiendo mejor que nunca. Y lo voy a dejar aquí, porque no es que se haga tarde, es que no puedo ni con los párpados.
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