Ustedes que (todavía) leen esto, ya se habran dado cuenta de que la lista de bitácoras de la columna derecha no tiene nada de belga, y que los enlaces que hay por ahí esparcidos sólo pueden ser interesantes para alguien que tenga curiosidad por las cosas que acontecen en la gran Madre Rusia.
Pues sí. No me he decidido a hacer el cambiazo completo, y eso a pesar de que la mayoría de las bitácoras enlazadas están más muertas que Carracuca y, si no están enterradas todavía, eso es porque estamos en Internet y aquí no se entierra nada. Y también porque, qué diablos, de los siete años (¡los cumplimos anteayer!) que lleva esta bitácora en las pantallas de quienes quieren acceder, seis y medio han pasado en Rusia, y no más de unos cuantos meses han pasado en esta Bruselas donde mandan, dicen si los arquitectos o los profesores de dibujo técnico, pero yo más bien creo que son los albañiles, eso sí, dicho en francés, que suena más misterioso.
Bélgica interesa mucho menos que Rusia. Bélgica es un sitio atestado de españoles, que saben todo lo que hay que saber, y no sé bien si fácilmente comprensible o simplemente poco interesante, así que, aunque terminará por ocurrir, ¿para qué voy a meter una retahila de enlaces a cosas belgas en español? Para eso, tanto me vale, meter enlaces en ruso a cosas rusas que pasan en Bélgica, que, aunque parezca una fricada de espanto, hay mucho más de lo que parece. Y es que, si hay ya españoles por doquier, los rusos no nos van a la zaga y, aunque parezca que casi todos están en España, y seguro que los residentes en Alemania piensan que casi todos se fueron a vivir allí, en Bélgica también hay un buen puñado, hasta el punto de que casi no hay día, paseando por el centro, que no escuche alguna conversación en ruso.
Total, que hay que celebrar el séptimo aniversario de la bitácora. El siete, ya lo vimos en la entrada más numérica y cabalística que se ha publicado aquí, es un número perfecto, así que lo menos que puede hacerse es pasar una temporadita (tampoco tanta, no nos vayamos a creer) allí donde nació esta bitácora, donde las manifestaciones están tasadas y donde los noes pueden convertirse en "quizá", y los "quizá" pueden convertirse en cualquier cosa rara.
Mañana, pues, toca viaje a Rusia. Será morriña, supongo, o sobre todo será que está la familia por allí, pero en los últimos seis meses habré pasado más días de vacaciones en Moscú que en los seis años anteriores.
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