Naturalmente, la mayor parte de los belgas de las aventuras de Astérix aparece en el álbum objeto de estas entradas, pero con anterioridad Goscinny ya había hecho aparecer a belgas en otros dos álbumes. Claro, también aquí en las versiones en español prácticamente no se nota que sean belgas, pero en la versión francesa es más que evidente, a causa de los dejes lingüísticos que Goscinny pone en su boca.
El primero de los belgas que aparece es el druida Septantesix (en español tuvieron que traducirlo como pudieron, con el nombre de ...), que asiste al congreso de los druidas en el bosque de las Carnutes y que se encuentra con Panorámix en el camino al congreso. Ya el nombre nos dice algo, porque, aunque en español está claro que el número al que hace alusión es el setenta y seis, ese mismo número, en francés de Francia, como ya sabemos, es "soixante-seize" (sesenta y dieciséis, literalmente) y en el de Bélgica es, efectivamente "septante-six".
Pero es que, además, el invento que Septantesix presenta en el congreso de los druidas es un mejunje que te hace invulnerable al dolor, por lo que puedes meter las manos en aceite hirviendo y sacar las patatas fritas con las manos, lo cual es otra alusión a las cuestiones culinarias belgas.El otro álbum en que aparece un belga es "Astérix Legionario", en el que Astérix y Obélix se enrolan en una suerte de legión extranjera romana que debe ayudar a César en sus luchas en África contra los pompeyanos. Claro, la finalidad de los galos no es ayudar a César, sino liberar a Tragicómix (con T, como Timeo danaos et dona ferentes), un galo que ha sido enrolado a la fuerza en la legión. En la centuria a la que pertenecen, hay una serie de legionarios de las distintas partes del mundo conocidas: el griego Sopaconondas (en la versión original, se llama Plazadetoros, que también suena griego, pero el traductor español no se atrevió a dejarlo así), el egipcio Campodetenis, el godo Quiméric, el bretón Espiquininglis (en la versión original Faupayélatax, es decir, "hay que pagar los impuestos") y también el belga Moulefix.
Para mi gusto, Astérix Legionario es el álbum más logrado de toda la colección (en dura lucha con otros, ciertamente). En lo que respecta al belga, tiene todos los tópicos: por supuesto, el nombre ya evoca el plato típico belga, los mejillones con patatas fritas (moules frites). Además, se pasa el día contando chistes o riéndose de los que a veces cuentan los galos. En cuanto llega al campamento de César, se marcha con el godo a buscar cerveza (y acaban en la tienda de César, que confunden con una cantina). Y, obviamente, todas las muletillas lingüísticas que hemos visto en las entradas precedentes aparecen en el habla de Moulefix. Incluso diría yo que a Goscinny le supo mal tener que dejarse muchas en el tintero, porque Moulefix no deja de ser un personaje secundario en aquella aventura, y que posiblemente de ahí partió la idea de elaborar Astérix en Bélgica.
Así pues, sirvan estas entradas como homenaje a los creadores de uno de los mejores tebeos de todos los tiempos, Goscinny y Uderzo, coincidiendo con el reciente fallecimiento del segundo, que aún siguió con el personaje escribiendo él los guiones ("La gran zanja"), pero que terminó por ceder los trastos a otros dibujantes que han podido imitarle a él como dibujante, pero me temo que no llegan a la altura de Goscinny como guionista. Fatalmente, los últimos álbumes de Astérix huelen cada vez un poquito más a igualdad de género, empoderamiento femenino y ecolatrías varias, cuestiones que Goscinny había dejado, muy juiciosamente, fuera de todos los tebeos en los que participó. Posiblemente, porque sobre ellas es imposible bromear, lo cual conduce inevitablemente a la consecuencia de que los últimos tebeos de Astéerix tienen menos gracia que los de su época dorada, aunque se sigan vendiendo mucho. Y yo, sí, los sigo comprando, seguramente más por nostalgia de lo que fue que por apreciar lo que son ahora, que no es que sea malo, pero no es lo mismo.
Y ahora iremos a por nuevas aventuras, porque las de Astérix se las vamos a dejar a sus creadores. Pero eso será otro día, porque hoy se hace tarde.
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