martes, 31 de mayo de 2022

Mandamases de Bélgica: Alberto II, el padre

En estas dos últimas entradas, tocará escribir sobre personas vivas, lo cual, obviamente, exige extremar el cuidado al pronunciarse sobre ellas, por si las moscas. Es dudoso que Lamberto el Barbudo, o alguno de sus partidarios, se levante desde el siglo XI para protestar, pero no tanto Alberto II, que está en perfecta forma.

Alberto II sucedió a su hermano Balduino a la muerte, repentina, de éste. Si la cosa hubiera podido hacerse con tiempo, quizá no estaría en la lista de mandamases y nos hubiéramos ahorrado una entrada, pero hubo que reaccionar de sopetón al infarto y fallecimiento del rey, y las monarquías son así y, de hecho, ésa es una de sus principales ventajas: el sucesor está previsto y a punto, sin votaciones ni manejos volubles. En España es el Príncipe de Asturias el que sube al trono desde que Enrique el Doliente inició la tradición, allá por el final del siglo XIV en Castilla. En Navarra y en la Corona de Aragón, donde la cosa gustó, eran el Príncipe de Viana y el Príncipe de Gerona, respectivamente; en Francia era el delfín, así, y en Bélgica el rey in pectore lleva el título de duque de Brabante.

Y el duque de Brabante, cuando Balduino I pasó a reunirse con su creador, era Alberto II. No era la primera vez que pasaban estas cosas inesperadas, como ya vimos, porque Alberto I ya se vio en las mismas, o en parecidas, pero comenzó a morir gente y, al final, le tocó a él ponerse la corona. Se dice que, si Balduino hubiera preparado con tiempo la sucesión, le hubiera tocado a su sobrino, hijo de Alberto, pero eso son habladurías y yo no les daría mucho crédito, porque los reyes no parecen muy proclives a alterar el orden sucesorio que les ha llevado a ellos mismos a la jefatura del Estado. Los que lo hacen, y no digamos si lo hacen ilegalmente y con desprecio de las normas más básicas, lo que a menudo provocan es una guerra civil, o más de una.

Si había dudas con respecto de la idoneidad de Alberto II para reinar, se debían a que en cuestiones de ejemplaridad estaba algo alejado de su hermano. Vale, a Balduino se le quiere elevar a los altares, cosa que supongo que sucederá un día u otro, mientras que a Alberto II no parece probable que nadie lo proponga para el santoral, ni siquiera cuando fallezca y todo el mundo diga lo buena persona que era, que seguro que sí, pero parece que le puso los cuernos a su esposa en alguna que otra ocasión. No creo que llegase a los extremos de Felipe el Bueno o de otros duques de Borgoña de gloriosa memoria, para quienes el adulterio era una costumbre más, pero que quede claro que Alberto II no sólo tiene hijos de su matrimonio con la reina Paola, aunque no lo terminó de reconocer hasta que no tuvo más remedio, después de someterse a pruebas de ADN por orden del Tribunal de Casación belga, y arrastrando mucho los pies.

Así como su hermano se negó a firmar la ley del aborto belga, Alberto II ha firmado sin el menor problema la de la eutanasia (él verá si se la acabarán por aplicar...) y la del llamado matrimonio homosexual, así que forma parte de los católicos (entendemos que se considera como tal) partidarios de quitarse el sombrero católico cuando les conviene y ponérselo sólo cuando no les ve nadie.

¿Y de qué se ocupa un rey de los belgas en estos tiempos en que se podría pensar que es un adorno? Pues, por ejemplo, de intentar que haya un gobierno, cosa nada sencilla en este bendito país. Él fue quien tuvo que lidiar con la crisis de 2010 y con los 541 días con gobierno en funciones, encargando a Fulano y a Mengano que intentaran formar una coalición, normalmente quedándose en el intento. Como además, no quería tener nada que ver con Vlaams Belang y siempre se negó a recibirlos, mientras que iban ganando en fuerza, la cosa se complicó bastante, pero finalmente hubo gobierno. Le tocó dirigirlo a un socialista homosexual, lo cual no parece muy monárquico, pero ya digo que Alberto II está bastante por encima de esas cosas. De todas formas, desde la reforma constitucional de 1994 que ya le tocó firmar a Alberto II, que era rey desde el año anterior, y el maremágnum de regiones, comunidades lingüísticas, competencias competencias y el sursum corda en que se ha convertido Bélgica, cualquiera que sea capaz de formar gobierno está haciendo un favor enorme al país, así sea homosexual o el mismísimo Marc Dutroux. Bueno, quizá éste último no sea un buen ejemplo...

Tanto lío cansa a cualquiera, y el rey estaba próximo a cumplir ochenta años, que es uno de esos momentos en que se piensa si no vale la pena jubilarse. No llevaba yo ni un año en este país que me acoge, cuando Alberto II anunció que lo dejaba y que pasaba el testigo a su hijo, que ya estaba preparado para hacerse cargo de las tareas inherentes a un rey. Así que, un buen 21 de julio de 2013, fiesta nacional, Alberto II se lavó las manos y su hijo Felipe dejó de ser duque de Brabante para convertirse en Felipe I.

Pero de ése hablaremos en otra ocasión, porque ahora se hace tarde.

lunes, 30 de mayo de 2022

Huelga decirlo

El 31 de mayo, esto es, mañana, los sindicatos han convocado una huelga general del sector público en Bélgica. Los medios de comunicación del país se han apresurado a anunciar los sectores afectados, o que se prevén afectados (se supone que uno es dueño o no de unirse a la huelga, y que eso no se sabe hasta que comienza), que, como casi siempre, son el transporte público.

Ninguno, pero ninguno, se ocupa de por qué se produce esa huelga. Tras muchísimo rascar, he encontrado lo siguiente:

Les syndicats entendent dénoncer le “malaise général” dans le secteur. Ils réclament une hausse du pouvoir d’achat, et “plus de respect pour le dialogue social ainsi que pour les pensions des fonctionnaires”.

Lo cual, en cristiano, es lo siguiente:

Los sindicatos pretenden denunciar el "malestar general" en el sector. Reclaman un aumento del poder adquisitivo y "mayor respeto por el diálogo social, así como por las pensiones de los funcionarios".

En otro medio, tras seguir buscando, descubro que la huelga que ellos llaman general, pero que en realidad se limita al sector público, es de convocatoria reciente. Además, descubro unas declaraciones de un representante sindical:

"Il faut un meilleur pouvoir d'achat pour ces fonctionnaires, et vite", insiste Gino Hoppe, représentant de la CGSP/ACOD Services publics. "Les barèmes salariaux n'ont pas évolué depuis 20 ans. Nous n'avons eu que l'index durant toutes ces années, mais c'est ce que tout le monde reçoit", explique-t-il. 

Es decir:

"Es preciso un mejor poder adquisitivo para estos funcionarios (los federales), y deprisa", insiste Gino Hoppe, representante de la CGSP/ACOD Services publics (el nombre del sindicato, pulcramente dividido en sus denominaciones en francés y en flamenco). "Los baremos salariales no han cambiado desde hace veinte años. Sólo hemos obtenido la indexación durante todos estos años, pero eso es lo que obtiene todo el mundo", explica.

Si lo he entendido bien, tampoco es que hayan perdido poder adquisitivo, porque sus salarios son indexados según la inflación, pero lo que quieren es aumentarlo, no recibir lo que recibe todo el mundo. Como les tratan como a todo el mundo, y eso no puede ser, convocan una huelga de los servicios públicos, con sus piquetes informativos de rigor, para que se les trate mejor que al resto del mundo.

A todo esto, parece que la administración tampoco es que sea sorda del todo:

(...) la ministre de la Fonction publique et des Entreprises publiques Petra De Sutter a d'ores et déjà indiqué soutenir les revendications syndicales en cette période de perte de pouvoir d'achat et vouloir aboutir à un préaccord de l'ordre de 150 à 200 millions d'euros. "Mon souhait est d'augmenter le traitement des fonctionnaires fédéraux", a-t-elle annoncé à l'issue d'une rencontre avec les délégués syndicaux le 19 mai dernier. "Les fonctionnaires fédéraux qui se situent dans les échelles de traitement inférieures ne disposent pas d'une rémunération conforme au marché. Leur pouvoir d'achat est vraiment sous pression. Cette situation n'est plus tenable. Lors de la crise, les pouvoirs publics ont maintenu la tête du pays hors de l'eau. De sérieuses économies ont déjà été réalisées sur le personnel de la fonction publique. On ne peut plus continuer à presser le citron."

En español:

(...) la ministra de Función Pública y de Empresas Públicas, Petra de Sutter, ya ha señalado que apoya las reivindicaciones sindicales en este período de pérdida de poder adquisitivo y que quiere llegar a un preacuerdo del orden de 150 a 200 millones de euros. "Mi deseo es aumentar los salarios de los funcionarios federales", indicó a la salida de un encuentro con los delegados sindicales el pasado 19 de mayo. "Los funcionarios federales situados en los niveles salariales más bajos no disponen de una remuneración acorde al mercado laboral. Su poder adquisitivo está realmente bajo presión. Esta situación no es soportable. Con ocasión de la crisis, los poderes públicos han mantenido a flote al país. Ya se han hecho ahorros considerables en materia de personal de la función pública. No podemos continuar exprimiendo el limón."

A mí no es que me afecte demasiado la huelga, antes al contrario. La gente se quedará en casa, no habrá autobuses, y probablemente habrá menos tránsito en una Bruselas atestada de funcionarios, federales, regionales, municipales, y hasta europeos (que yo sepa, éstos no hacen huelga), así que se podrá circular mejor en bicicleta. Pero me da a mí que, con una patronal que no está tan en contra de cómo se diagnostica el problema, lo de ir a la huelga es un pelín excesivo.

No esperaba yo elogiar a los sindicatos españoles, pero creo que a estos niveles no llegan. Todavía. Ya veremos cuando cambie el gobierno.

domingo, 22 de mayo de 2022

Mandamases de Bélgica: Balduino I el Santo

Seguimos con la serie de mandamases que lo han sido en la ciudad de Bruselas, y seguimos, pues, con los monarcas belgas ¿Son mandamases los reyes de los belgas? Es algo difícil de decir, en estos tiempos de monarquías extremadamente descafeinadas, pero, como son los jefes del Estado, pues vamos a seguir suponiendo que lo son. Y nos habíamos quedado en el momento de la abdicación de Leopoldo III.

Así pues, a Leopoldo III le sucedió tras su abdicación su hijo Balduino, que acababa de alcanzar la mayoría de edad. Balduino tuvo más suerte que su padre y que su abuelo en el sentido de que no le tocaron invasiones alemanas ni guerras mundiales, pero tampoco tuvo las cosas fáciles. Al principio, al menos, tuvo el privilegio de tener a su padre cerca, porque no se mudó de Laeken hasta que Balduino se casó con Fabiola de Mora y Aragón. Llegado este momento, en 1960, Leopoldo III se retiró a sus posesiones campestres a disfrutar de sus aficiones hasta que, en 1983, falleció, pero esto ya lo vimos en la entrada anterior.

El momento cumbre del reinado de Balduino fue probablemente cuando le pusieron a firmar la ley belga que permitía el aborto en determinados supuestos. Balduino, a diferencia de alguno de sus antepasados más inmediatos, era un católico bastante consecuente y no tenía la menor intención de firmar lo que en su opinión le supondría la excomunión latae sententiae, además de un pecado mortal indudable.

La cosa se solucionó con una abdicación temporal. En aquel momento, la unidad de Bélgica había empezado a resquebrajarse, las regiones y las comunidades lingüísticas habían empezado a caminar, los flamencos estaban mosqueados con los valones, y los valones con los flamencos. Vamos, que había dos símbolos que unían a los belgas (los Diables Rouges, o Rode Duivels, llegaron después). Uno era la religión católica, pero claro, un país que acepta la ley del aborto por amplia mayoría es bastante difícil que se pueda considerar católico (y desde entonces, como hemos visto numerosas veces en esta bitácora, las cosas no han mejorado en absoluto, antes al contrario). El segundo símbolo era la monarquía, razón por la cual nadie quería realmente deponer al rey por un quítame allá esa firma y arrostrar las consecuencias de lo que podía pasar. Al final convencieron al rey de volver a reinar al cabo de unos días y de que firmara otro la ley, y Balduino, no se sabe con qué grado de conformidad, aceptó aquello y volvió a reinar como si nada, pero dejando claro que él no había cooperado con la llegada del aborto a su país.

Hoy día, Balduino, que en francés es Baudouin y en flamenco Boudewijn, es el héroe de los escasos círculos católicos belgas con los que tengo contacto. Su beatificación está en marcha, e incluso se sustenta por ahí la idea de convertirlo en patrón de los políticos, sustituyendo a un peso pesado como Santo Tomás Moro. Como esta bitácora sigue siendo un egoblog, y con todo el respeto por Balduino y la dificilísima situación en la que se encontraba, no está de más recordar que Santo Tomás Moro pagó un precio bastante más elevado (su cabeza, directamente) por ser consecuente con sus ideas que el que tuvo que pagar el rey de los belgas (dejar de serlo un par de días, y luego volver como si tal cosa).

Pongamos otro ejemplo, éste algo más reciente, pero de un rey de un país vecino: Enrique V, rey legítimo de Francia, conocido como conde de Chambord. Enrique de Borbón, nieto del último rey legítimo reinante, Carlos X, tenía todos los números para subir al trono francés en 1871, después de la derrota del Segundo Imperio en la guerra franco-prusiana; de hecho, la mayoría de los diputados en la Asamblea Nacional eran monárquicos. Lo único que se le exigía era aceptar como bandera la tricolor que hoy día sigue siendo la bandera republicana; sin embargo, Enrique V se negó a hacer tal cosa y eso dio paso a la III República francesa ¿Hizo bien Enrique V? No lo sé, pero fue mucho más consecuente que su antepasado Enrique IV, el de "París bien vale una misa". No quiso jurar una bandera bajo la que se han cometido muchísimas atrocidades desde 1789, incluido el asesinato de su tío abuelo Luis XVI.

A Balduino I no le importó seguir siendo rey en un país que había aprobado una legislación absolutamente contraria a sus principios (y a los de cualquiera con estómago) ¿Hizo bien Balduino? No lo sé, pero su actitud es comprensible desde el punto de que su desaparición hubiera significado el fin de la monarquía en Bélgica, y quién sabe si el fin de Bélgica, y la legislación abortista hubiera entrado en vigor igualmente. Al menos, de esta manera consiguió dar testimonio de su posición contraria a la ley, al mismo tiempo que preservaba la unidad nacional.

Sea como fuere, Balduino es popular todavía hoy en Bélgica. Él y Fabiola no tuvieron hijos, así que, cuando Balduino falleció de un infarto durante unas vacaciones en España, le tuvo que suceder un pariente. Se suponía que iba a ser su sobrino favorito, Felipe, pero las cosas no funcionan así en las monarquías, donde hay unos automatismos que procede seguir. El primero en la línea de sucesión no era el tal Felipe, sino su padre, y hermano de Balduino, que subió al trono con el nombre de Alberto II.

Que será de quien nos ocupemos en la próxima entrada, con la prudencia debida al hablar de alguien que sigue vivo, porque sí, nos estamos acercando irremediablemente al momento presente, después de más de dos años de ir compaginando la pandemia y esta serie tan larga.

Pero eso habrá que abordarlo en un momento posterior, en que no se haya hecho tan tarde como hoy.

jueves, 19 de mayo de 2022

In memoriam: Vladímir Zhirinovsky

Toca hacer una pausa en la actividad habitual de esta bitácora y en el repaso a los mandamases que ha habido en Bruselas desde la fundación de la ciudad, serie que ya toca a su fin, pero que aún tendrá por lo menos tres entradas más. Y toca hacerlo porque el mes pasado nos dejó un personaje que ha estado presente en la bitácora desde el principio de la misma, a veces con entrada propia, y siempre con un enlace en el lateral a su partido político, que se llamaba, y se llama, Partido Liberal-Democrático de Rusia. Nadie acaba de explicarse las razones de este nombre, pero no seremos nosotros los que critiquemos los nombres de los partidos. También hay gente que se hace llamar Partido Popular o Partido Socialista Obrero Español y nadie se hace preguntas sobre esos extremos.

Vladímir Vólfovich Zhirinovsky falleció el mes pasado a causa del COVID-19 después de varios meses de sucesivas entradas y salidas del hospital, sin que le diera tiempo a ver la victoria de Rusia en la guerra, u operación bélica especial, según donde se lean estas líneas, que su país mantiene en territorio ucraniano, o así. Ahora mismo no sabemos si esa victoria se producirá finalmente, pero lo que sí parece claro es que Rusia no tiene ninguna vocación de abandonar los territorios que ha ocupado y que más pronto o más tarde va a engullir, si sigue en ellos, claro.

Zhirinovsky nació de padre judío y madre rusa (lo de la ascendencia judía sólo se supo mucho después y de refilón, y él mismo se reía del asunto) en Alma-Atá. Se hizo conocido de sopetón, cuando su partido quedó segundo, después del comunista, en las elecciones de 1993, con un discurso nacionalista muy acentuado en términos absolutos, pero moderado en términos relativos, porque había cada uno que p'a qué.

El Kremlin y los sucesivos partidos del poder le pusieron palos en las ruedas de todo tipo, con tal de quedarse con su electorado, hasta acabar entrando en el Parlamento por los pelos. A todo esto, Zhirinovsky no tenía absolutamente nada de antisistema, sino que destacó en los debates frente a quienes intentaban convertirlo en una democracia de mentirijillas, como la nuestra (véase Nemtsov), o bastante más de verdad, véase Ryzhkov. Hay que decir que eso no le sirvió siempre para que les respetaran ni un poquito, como en las municipales de Moscú de 2009.

Yo ya sé que puede chocar un poco que califique a Zhirinovsky de nacionalista moderado, cuando en los medios occidentales lo más suave que se ha dicho de él es "ultranacionalista", pero es que en Rusia decir nacionalista no es decir mucho, porque lo son todos. Para ser ultranacionalista hay que ponerse, no sé, a reclutar un ejército para invadir países vecinos, como hizo el amigo Limónov.

Caramba, qué coincidencia...