domingo, 22 de diciembre de 2013

El aterrizaje de Ame

Lamentablemente, la escasez de tiempo continúa, y por eso he resuelto compartir las tareas de publicación con una persona de confianza, que ya fue el autor de algunas entradas hace un par de años. Así que, sin más, le cedo los trastos a Ame.

* * *

Hola.

Me llamo Ame, y soy un niño.

Hasta hace unos meses vivía en Moscú. Moscú es la capital de Rusia. Es una ciudad muy grande, donde hace mucho frío, y eso es muy divertido, porque nieva y te lo pasas muy bien jugando con la nieve. Es guay, Moscú.

Mi papá, que trabaja solucionando problemas, tuvo que irse a trabajar a Bruselas. Parece que en Moscú ya no quedaban problemas por solucionar, porque todos los había solucionado mi papá. En cambio, en Bruselas hay muchos problemas, así que mi papá va a tener trabajo mucho tiempo. Qué suerte.

Ha sido una pena irse de Moscú. En Moscú estaban todos mis amigos. Cuando tienes cinco años y eres pequeño es fácil hacer amigos, pero luego te haces mayor y es mucho más difícil. Yo ya tengo casi diez años, y claro, a esta edad todo el mundo ya tiene sus amigos y es difícil que te acepten.

Otra cosa que ha cambiado es el colegio. En Rusia, el colegio era pequeñito, pero estaba muy bien. Llegábamos, saludábamos a Ella Lvovna, que era nuestra profesora, y luego teníamos clase todo el día con ella y hacíamos cosas muy chulas.

Mi papá dice que, para comparar cómo son las cosas aquí, debo escribir "aquí, no". Bueno, pues aquí, no.

Aquí las cosas son muy diferentes.

Para empezar, aquí los profesores son españoles. Voy a un colegio un poco raro, donde hay gente de muchos países diferentes, pero mi papá dice que a mis profesores los envían desde España una cosa que se llama ministerio y que es como si fuese a un colegio normal español.

Pues los colegios normales españoles no me gustan mucho.

El primer día de clase estaba muy nervioso. Era la primera vez que iba a clase en autobús. Mi papá dice que en Bruselas eso se puede hacer, pero que sólo le faltaba a Moscú, con los atascos que hay, que además hubiera autobuses escolares. No sé por qué se llaman "escolares" en castellano, cuando deberían llamarse "colegiolares". "Escolar" supongo que viene del valenciano.

En el colegio, la clase estaba llena de niños españoles. Luego supe que eran españoles, pero no del todo, porque casi todos tenían un papá o una mamá de otro país. Eso debe ser un lío muy gordo, pero aquí parece bastante normal, así que no dije nada.

La profesora también era española. Un problema es que, como no es rusa, no tiene patronímico, así que no sé cómo llamarla. Entonces, lo que hice fue esperar a ver lo que hacían los demás.

Y eso me dejó muy sorprendido: los demás la llamaban "tú" y por su nombre. A Ella Lvovna nunca se nos hubiese ocurrido llamarla de tú, porque seguro que es de muy mala educación y se hubiera enfadado mucho y hubiera llamado a los papás. Y, cuando un profesor llama a los papás de uno, eso es señal de que va a haber problemas, seguro.

Además, me sorprendió mucho que los niños decían palabrotas. ¡Palabrotas! En Moscú, Ella Lvovna hubiera llamado inmediatemente a los padres y hubiera castigado enseguida al que hubiera dicho una palabrota. Aquí, la profesora no hizo nada. Bueno, igual es un poco sorda y no lo oyó bien.

En clase somos veintiséis: trece niños y trece niñas. Las niñas son MUY tontas. Son totalmente insoportables. El primer día de clase, una niña dijo que yo era tonto y me puso una zancadilla, ¡y ni siquiera me conocía! No sabía que las niñas españolas hicieran esas cosas. En Rusia, las niñas van con lazos en la cabeza y no insultan a los niños.

Cuando llegué a casa, le dije a mi papá lo que me había pasado. Mi papá dijo que no me preocupara, que lo que pasaba es que seguramente yo le había caído muy bien a la chica, por eso de ser rubio y tener los ojos azules. Creo que mi papá lleva demasiado tiempo en Bélgica y piensa cosas raras: cuando alguien le cae bien bien a uno, no le insulta ni le pone zancadillas.

Seguiré contando cosas. Creo que voy a tener muchos problemas en Bruselas. Y sí, ya sé que mi papá trabaja solucionando problemas, y que estaría muy bien que me ayudara a resolverlos, pero creo que mi papá no sabe muy bien lo que pasa en mi colegio.

3 comentarios:

beloemigrant dijo...

¡Gigante Ame! Darse cuenta ya a los diez años que no hay gente más exótica que los compatriotas de uno, es llevar mucho, mucho adelantado (puede que sea cosa de los españoles, pero me atevería incluso a pensar que es universal). Felicidades por el post, y feliz Navidad.

Beloemigrant

Miguel dijo...

es cierto que hay una cosa en Rusia en la que aun hoy en día nos dan 100 vueltas y es, desde mi humilde punto de vista claro, la forma en la que la sociedad respeta a las grandes figuras artísticas o científicas, ya sean bailarinas de ballet, directores de orquesta, matemáticos, pilotos acrobáticos, pintores, escritores o científicos. Como siempre ha sido en todos lados.

Ahora bien, en el resto del mundo las nuevas figuras a idolatrar son productos televisivos, sinverguenzas, buscavidas y demás ralea mientras que los verdaderos creadores de cultura y ciencia quedan relegados a un segundo plano. Quien es capaz de nombrar uno de los últimos diez premios nobel de física o matemáticas??

lo digo y me leo y me acuerdo del siglo XX cambalache:

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé,
en el quinientos seis y en el dos mil también;
que siempre ha habido chorros,
maquiávelos y estafáos,
contentos y amargaos, valores y dublé.
Pero que el siglo veinte es un despliegue
de maldá insolente ya no hay quien lo niegue,
vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseaos.

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador.
¡Todo es igual, nada es mejor,
lo mismo un burro que un gran profesor!
No hay aplazaos ni escalafón,
los inmorales nos han igualao...
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!
¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón!
Mezclaos con Stavisky van don Bosco y la Mignon,
don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache

--------
y claro, leo las estrofas del cambalache y pienso: "no ha sido tal vez así siempre?". Bueno, no. El camabalche dice "lo mismo un burro que un gran profesor", hoy en día en occidente un burro ya es mas que un profesor, en Rusia al menos parece que es lo mismo, lo cual es algo a tener en cuenta.

En fin, uno lee esta entrada y descorazona un poco el buenrollismo mal entendido y la falta de valores.

decadencia tal vez o que me estoy haciendo viejo

un saludo a toda la familia

Alfor dijo...

Beloemigrant, algo de eso hay, desde luego. Pero lo de su hermana, que es la entrada posterior, es claramente peor...

Miguel, viejos sólo se hacen los pesimistras. Los optimistas resisten hasta que la decadencia pase. Que pasarà. Feliz Navidad y muchas más que veamos.