viernes, 28 de julio de 2006

Un breve permiso

Este soldado se va de permiso durante semana y pico (poco pico...), que aprovechará para regresar a su base y para recuperar fuerzas (o para acabarlas de gastar, que eso de los permisos lo carga el diablo), ver a los hacedores de sus días y compartir mucho tiempo con las de momento tres personas cuyos días ha hecho él.

Eso implica un alejamiento temporal de internet, cosa conveniente de vez en cuando, y de la posibilidad de mantener actualizada la bitácora. De todas maneras, el permiso es breve, así que, si Dios quiere, no tardaré en pasar por aquí de nuevo.

Creo que por España, y más por Valencia, hace un pelín de calor. No sé si quitarme ya el jersey, pero lo cierto es que aquí no molesta pero nada...

Nashi

El sistema de partidos políticos en Rusia ha sufrido variaciones radicales en los últimos años. Después de unos cuantos años de bastante cachondeo y de multiplicidad de opciones, al Presidente le entraron ganas de estabilidad y se ha dedicado sistemáticamente en estos últimos años a hacer la vida imposible a los partidos políticos pequeños, a los diputados independientes, a los gobernadores regionales, y a todo tipo de organizaciones llamadas "extremistas".

Pero lo ha hecho bastante sagazmente, es decir, que ha dejado un par de partidos políticos, cinco todo lo más, de los cuales uno de ellos tiene como las tres quintas partes de los diputados y está apoyadísimo por los medios de comunicación. Vamos, que no es un sistema de partido único, pero se va acercando bastante.

El Kremlin, además, preocupado por que los jóvenes se le desmandaban (los había neofascistas, liberales proocidentales, incluso religiosos...) ha tenido la idea de formar su propia organización juvenil, como en su día hicieron todos los regímenes totalitarios que se preciaban. Y efectivamente, desde que el Komsomol (en castellano: Unión Comunista Juvenil), la organización juvenil soviética, se resquebrajó en pedacitos, los jóvenes aquí iban como ovejas sin pastor ¿Pueden unos dirigentes políticos responsables permitir que a la juventud le pueda la molicie y el desorden? ¡No! Y, como pasta no falta, el propio Gobierno ha creado a los "Nashi" (en castellano, "los nuestros"), aunque algún malpensado, probablemente fascista o degenerado, los llama los "nazi". Nombre completo: Movimiento Juvenil Democrático Antifascista "Nashi".

Las función de los "Naz...", perdón, "Nashi", es importante. Su doctrina política puede resumirse en "Rusia es un país fantástico, donde se vive de maravilla, tenemos un presidente sensacional, unos dirigentes abnegados, y quien opine lo contrario es un elemento disgregador y desastroso y, como es evidente que se equivoca, probablemente lo que ocurre es que está a sueldo de los enemigos de la Patria". Aparte de sus actividades de formación política, que les llevarán a formar parte de las élites políticas en un futuro más o menos próximo, y de sus masivos campamentos de verano (con chicas, claro, véase la foto), se dedican a señalar con el dedo a esos elementos disgregadores, no vaya a pasar desapercibida su ruindad, calando su mensaje destructivo en la bondadosa pero influenciable sociedad rusa.

Así pues, todo aquél que ose hablar de Rusia en términos poco elogiosos se verá abordado por estos chicos con ánimo de que rectifique su errónea opinión. No porque se lo ordene el Gobierno, claro que no, qué cosas se me ocurren, sino por iniciativa propia, que éstos son chicos con iniciativa. Y, si algún vendido se atreve a desafiar al Presidente y se decide a cosas tan truculentas como presentarse a las elecciones con ánimo de salir vencedor, la justiciera mano de Nashi estará allí para poner de manifiesto su deslealtad, lobreguez y, probablemente, halitosis.

Es lo que le ha pasado a Garri Kaspárov, ex-campeón mundial de ajedrez y seguramente el mejor jugador de todos los tiempos, que no es santo de mi devoción, pero que ahí lo tenemos, contuso con sus propias armas.

Por fortuna, la larga mano de Nashi todavía no ha alcanzado la presente bitácora, donde de forma torticera e indiscriminada se lanzan opiniones subversivas contra la Madre Rusia. El día que lleguen, no dudo que empezarán a aparecer comentarios clarificadores de la verdadera realidad rusa. Por ejemplo:

En "Ley Seca": "El Gobierno y sus funcionarios obran correctamente alejando del pueblo el vino francés, de calidad dudosa y que los corruptos gobiernos occidentales envían a Rusia, seguramente porque no lo quieren beber ni en casa. En ningún caso se puede hablar de imprevisión. Viva Putin."

En "Chanclas de moda": "La chica de la foto seguramente es extranjera, como la mayoría de quienes usurpan esos terrenos de la Madre Rusia para solazarse, mientras exprimen al legítimo dueño de los mismos, el pueblo ruso. Viva Putin."

En "Aviones": "Mal haya quien se atreva a poner en duda la categoría de los servicios de mantenimiento de las líneas aéras rusas. Muy al contrario, no olvidemos que el avión siniestrado es europeo; lo que deberíamos hacer es devolveros la chatarra que nos mandáis y volver a utilizar nuestros Tupolev."

"Ah, y viva Putin (jo, casi se me olvida)."

miércoles, 26 de julio de 2006

Ley seca


La relación del pueblo ruso con el consumo de alcohol permite dividirlo en dos grupos: unos beben con frecuencia y los otros beben constantemente. Eso de que alguien no beba es completamente anormal y, si alguien cayera en un hipotético grupo de abstemios, sería, en el mejor de los casos, mal considerado y, a una mala, apedreado, por lo menos.

Por eso, proliferan los vendedores de bebidas alcohólicas falsificadas, las destilerías domésticas clandestinas y las bebidas alcohólicas heterodoxas. Y, también por eso, el Estado somete a un control rigurosísimo la producción alcohólica. Por poner un ejemplo extremo, pero real como la vida misma, en Rusia no existe colonia de baño. Simplemente no existe: se considera bebida alcohólica y, sometida a los impuestos con que se les grava, costaría un ojo de la cara. Resultado: no se vende. Yo me la traigo de España.

Para luchar contra la producción falsificada, el Gobierno decidió sustituir las etiquetas que llevan las botellas con otras a prueba de falsificación. Para simplificar una historia complicadísima, a partir del 1 de julio se ha prohibido vender alcohol que no lleve las nuevas etiquetas.

Lo malo es que se les había olvidado previamente dar la orden de imprimirlas y de poner en marcha el sistema.

- Hala, a poner las nuevas etiquetas.
- Sí, dame unas cuantas.
- ¿Yo? ¿Pero no las tenías tú?
- ¿Pero qué dices? ¿Yo? ¿Dónde pone que tenía que tenerlas yo?
- ¡Yo que sé! ¿A que nadie ha dado la orden?
- Ah, pero... ¿tenía que darla yo? ¿Dónde pone que tenía que darla yo?
- No sé... ¿y quién tenía que dar la orden de que dieras la orden de hacer las etiquetas?
- ¿Tú?
- ¿Yo? ¿Dónde pone eso?


El resultado es que las vitrinas están vacías, que nadie tiene vino , que el Estado ha perdido una pasta increíble en impuestos y que los que están haciendo su agosto son... los fabricantes de bebidas ilegales, ésos contra los que se pretendía luchar. Los más optimistas dicen que la situación podría arreglarse hacia octubre y los realistas hablan de Año Nuevo. Los pesimistas no se han pronunciado todavía. Todo esto es un ejemplo de libro de la frase que mejor retrata al aparato gubernamental ruso. La pronunció el antiguo primer ministro Víktor Chernomyrdin: "Queríamos hacerlo lo mejor posible, y salió como siempre." (Хотелось как лучше, а получилось как всегда)

Y la gente se está poniendo nerviosa... que ya llevamos un mes con las vitrinas vacías. Como esto dure mucho, la Revolución de 1917 va a ser una filfa, comparado con lo que se avecina, que con las cosas de beber no se juega.

martes, 25 de julio de 2006

El periodista trolero

Atención a la traducción del alemán del siguiente artículo, aparecido recientemente en el "Moskauer Deutsche Zeitung", el panfleto germánico de Moscú.

"Era un sábado por la tarde cualquiera: estamos sentados en la cocina, y mis compañeros de piso españoles han vuelto a cocinar algo sabroso: espárragos con jamón serrano. Y ahora se plantea la pregunta de a dónde ir. Honradamente, con el buen vino y la estupenda comida tengo sueño y no tendría nada en contra de ver un buen DVD echado en el sofá. Además, ya son las once y media. "Ni hablar", dice J***. Su temperamento exige actividad y la noche en España, de todas formas, comienza tarde. Nos ponemos de acuerdo en ir al Apschu. Un buen pub con música en directo y a la vuelta de la esquina. Cuando pasamos por la estación de metro Novokuznetskaya, nuestro paso se hace más tardo. Toda la plaza está llena de gente que, con una cerveza en la mano, pulula alrededor de un guitarrista que está en el centro. "Venga, vamos a beber aquí una cerveza, ¡el ambiente es tan bonito!", dice J*** y enseguida aparece una cerveza en mi mano. La gente se anima más y más. Hace un calor magnífico, y en el horizonte se ve disiparse la última luz del día. "Tío, si es como en España", mi compañero de piso está encantado. "La gente en la calle, buena música, es estupendo. Esto es verano." J*** me da su cerveza y avanza hacia el guitarrista. Algo más tarde es él quien está en el círculo y toca las cuerdas. Floklore español.Los rusos están encantados y aplauden. C*** y G*** tampoco se pueden aguantar, y la sangre española en sus venas comienza a hervir: G*** le grita a J*** algo en español. J*** cambia el ritmo y las dos chicas se ponen a bailar flamenco. Incluso con castañuelas, que G*** lleva siempre en el bolso. Los rusos rodean a los tres españoles exiliados y les animan a seguir bailando. Se ve que les está gustando. Nadie se acuerda del Apschu, y sigue llegando gente. La plaza frente al metro, sin duda alguna, es el lugar más molón de la ciudad. Me pareció que sólo había pasado un momento, pero cuando miro al cielo, clarea otra vez el día. La esfera de mi reloj señala las cuatro y poco. J*** deja caer la guitarra, a C*** y a G*** les duelen los pies, los rusos se van a sus casas. J*** y yo, de todas formas, aún vamos al Apschu. "¡Qué noche tan estupenda!", digo encantado. Estamos sentados frente al otro, callados, con una sonrisa en la cara, y pensamos en la noche que acaba de terminar. En la noche española en Moscú."

Qué bonito, ¿eh? Y qué tópico. Bueno, pues resulta que:
1.- J*** trabaja conmigo.
2.- No sabe tocar la guitarra.
3.- No le gusta la cerveza.
4.- G*** no lleva castañuelas en el bolso.
5.- C*** le da clases de baile a G***... parece que atormentando al periodista alemán por las noches.
6.- Aquella noche hacía demasiado calor para un alemán.
7.- Probablemente el editor apretaba y tuvo que salir con lo que fuera.
8.- Según J***, "pues él escribe cosas interesantes sobre los alemanes que fueron deportados a Siberia, pero, después de leer esto, ya no sé si creerle."
9.- Deutsch, phantasievoll, journalist... und schwul.
10.- Lo único cierto es que come fatal.

A ver si hay suertecilla y mis hijos no salen periodistas...

domingo, 23 de julio de 2006

Chanclas de moda

Que la mezcla de "pijo" y de "ruso" puede ser especialmente explosiva es algo que a los que estamos en este valle de lágrimas (concretamente en la parte del mismo que incluye y rodea Moscú) nos debería quedar más que claro.

Por una de aquéllas, el finde pasado me colé totalmente de estranjis en un club de campo (mejor dicho, en "el" club de campo, salvo que haya alguno tan oculto al común de los mortales -y lo habrá- que no sepa yo del mismo). En un país tan, seré sincero, cutre como éste, aquello era un puñetazo en el ojo: todo estaba impecable: playa privada sobre el río, todo tipo de pistas deportivas, minigolf, campo de golf (el único de Rusia)... Estaba de narices aquello. Supongo que otros clubes de campo serán mejores y hasta mucho mejores, pero servidor no ha frecuentado esos sitios, así que aquél me pareció de perlas.

La gente parecía normal. Como aquello es caro de narices, supuse que habría "nuevos rusos" a tope, pero éstos han mejorado bastante su apariencia, y además, coincidió con que un banco había alquilado el sitio para hacer la fiesta anual para sus empleados, con lo que había bastante clase media. Eso no dejaba ver el mundo de residentes habituales en todo su esplendor, pero posiblemente fue el factor que me permitió pasar los controles de acceso. Y entonces apareció... ella.

Sí, señor, ella, la de las dos fotos. Obsérvense las botas, poco frecuentes en las playas españolas. Y obsérvense también, en la foto medio de espaldas, a dónde dirigen su mirada las dos señoras que se le cruzan (el niño, en cambio, parece menos atraído por las botas y más prefiero no saber por qué).


Está visto que va llegando el día, escrupulosamente eludido hasta ahora, de escribir sobre ellas.

(Esto no es nada. Luego se quitó el jersey semitransparente y se quedó en bikini, negro y yo diría que de cuero, y las mismas botas. La gente la miraba con una mezcla de temor -por si llevara látigo, supongo- y admiración -por el atrevimiento de ir así-. No tuve corazón para sacar fotos, y es que sigo siendo un cortado)

sábado, 22 de julio de 2006

Spam

Por esta bitácora han comenzado a aparecer "spammers" en forma de mensajes supuestamente laudatorios en inglés, del tipo: "You have a wonderful blog. Good job. Keep the good work", seguidos de un enlace disimulado a páginas de contenido turbio (casinos, usureros, estafadores y otra gente de igual o peor ralea).

Como ya saben quienes pasan por aquí, ésta es una bitácora de autobombo. Aquí el único fanfarrón soy yo, y no necesito que gentes anónimas me hinchen el ego, que ya lo tengo lo suficientemente hinchado; además, percibo una sospechosa carga de hipocresía en esos mensajes, porque los mensajes, sí, aparecen, pero el contador de visitas sigue como está, lo que me hace pensar que ese admirador oculto no se ha tomado la molestia de leer lo que alaba. Y, por su condición de anglófono, me da a mí que, de habérsela tomado, no sería capaz de descifrar el contenido de lo que queda escrito.

Así que, con gran dolor de mi corazón, he resuelto limitar la opción de introducir comentarios únicamente a los usuarios registrados, lo que me joroba mucho, pero no he tenido más remedio de claudicar.

Esta marcial y militar bitácora, de temática geográficamente acotada, no aprueba la ludopatía, la usura, la pornografía, ni otros vicios que los anónimos admiradores de los enlaces buscaban propagar. De manera que los mensajes anónimos han sido directamente eliminados, y la verdad es que eran dieciséis y me ha costado una barbaridad encontrarlos. Si queda alguno, ruego un aviso amable.

Y, ya que hablamos de ludopatía, usura, pornografía y otros vicios, y volviendo a la temática de esta bitácora, dejo para otra entrada la actitud de los rusos hacia los vicios. Yo, que pensaba que al poco tiempo me iba a quedar sin nada que escribir, y está resultando que este país es mucho más inagotable que sus propias reservas de gas.

viernes, 21 de julio de 2006

Beber como un cosaco

Después de la visita a los paisajes industriales devastados, había llegado el momento de la comida. Paramos en un restaurante, y en él el Presidente comarcal había reservado mesa.

La cocina rusa, y que no se enteren ellos de que digo esto, es simple.

- Oiga, ¿y tienen ustedes una cocina local? -pregunta Oskarl.
- Sí, claro, tenemos pescado.
- Ah.

Comer, se come. Primero los entremeses, y durante los entremeses llega el primer brindis, que corresponde al anfitrión. Petrovich, nuevo ruso de pro, ha sido comisario político en Cuba, donde guarda un excelente recuerdo del comandante Fidel, al que imita en cada brindis. Luego, cuando le tocó la dirección de la ingeniería con sus contratos cautivos, los sueldos de ciento cincuenta dólares a sus ingenieros y sus beneficios exorbitantes, descubrió que bueno, podía seguir siendo comunista, pero ¿por qué no iba a comprarse un Lexus? (eso sí, primero vio que no habia ningún coche más caro)

- Compañeros y compañeras, muchachos y muchachas, "señoros" y señoras - y golpea la copa con su tenedor -. Quiero pronunciar un brindis por nuestros amigos que han venido de lejos a participar en nuestros proyectos, por nuestra amistad, y porque nuestras ideas se transformen en realidad... - y así una retahila interminable de deseos.

Todo el mundo levanta su copa, la choca, y bebe. Alf, y no sólo Alf, que sabe lo que pasa, se limita a mojar los labios sin tragar nada. Pero Oskarl, no sé muy bien si por obligación o por devoción, y el Ingeniero, posiblemente (pero sólo posiblemente) por ignorancia, sí que apuran sus copas.

El segundo brindis lo pronuncia el invitado. Oskarl lanza un alegato similar en favor de la amistad y de los proyectos comunes. Copas arriba, y hasta el fondo. Por fortuna, no hay un control estricto de que todo el mundo apura su copa (hay sitios donde sí lo hay), así que puedo seguir con la táctica de humedecer los labios sin tragar.

El tercer brindis debería ser por las mujeres, y a partir de ahí nadie está realmente en condiciones de seguir un ritmo claro. El decimosexto brindis suele haber terminado con la lucidez del más pintado, hasta el punto de que no falta el insensato que pronuncia el decimoséptimo. Sólo cuando se hace realmente tarde, la gente se retira a su siguente etapa.

En cuanto al Ingeniero, balbucea algunas cosas ininteligibles, dirigiéndose a mí; a la quinta vez que repite la frase me parece oír una referencia a no sé qué de una siesta. Evidentemente, tiene problemas de pronunciación, ya perceptibles desde que le tocó a él pronunciar su brindis y no supimos en qué idioma estaba hablando. La verdad es que, a esas alturas, ya importaba poco.

Una hora después nos metieron, ya en la capital, en otro restaurante, y hala, vuelta a empezar. Otros veinte brindis mal contados y otra vez el comunista capitalista de Petrovich contando sus aventuras en la Cuba de Fidel. El decimoséptimo brindis me tocó a mí.

- "Señoros", señores -dijo Petrovich-, muchachos, muchachas, ¡compañeros! Va a pronunciar un brindis este camarada de nombre tan complicado, Alf.

Me levanté con la copa en la mano.

- Señores, amigos, no voy a brindar por Fidel, sino que voy a brindar por la ciudad que hemos visitado, K***, así como por el Presidente comarcal, aquí presente y, como contrapunto a sus brindis, Valery Petrovich, a sus brindis con matices rojicubanos, por el fundador de la ciudad en 1903, teniente S, y por su superior, Su Alteza Imperial Nicolás II.

La verdad es que fue un gustazo hacer brindar a Petrovich por Nicolás II. Apuré mi copa hasta el fondo, ahora sí ¡Viva el zar legítimo!

miércoles, 19 de julio de 2006

Paisajes industriales devastados

- Y con esta gravilla que tenemos de estos montones, residuos de las minas, queremos hacer una fábrica de materiales de construcción.

"Toma ya..."







- Y ésta es la maquinaria para seleccionar la gravilla por su tamaño.

"¿Cuántos siglos dice que hace que la usan?"





- ¿Ven? Aquí están nuestras naves, listas para acoger los equipos de fabricación.

"Dios mío..."





- Y en esta caseta tenemos el equipo de tratamiento de aguas mediante una solución de cal.

"No sólo no le quitan todo el óxido de hierro, sino que además le añaden cal. Bieeeeeen..."






- Esta empresa estaba en quiebra y hace poco que la compramos, por eso todavía no hemos invertido mucho.

"Lo hubiera jurado, oiga."






- Y usted, ¿por qué saca una fotografía de este montón de chatarra?


- Es que soy escultor en mis ratos libres, y esto me inspira.


-Ah, ya entiendo.





lunes, 17 de julio de 2006

El hijo del dueño

A su derecha, Mstislav Ivanovich, viceministro de Minería de la región de Rostov, tragaba saliva mientras escuchaba las explicaciones de Vlad.

- Lo mejor -decía Vlad- es cuando pones la velocidad de crucero a 120 por la autopista, y te sale una media de 110. Así, tranquilito, sin correr.
- Ya.
- Ahora las medias son peores, hace un minuto íbamos a 160, pero ahora sólo vamos a 50, con estas obras. Así la media es de 85,4, y no hay manera.
- Claro.
- Yo opino que en carretera habría que ir a 100. No más, pero tampoco menos -dijo Vlad mientras volvía a acelerar hasta los 130 kilómetros por hora.

Si Valery Petrovich es un buen ejemplo de nuevo ruso, Vlad es el prototipo de hijo de nuevo ruso.

Vlad dio un volantazo para esquivar un bache, pasó al carril de la izquierda y se puso a un metro del Daewoo Nexia que iba delante, pidiendo paso. El Ingeniero y yo nos pusimos a charlar.

- Mira, un Daewoo Nexia -dije-. Fue el primer coche que tuve.
- ¿Y llegaba a los 160, o se ponía a temblar mucho antes?
- No sé. Nunca lo intenté, ¿por qué?
- Es que es a la velocidad que vamos.
- Lo habrán trucado.
- Y que no se aparta, ¿eh?
- Un tío valiente.
- El tío éste ya se está mosqueando. Ya le ha puesto las largas.
- Mira, mira ese tío...

Un Opel, por lo menos a 170, adelantó por la derecha, por el arcén, a todo el mundo. El Mazda seguía pegado a menos de un metro del Nexia. Un camioncete iba despreocupadamente por el carril de la derecha. Un Audi nos pasó por la izquierda, en un lugar imposible, porque nosotros ya estábamos en el carril de la izquierda.

Cuando llegamos a Takhty, elevé mi mirada al Cielo. Señor, cuántas cosas Te hemos de agradecer.

sábado, 15 de julio de 2006

En tierra de cosacos


Rostov del Don pasa por ser la capital meridional de Rusia, además del centro de la zona de los cosacos del Don, junto con la auténtica capital, la vecina ciudad de Novocherkassk. Un millón largo de habitantes, cercanía al mar de Azov y patria de Mijaíl Shólojov, autor del "Don apacible" y premio Nóbel de literatura.

Tierra de cosacos. Los cosacos eran, en origen, campesinos rusos que escapaban de la servidumbre y huyeron a las tierras esteparias del sur, donde acabaron formando comunidades. El zar, que no los debía ver con mucha simpatía al principio, decidió finalmente utilizarlos como fuerza fronteriza contra los tártaros y los otomanos. Su sentimiento levastisco y sedicioso les resultó bastante perjudicial en tiempos de Stalin, persona con escasas simpatías por la gente con ganas de gresca y que por poco no acaba con la población con sus métodos habituales.

Toca presentar a los personajes que forman parte del grupo. A uno de ellos, Alf, autor de estas líneas, ya se le conoce por aquí. Otro de ellos es su jefe, alto directivo de la entidad, al que vamos a conocer como Oskarl, que, como siempre, es un nombre supuesto. El tercero en discordia es un becario conocido como el Ingeniero. Enfrente de ellos, destaca Valery Petrovich, director de una importante empresa de ingeniería local, y su hijo Vladislav Valerievich, al que llamaremos Vlad.

- Vlad, y usted ¿también estudió en la Escuela de Ingenieros Civiles, como su padre?

Vlad pareció confuso durante unos segundos.

- No -dijo finalmente. Y Valery Petrovich acudió al rescate.
- Vlad es economista, financiero, banquero.

Miré a Vlad a los ojos. Contento con la salida, Vlad asintió, yo diría que sin mucha convicción.

jueves, 13 de julio de 2006

Aviones


La verdad es que asusta un poco. Por la mañana llego al trabajo, echo un vistazo a la prensa y, en primera página, toma ya: "Accidente aéreo. El Airbus A310 de la compañía Sibir se estrella en el aeropuerto de Irkutsk." No funcionaron los frenos en el aterrizaje, con el resultado de que el avión fue frenado por los propios edificios de la terminal. Más de cien muertos y, por una vez en un accidente de aviación (aunque haya sido en tierra), esta vez ha habido supervivientes. Todo un consuelo, sobre todo para ellos.

Y digo que asusta un poco porque estoy escribiendo esto en el aeropuerto, donde estoy a punto de tomar un vuelo de... Sibir, precisamente, hacia Rostov del Don. Vista la racha reciente de los Airbus, el hecho de que aparato que me va a tocar sea un Tupolev, incómodo, como todos los aviones rusos, pero dicen que seguro, puede que no sea negativo.

Desde los buenos tiempos de líneas aéreas soviéticas y únicas, cada aeródromo ruso poco menos que se quedó con los aparatos que en ese momento estaban en tierra, creando una multitud de líneas aéreas pigmeas, en un país donde el transporte aéreo es absolutamente fundamental y donde hay lugares totalmente incomunicados. El mantenimento de la flota era el que era, y a los aviones se les estrujaba, y me da que se les sigue estrujando, mucho más allá del plazo normal de retiro y jubilación. Con los vuelos internacionales tienen algo más de cuidado a la fuerza, pero los vuelos internos son de pronóstico reservado. De hecho, tras una racha de tres desgracias en poquísimo tiempo, los norteamericanos dieron la orden a sus diplomáticos de que eludieran las compañías rusas, y así es como para hacer un trayecto tan tonto como, por ejemplo, Moscú - San Petersburgo, los diplomáticos gringos daban más o menos la vuelta a Europa, eso sí, en primera, pagando un ojo de la cara a costa del contribuyente estadounidense. Dichosos ellos, que pueden y quieren permitírselo.

De toda la pléyade de microcompañías de aviación han acabado desapareciendo las más y destacando algunas, como Sibir, que, los pobres, para un Airbus que compran, va y se les estrella. Alguna tiene un nombre directamente inquietante, especialmente KrasAir. Los que estamos por aquí sabemos que se trata de una línea aérea con base en el aeropuerto de Krasnoyarsk, en el centro de Siberia, pero ¡qué nombrecito!

Para otro día queda una descripción de la flota de aviación genuinamente rusa, con el cuarteto fantástico Antónov, Yakovlev, Tupolev e Iliushin, que no es la selección rusa de ajedrez, aunque lo parezca; y digo que queda para otro día, porque ahora... me llaman al embarque. Si alguien llega a leer esto, es señal de que la cosa ha ido bien y que otro día podré seguir escribiendo mis experiencias en los cielos de la Santa Rusia. Amén.

(Por si no quedó claro, la cosa fue bien. Además, el aparato resultó ser un Boeing, no un Tupolev. Se agradeció)

lunes, 10 de julio de 2006

Soziedad Alkoholika

Son las nueve menos cuarto de la mañana. El sujeto de la foto, vestido de punta en blanco con su chándal brillante, sosteniendo un cigarrillo en su mano derecha y un gin-tonic en lata en la izquierda, probablemente se encamina hacia su trabajo, suponiendo que esté en condiciones de ejercerlo cuando llegue al mismo.

Hasta llegar aquí, jamás había visto que en las latas, en lugar de cerveza como mucho, metieran gin-tonic y todo tipo de cubatas. Aquí, sí lo hacen, y con un exitazo sensacional. Con todo, el líquido más popular es la cerveza. Si en España, país que dista mucho de ser comedido con el alcohol, el volumen habitual es un quinto o un tercio, aquí los quintos sencillamente no existen, el tercio es la unidad que consumen las mujeres más prudentes con la bebida, y las que no lo son tanto y la totalidad de los hombres empiezan con lo que podríamos llamar un "medio" o una "semilitrona".

Por la mañana, casos como el quillo de la foto no son demasiado frecuentes, pero por la tarde, de vuelta a casa, hombres, mujeres y prácticamente también niños (éstos se esconden un poco, pero sólo un poco) aferran unánimente el gollete de una semilitrona y proceden a vaciarla parsimoniosamente de contenido. Luego repiten el proceso.

Iba yo por la calle un día pensando en las musarañas, cuando me abordó un individuo con los ojillos preocupados.

- Oye, tengo diez rublos. Vamos a buscar a otro, compramos una botella de vodka y nos la bebemos entre los tres.

No sé si he dicho que detesto el vodka y casi todos los mejunjes de graduación superior a cero, lo cual me acarrea serios problemas de insociabilidad en este país.

- Me gustaría, pero es que soy ex-alcohólico.

El individuo me miró espantado, como imaginándose la perspectiva de alguien que rehúsa beber voluntariamente para toda su vida, y me siguió con la mirada sin decir una palabra mientras yo me alejaba algo corrido.

La esperanza de vida de los rusos no llega a los sesenta años, y la de las rusas sólo pasa algo de los setenta. Tomemos nota de una de las causas.

jueves, 6 de julio de 2006

Celebridades locales: Yuri Dolgoruky


La serie de celebridades locales debe comenzar forzosamente por el que, según la leyenda, es el inventor del engendro. El príncipe Yuri Dolgoruky (que podríamos traducir libremente como "Jorge el Brazos Largos") pasa por el ser el fundador de Moscú, aunque sólo sea porque se citó con un compinche suyo,Sviatoslav Olgovich, aquí mismito, en el lejano 1147, y esa fecha pasa por la de fundación de la ciudad. Él era hijo segundón (de hecho, más que segundón, era el sexto) de uno de los monarcas más prestigiosos de la época, Vladimiro II Monómaco, pero se las compuso para crear una potencia de un principado de segunda categoría como era el de Rostov-Suzdal, en cuyo territorio entraba lo que hoy es Moscú. Incluso parece que mandó edificar una empalizada de madera. Ya se ve que las obras públicas no son lo que eran.

De todas formas, en aquel tiempo esto debía ser un villorrio miserable, con apenas unas cuántas casas de madera y alguna iglesilla destartalada, a las orillas del río Moscova, mientras los bosques llegaban hasta la misma orilla del río, y crecían arbustos de moras, endrinas, fresones, y se podían pescar peces con garantías de que no serían radioactivos, o navegar por los ríos Moscova, Neglinnaya y Yauza. Y no había policías de tráfico, ni funcionarios corruptos, ni doce millones de personas que no saben distinguir la mano derecha de la izquierda, como ovejas sin pastor, ni dependientas chillonas, ni edificios con ascensores hediondos, ni niñas de veinte años vendiéndose o regalándose, ni colas...

Snif...

miércoles, 5 de julio de 2006

El parque móvil (III)


Ayer me enteré de la trágica noticia: ZMA ha dejado de producir el "Oká".

El Oká es un ejemplo de coche que sale bien de chiripa. El gobierno soviético, en 1985, a saber por qué, creó ZMA (que, traducido, quiere decir algo así como "Fábrica de Coches de Pequeño Cubicaje"), como una subsidiaria del grupo Kamaz (fabricante de camiones y otros monstruos, pero de ése hay que hablar otro día). El caso es que quien fuera se puso a trabajar y en 1987 salió al mercado el "Oká", un bichito ridículo en comparación con el Volga y con los mamotretos de la serie Lada. El vehículo de marras, con un motorcito que debe ser poco más que el de una moto, estaba adaptado para ser conducido por minusválidos.

Sí, sí, minusválidos... llegó la crisis, se esfumó la URSS, llegó la hiperinflación, se esfumaron los ahorros de la población, y la gente comenzó a ver que el Oká, el bichito ése, no sería potente, ni imponente, pero costaba cuatro chavos (aun hoy, nuevo, nunca ha superado los 2.600 euros, al cambio). Los no minusválidos comenzaron a pasarse al Oká, que además era bastante sencillo de conducir por las atascadísimas calles de Moscú.

Incluso yo (y es que lo pequeño, aunque birrioso y oxidado, es hermoso) estuve planteándome la posibilidad de pillar uno. Luego me conformé con una bicicleta, que es lo mío, y más adelante la circunstancia de aumentar más y más de familia acabó con la opción. Pero bueno...

En esto, los pérfidos burócratas rusos sacaron en abril una normativa de emisiones algo más exigente, y hasta aquí llegó el Oká, que fue concebido en tiempos en que la ecología sonaba a capitalismo plutócrata y burgués. Y ahora se nos han vuelto ecológicos, los tíos. Uno se pregunta cuál es el motivo de que los camiones rusos, las hormigoneras, los camiones-volquetes de todo pelaje, que van soltando un humo negrísimo a la que avanzan, sigan circulando tan ricamente, y al Oká le hayan dado la puntilla. Huele a maniobra de los competidores. O a pela pura y dura, porque ZMA ha comenzado a montar coches coreanos, a la vez que están llegando a un acuerdo con los italianos de FIAT. Y esos coches cuestan como que un poquito más. Qué bien han venido las nuevas normas de emisiones...

Ya veremos. Ahora salen los clubes de fans del Oká y comienzan a protestar ¿De verdad no existe la posibilidad de ponerle un motor decentillo? Pues parece que sí, o eso dicen en "Pravda" (no es el "Pravda" de toda la vida, pero bueno, hace lo que puede).

El parque móvil ruso sigue su evolución. Esto todavía tiene bastante que contar...

lunes, 3 de julio de 2006

Las colas


Una cola occidental es una fila más o menos ordenada de gente que espera su turno. Incluso cuando en los supermercados, estaciones de tren y otros sitios no existían los números, la gente llegaba, preguntaba quién era el último y se esperaba hasta ser atendida.

En Rusia, no.

En Rusia, una cola es una masa informe de gente desesperada por ser atendida cuanto antes y que considera legítimo saltarse el turno y ponerse por delante de quienes habían llegado antes. Vale todo: codos, body-check, testigos falsos, amenazas de muerte... lo que sea. Hay que tener un cuidado especial con las mujeres voluminosas de entre cuarenta y sesenta años, auténticas especialistas en disuadir cualquier protesta a base de rugidos (además, la dependienta suele ser de su estilo, lo que ocasiona cierta complicidad entre ellas).

- Oiga, señora, por favor. Deje de pisarme el pie.
- ¿Le molesto? -a la pregunta suele acompañar una mirada de desprecio infinito.
- Mire, que yo llegué antes. Voy detrás de esa señora.

Por suerte, la señora a la que había pedido el turno estaba y se mostró dispuesta a testificar en mi favor. Si se hubiera ido desesperada (las colas aquí pueden durar medio día perfectamente), la cosa hubiera tenido peor arreglo.

- Perdone - palabra dicha tras un gruñido de desaprobación.

Comienza la siguiente fase en la lucha por el "Lebensraum": el "body-check".

La señora sabe que no me voy a dejar avasallar tan fácilmente y que estoy dispuesto a defender mi decimonoveno puesto en la cola. Comienza, pues, a hacer que el tiempo que la dependienta tarde en atender a los dieciocho anteriores sea un infierno para mí. Sus ciento veinticinco kilos (70% de grasa) se arriman a mis sesenta y seis. Mis sesenta y seis retroceden espantados diez centímetros, lo justo para evitar el contacto inmediato. Un rictus de desagrado se dibuja en mi cara. Los ciento veinticinco kilos avanzan diez centímetros más. Clavo los pies en el suelo y mantengo inmóviles mis sesenta y seis kilos.

- ¡Señora!
- ¿Qué pasa?
- Me está empujando.
- ¿Yo?
- Sí, usted.

La señora se encoge de hombros y mira hacia otro sitio. Ante la inferioridad física, trato de pasar a la guerra de guerrillas, aprovechando mi mayor velocidad.

Pasan diez minutos, y la dependienta ha conseguido atender a uno. Sólo quedan diecisiete. La cola se mueve y yo, en un hábil movimiento de cintura (de la que mi adversaria carece), me coloco justo delante de ella, en directo contacto con su vanguardia, que se bambolea bajo mi espalda. Trago saliva, y juro que me ducharé en cuanto llegue a casa.

- ¿Qué hace? - grita, más que pregunta, la señora.

Me callo. Noto, y huelo, y palpo, que la señora empieza a sudar de ira. Emparedado entre la que va antes y la que va después, mi situación es difícil... veinte minutos después, a base de forcejeos y desplazamientos centímetro a centímetro, he conseguido hacerme con un espacio vital respirable, frente a imprecaciones esporádicas de mi contrincante y miradas de extrañeza de la que va delante, que no sabe qué pensar.

La ducha fue concienzuda. A despecho de la "profilaktika", que me tiene frito desde hace unos días, el agua helada corrió abundante.

sábado, 1 de julio de 2006

La ciudad más cara del mundo (II)


Siguiendo con las meditaciones del otro día sobre por qué esta bendita ciudad se ha convertido en la más cara del mundo, según Mercer, cabría plantearse algunas cuestiones que el señor Tsoy pasa por alto:

1.- ¿Es culpa de los extranjeros que Moscú sea la ciudad más cara del mundo? Si nos referimos a los precios del alquiler de viviendas, la respuesta es que en parte sí. Las empresas extranjeras pagan la vivienda a sus directivos desplazados, y pagan muy bien, pero que muy bien. El resultado es que la vivienda digna se dispara de precio: no hay ningún estímulo para el directivo expatriado en negociar precios mejores (total, paga la empresa), ni, por supuesto, para el casero en rebajarlo.

2.- Curiosamente, los caseros prefieren a los extranjeros como inquilinos, antes que a los rusos. Se ve muy a menudo, y es muy chocante, sobre todo si lo comparamos con Europa Occidental (a mí me costó muchísimo encontrar alojamiento en Alemania, precisamente por ser extranjero). Los "nuevos rusos", como se conoce a los nuevos ricos rusos, muchas veces tienen más dinero que el extranjero expatriado medio, y puede pagar mayores alquileres, pero su fortuna es muy inconstante y pueden acabar desplumado de repente, con lo que deja de pagar. En cambio, los extranjeros somos buenos pagadores (y los directivos mucho más: paga la empresa).

3.- El número de extranjeros en busca de vivienda en Moscú no hace sino aumentar. Rusia está podrida de dinero, de petróleo y de gas, y Moscú se ha convertido en un centro financiero de primer orden, con lo que no hay empresa de cierta importancia que no tenga aquí su delegación, ni país, por birrioso que sea, que no tenga una nutrida embajada. En consecuencia, la demanda de vivienda en alquiler es alta, y no precisamente de cuchitriles.

4.- El señor Tsoy tiene la desfachatez de mencionar, en su entrevista, que la calidad de vida de Moscú es mucho mayor que en otras ciudades. Y lo dice sin sonrojarse, el tío. En cambio, un estudio de la mismísima Mercer, de marzo de este año, sitúa a Moscú en los últimos puestos del mundo de ciudades con mayor calidad de vida, a la altura de agujeros insondables como Abidján o Delhi. Entre Tsoy y Mercer, parece que se acerca más a la verdad la segunda. Un directivo extranjero, al que le ofrecen Moscú y que conoce el estudio de Mercer (y la temperatura que nos gastamos por aquí: estamos a 1 de julio y nos hemos pasado el día a 12º, después de unos días de calor pegajoso e insoportable), pide una pasta gansísima por venir. Y claro, la gente que cobra una pasta gansísima suele estar dispuesto a gastársela, con lo que las cosas se encarecen.

Se me ocurren muchas cosas más, pero la más importante, que es algo así como "¿Y por qué la calidad de vida en Moscú es tan detestable?", la dejaré para otra entrada, que ésta se hace larga.