lunes, 30 de noviembre de 2009

Educación gratuita

En España, de vez en cuando, y por lo que me cuentan los que viven por allí, surge periódicamente el debate entre la escuela pública y la privada, con ese caso intermedio que es la privada concertada. Parece que la pública es gratuita, que la privada cuesta un riñón, y que la concertada es gratuita, pero poco, porque con lo que recibe el colegio del concierto no les llega, así que tienen que completarlo con aportaciones, sólo hasta cierto punto voluntarias, de los padres, enmascaradas bajo diferentes subterfugios. En tanto no llegue el cheque escolar, que ojalá lo vea, tengo entendido que es así como está el percal por allí.

En Rusia, el concepto de concertada no existe, la privada no sólo cuesta un riñón, sino tres o cuatro, y la pública es la alternativa lógica para quienes no somos oligarcas dueños de petroleras y clubes de fútbol.

La escuela pública rusa es tan gratuita como la concertada española. La administración paga los salarios del personal docente, casi todos los manuales escolares (notable ventaja frente a España, por cierto)... y nada más, literalmente nada más. De esta manera, los padres, que tienen cierto reparo a que sus hijos estudien en una pocilga herrumbrosa y decrépita, utilizan un sistema autogestionario. Uno de ellos (mejor dicho, de ellas) se erige en administrador unos meses antes de que los niños se incorporen al equivalente a primero de primaria y organiza la recogida de fondos, el adecentamiento del aula y la compra del material básico. La cosa funciona sola, con un curioso sistema de sobreentendidos (o sea, por ejemplo, la escuela pública es gratuita, pero se sobreeentiende que hay que apoquinar), no hay ninguna norma que la regule y los profesores, esos héroes, intentan apartarse pudorosamente al final de las reuniones de padres, que se convocan bajo pretexto de ver cómo van los chicos, pero que, de hecho, son para recaudar fondos.

Y, como pasa lo que pasa, o sea, que basta escaquearse de las reuniones para no pringar pasta y hacerse el sueco para salir de rositas, la labor del administrador del comité de padres, cargo voluntario, es tirando a desagradable. Así es como se generan cartas como la que nos trajo Ro el otro día y que dejo traducida aquí para que no volváis a quejaros nunca de la escuela pública española. Si sabéis ruso y la queréis leer en su idioma original, pinchad la imagen.

¡¡¡Estimados padres!!!

Todos somos personas ocupadas y reunirnos es bastante complicado, por lo que no es muy razonable convocar una reunión de padres por un par de cuestiones. Por ello el comité de padres cree posible solucionar esta cuestión de la siguiente manera: escribir cartas sobre los problemas y necesidades de la clase y enviarlas con los niños. Será más sencillo para nosotros, los padres.

Si esta manera de actuar resulta más cómoda, en el futuro nos comunicaremos así. Debemos estar interesados en la solución de las cuestiones domésticas, ya que queremos que nuestros niños estén a gusto en el aula, en la cual pasan una gran parte de su tiempo.

Cuestiones:

1. ¿Vamos a hacer excursiones antes de Año Nuevo? ¿Y después?

¿Cuántas excursiones organizamos? ¿A dónde? ¿Puedes ustedes pagar por estas cosas? ¿Alguien puede tomar parte en la organización de tales excursiones?

(siguen tres líneas en blanco)

2. En nuestra escuela primaria se ha estropeado la fotocopiadora. A cada clase le corresponde pagar 1.500 rublos para adquirir otra.

3. ¡Y está al caer el Año Nuevo! ¿Vamos a decidir qué compramos a los niños? Por ejemplo, puzzles, libros, una bolsa con golosinas. Propongan, pero el precio del regalo no debe superar 300 rublos. Si tienen ideas, escriban. Si les da lo mismo, escriban también ¡No se avergüencen!

(otras dos líneas en blanco)

4. ¡También es Año Nuevo para los profesores! Tenemos la propuesta de otras clases, precisamente de nuestra escuela primaria, de recoger dinero juntos y hacer un regalo conjunto, ¡PERO!, queridos padres, si de repente alguno de ustedes tiene la idea y el deseo de comprar un regalo por su cuenta, escríbanlo también.
POR FAVOR. Y si, otra vez, les da lo mismo, escríbanlo también.

(ahora sólo hay una línea en blanco)

5. Compra de un IONIZADOR (de fabricación italiana, con ultravioleta) para el aula. Compremos de una vez un ionizador de aire. Ha llegado la temporada de los constipados (¡¡¡con síntomas iniciales, y también con restos de gripe, nuestros niños siguen yendo a clase!!!), y debe haber alguna defensa, y aire limpio. Un ionizador cuesta de media 4.000 rublos, y se puede encontrar algo más barato.
¡¡¡Que somos veinticinco personas!!! Escriban también sus respuestas y propuestas. (media línea, y gracias)

6. Todavía tenemos papel higiénico y jabón, pero creemos que hacia diciembre se acabarán las reservas de la clase.

7. Cuentas del dinero recogido en septiembre y octubre de 2009.

En la última reunión de padres decidimos que cada padre pagara 1.000 rublos para las necesidades de la clase hasta diciembre de 2009.

Suma recaudada: 21.500 rublos (no parece múltiplo de mil...)
Gastado: 18.727 rublos.

rotuladores del año pasado, 1.500 rublos; limpieza de ventanas, 1.000 rublos. Regalos a los niños por los cumpleaños, 3.000 rublos (aún hemos de devolver mil); necesidades domésticas (970 rublos); Día del profesor, 5.437 rublos (este año nos arreglamos sin flores); estores y bandejas, 5.500 rublos; botiquín para los niños (1.320 rublos) (tenemos comprobantes y cualquier padre, si lo desea, puede examinarlos).

Nos quedan 2.773 rublos.

8. Cada padre debe (realmente "debe") responder a la pregunta de qué cantidad de su presupuesto puede aportar para las cuestiones indicadas. Rogamos insistentemente que no dejen la solución a estas cuestiones en el fondo del cajón. Sería deseable resolverlas no más tarde del final de octubre de 2009. Y a los que no hicieron hasta ahora la aportación antes indicada, por favor, solucionen esto ¡¡¡No hay que solucionar los problemas financieros de uno a costa de los otros padres!!!

Representante del comité de padres - Menganita de Tal (madre de Marianita de Tal).
Mi teléfono: x-xxx-xxxxxxx
A todo esto, hay que recaudar unos 880 rublos de cada uno. Sin contar excursiones.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Komandirovka

La "komandirovka" es una de esas palabras que los extranjeros que vivimos aquí utilizamos directamente sin traducir. Ocurre con otras, como "remont-ремонт" o "rynok-рынок", que ciertamente tienen traducción al español ("reforma" y "mercado", respectivamente), pero cuya traducción es muchísimo menos expresiva que la palabra original, en ruso, incrustada en una conversación o un texto en castellano. Al dejarla en ruso, el emisor del mensaje no se limita a transmitir un concepto, sino todo un enjambre de sensaciones locales que se perderían con la traducción.

Una "komandirovka" es un viaje de negocios por iniciativa ajena, controlado con todo tipo de documentación que pruebe que has estado efectivamente en el lugar al que tu jefe te ha enviado, y no en la playa. Con eso, al empleado le pagan unos "gastos de viaje" radicalmente limitados por la ley tributaria rusa y que, una vez más, suenan mejor directamente en ruso: komandiróvochnye (командировочные). Pronunciadlo si podéis.

Lo normal es que los komandiróvochnye vayan al bolsillo del viajero (o al duty-free del aeropuerto, si se da el caso), porque lo habitual es que el huésped que acoge al trabajador viajero corra con los gastos de manutención. Y que gaste a saco paco, hasta el punto de que cinco días de komandirovka pueden arrruinar la dieta del más pintado. O de la más pintada.

Alfina no es ni mucho menos la más pintada, pero acaba de llegar de una komandirovka relativamente prolongada y, para mayor abundancia, tiene una hija observadora y sin pelos en la lengua. Así que, después de los besos y abrazos de rigor, Ro se quedó mirándola y dijo muy seria:

- Mamá, ¿eso es que tienes un bebé o que la camiseta se te ha quedado pequeña?

Acto seguido, sonaron unas carcajadas bastante sonoras que emitía su padre. Ro reflexionó un poco más y añadió:

- Bueno, supongo que es que la camiseta se te ha quedado pequeña.

Sí, sería eso. Nada que no pueda remediar una semana a base de verdurita.

(Esta vez no hay foto ilustrativa. Yo la había sacado, pero la cámara ha desaparecido misteriosamente)

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Caducidad

De vez en cuando navego por páginas en internet relacionadas, como ésta misma, con Rusia, lo cual a veces resulta muy útil para aprender cosas sobre el pasado ruso. En cambio, sobre el presente, la mayoría de esas páginas yo diría que despistan con más frecuencia de lo que parece.

Eso no es de extrañar. Y no es de extrañar porque el conocimiento de la realidad rusa caduca con mucha rapidez. Hay cosas que no cambian, vale; pero hay otras muchas que sí lo hacen, y hay que ver lo deprisa que cambian aquí, leches.

Anatoly Dobrynin es, seguramente, el más famoso de todos los diplomáticos rusos de todos los tiempos. Dirigió la embajada de la Unión Soviética en Estados Unidos durante la friolera de veinticuatro años, entre 1962 y 1986, y le tocó lidiar con la Guerra Fría en todo su esplendor, desde la crisis de los misiles hasta muy poco antes de la caída del muro. Durante su mandato se sucedieron seis presidentes estadounidenses y cinco secretarios generales del PCUS.

Los que le conocieron, en particular en sus últimos años como embajador, coinciden en que lo sorprendente no era que no tuviera prácticamente ni idea de la realidad cotidiana del país en el que estaba destinado. Eso no era sorprendente, porque en realidad es lo más habitual en los diplomáticos de alto copete, probablemente de cualquier país, y con más razón en el caso soviético, y ahora ruso, que yo diría que en su ministerio no les estimulan demasiado a salir de los muros de sus residencias y confraternizar con el pueblo.

En el caso de Dobrynin, lo verdaderamente sorprendente no era eso, sino que no tenía ni idea de la realidad en su propio país, la Unión Soviética. Parecía que viniera de otro sitio, y probablemente, a la vista de lo que cambió la URSS entre su entrada al cargo y la salida del mismo, algo de eso había.

Ésa es la impresión que se tiene al leer cómo pontifica por internet gente que lleva más de un lustro fuera de Rusia. Españoles, sí, pero no sólo españoles: tampoco bastantes rusos que sólo pasan por aquí un par de semanas al año de vacaciones parecen enterarse mucho de los avatares que sufren los residentes locales.

Hace unos años, creo que en 1997, una compañera asumió la tarea de buscar acomodo a un español que venía a pasar a Moscú unos cuantos meses. El español en cuestión no era novato en el país, sino que había estado cosa de un año en 1991. No mucho antes, pues.

El español envió por escrito sus preferencias de alojamiento:

"Quiero que me busquéis un piso de dos habitaciones a no más de diez minutos del metro. En el centro, o como mucho una parada fuera del anillo. Que no cueste más de cien dólares al mes."

En 1997, el conjunto de apartamentos que cumplían esos requisitos era el conjunto vacío. Mi compañera intentó hacerle ver al español que la variable precio debería ser un poco más flexible, ante lo que llegó una respuesta más o menos como sigue:

"A mí no me vengáis con que no se puede, que yo he vivido ahí y sé que no cobran tanto. A vosotros os engañan porque saben que es para extranjeros, pero claro que se puede sacar por cien dólares."

Después de una correspondencia por lo demás interesante, mi compañera decidió escaquearse del asunto y dejar al español que se cerciorara él mismo de las particularidades del mercado inmobiliario local. Finalmente, el español apareció por aquí y no tardó mucho en darse cuenta de que los conocimientos que pudiera haber adquirido en 1991 debían ser actualizados urgentemente, en particular en lo referente a los precios de las cosas, que se habían multiplicado varias veces. Pero, durante las primeras semanas, aún le aparecían retazos de su visión soviética de 1991 que le hacían a continuación estrellarse contra la realidad rabiosamente capitalista de 1997. Al final, creo que contrató por un par de meses un cuchitril diminuto alejado del metro por trescientos dólares y poco a poco fue superando el choque intertemporal. Nunca se atrevió a invitarnos a verlo, así que todos dedujimos que su vivienda era especialmente impresentable, en sentido literal.

Aunque no con tal extremo como en aquellos años, hoy día ciertos cambios en Rusia siguen siendo vertiginosos. Hay cosas inmanentes, rígidas, pétreas, que son así y posiblemente nunca cambiarán (no sé, por ejemplo, las colas) Pero otras dan bandazos tremendos, así que cualquiera que no haya visitado Rusia en los últimos, pongamos, cinco años, no debería decir que conoce Rusia, sino, todo lo más, que conoce la Rusia del último año en que estuvo.

Así que, cuando veáis a algún pontífice de internet sentar cátedra sobre Rusia, aunque sea tan ruso como Dobrynin o haya pasado en Moscú más años que Carrillo, no toméis sus palabras como la verdad absoluta. Porque aquí muchas cosas cambian con velocidad y dejan el conocimiento acumulado tan caduco como, posiblemente, algunas de las primeras entradas de esta bitácora. Que, quieras que no, ya van teniendo su edad.

lunes, 23 de noviembre de 2009

A vueltas con la política monetaria

El Banco Central de Rusia no es un ejemplo de independencia, ni de transparencia, pero, a diferencia de los bancos de la zona euro, excepto el BCE, tiene algo muy importante: todo lujo de herramientas monetarias, lo que le permite devaluar de golpe, devaluar poco a poco, recortar tipos, incrementar tipos, cambiar de objetivos y, en suma, hacer lo que le dé la realísima gana. El Banco de España, con supervisar entidades de crédito (bueno, últimamente también se dedica a gestionar alguna, mal que le pese) ya tiene bastante.

La última vez que en esta bitácora se escribió de economía, el rublo se terminaba de desplomar, el crédito estaba estrangulado, el PIB se estaba pegando un batacazo de época y las reservas exteriores se habían reducido en un tercio. Y, en un artículo del Handelsblatt, se le brindaban diversas soluciones al Banco Central. Había una solución más que no proponía el artículo del Handelsblatt, sino yo mismo, consistente en que el Presidente del Banco Central, Serguei Ignatiev, pusiese una velita a San Sergio de Radonezh para que los precios del petróleo volviesen a subir.

No dispongo de información sobre si Ignatiev leyó esta bitácora y se puso a comprar velitas y a fijarlas ante los iconos de San Sergio, pero el hecho es que, sea como fuere, los precios del petróleo vuelven por sus fueros. No por sus fueros del verano de 2008, poco antes de despeñarse desde una altura de 140 dólares USA por barril, pero al menos sí por unos fueros lo suficientemente respetables como para que las reservas de divisas vuelvan a inflarse, para que vuelva el superávit en la balanza por cuenta corriente y, con ello, la elección tradicional del Banco Central en los últimos años: ¿inflación o tipo de cambio?

Hasta ahora, el BCR había optado por mantener el tipo de cambio controlado, básicamente comprando dólares y euros para evitar que el valor del rublo se disparara. Claro, si compras dólares y euros con rublos, lo que estás haciendo es darle a la maquinita de imprimir billetes e inundar el país de rublos. Y, si hay más rublos, pero las mismas cosas que comprar o vender, entonces el resultado es que tienes encima una inflación del quince. En este caso, además, literalmente, porque ése fue precisamente el porcentaje de inflación en alguno de los años inmediatamente anteriores al actual. Como, además, el tipo de cambio se movía un poquito a favor del rublo, el resultado es que con los dólares o los euros podías comprar cada año que pasaba cosa de un veinte por ciento menos que el año anterior. Si cobrabas en euros, lo tenías chungo.

La inflación es un auténtico coñazo. No es que sea mala de por sí, dentro de ciertos límites, pero es latosa y pone de muy mal humor a la peña cuando ve que los precios suben, con lo que da sensación de que las cosas van peor de lo que van en realidad.

Yo diría que con buen criterio, Ignatiev ha decidido (o le han hecho decidir) ponerle coto a la inflación, y señalar tal objetivo como prioritario. Eso pondrá más contenta a la población y dará mucha más estabilidad, pero también tendrá consecuencias desagradables.

Porque una de las cosas que tendrá que hacer Ignatiev es dejar de comprar dólares y euros y de inundar el mercado con rublos calentitos, recién salidos de la impresora. Como consecuencia, la gente tendrá muchos petrodólares y pocos rublos y lo que pasará es que el precio del rublo subirá, porque lo de ir con dólares a comprar o a pagar salarios no funciona.

Como el precio del rublo subirá, también subirán los precios de las cosas que se fabrican en Rusia. Y, por tanto, los gringos y nosotros, los uropeos, podremos vender nuestros cachivaches en Rusia, porque, medidos en rublos, serán mucho más baratos. Eso puede que le guste a la peña, que podrá comprar cosas más baratas, pero desde luego no a los fabricantes rusos, que verán que sus bienes no se los compra nadie, porque los que vienen de fuera son más baratos y mejores.

Además, así como ahora hay fabricantes extranjeros que hacen de tripas corazón y se vienen a construir fábricas en Rusia y a pelearse con los milicianos y demás chusma con gorra y uniforme, como el rublo comience a ponerse caro dejarán de hacerlo, porque será igualmente caro producir aquí y les saldrá más barato producir en su país y traer aquí lo que sea.

Para evitar que su competitividad se les vaya a tomar viento y que la inversión extranjera productiva se dedique a hacer cortes de manga, el Gobierno ruso ha tomado medidas de las que hacen torcer el gesto a los librecambistas de toda la vida. Por un lado, ha metido a saco varios aranceles de importación prohibitivos; por otro, ha sustraído el control de los aranceles de exportación a la Duma, de manera que ahora los puede imponer directamente el Gobierno (que desde luego es más rápido a la hora de tomar decisiones); finalmente, ha regado la Rossiyskaya Gazeta (que es, ya lo vimos, el lugar donde se publican las normas) de una pléyade de lo que llamamos barreras técnicas a la importación. Es decir, no te ponemos un arancel del 30% que te deje seco, pero pretextamos que tu producto no cumple con unas misteriosas normas sanitarias y no le dejamos entrar; o lo sometemos a más inspecciones que un cargamento de armas enviado a Afganistán; o te machacamos con unos precios mínimos tales que parece que hayas usado oro para fabricar tus cachivaches.

El resultado, claro, es que la peña extranjera se cabrea. Ya están las cosas bastante chungas con la crisis y tal para que encima venga el ruso y decida que en su casa no se vende un clavo que no sea ruso. Sin embargo, en una economía con tantísimos desequilibrios como la rusa, no tengo ni idea de qué otra cosa pueden hacer para que alguna magnitud no se les pegue un batacazo. De momento, parece que han decidido que, al menos, la inflación deje de ser uno de esos desequilibrios brutales, y luego ya irán equilibrando otras cosas. A ver qué sale de todo esto.

De momento, no sé vosotros, pero yo iría a comprar rublos.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Músicos acabados (VI)

Ya hacía tiempo que esta sección no era actualizada, y no es porque no hayan faltado candidatos a rellenarla, no. Por Moscú ha vuelto a pasar Isabel Pantoja y también ha vuelto a pasar Julio Iglesias, que supongo que a estas alturas ya tendrá el visado de múltiple entrada. Él sí que va a poder ir presumiendo por ahí. Hey.

Pero eso no es todo. Dentro de poco vienen los chicos (bueno, no tan chicos) del póster de la izquierda. Nada menos que Motörhead, con los treinta años sobre el escenario más que cumplidos y cuyo líder debería estar cerca de cobrar una pensión de jubilación. No me imagino yo al Lemmy cotizando como autónomo a la Seguridad Social, pero luego esa gente te sorprende. Tampoco me lo imagino jubilándose el año que viene, la verdad; al contrario, al Lemmy sólo la muerte debería bajarle de los escenarios. Killed by Death.

Bueno, pues no es la primera vez que vienen a Moscú, por lo que cabe suponer que su acabamiento era manifiesto ya desde antes. Sin embargo, vuelven para confirmarlo y, al ver los carteles, no puedo evitar cerrar los ojos y escarbar en la memoria para retrotraerme al lejano 1986, si no me equivoco, en que la banda de los Motöres actuó en una ciudad de la que seguramente no habían oído hablar nunca y de la que quizá tampoco volverían a saber nada después. La ciudad era Valencia, y el escenario para su actuación fue el pabellón municipal de la Fuente de San Luis (la Fonteta, para los amigos), donde jugaba, y sigue jugando, el equipo de baloncesto de Valencia.

La actuación fue tremenda. Pero tremenda de verdad. La peña se lo pasó de miedo, y así fue como el pabellón quedó en tal estado que el Valencia Basket Club no pudo entrenar en toda la semana. Hay quien dice que, a la hora de jugar el siguiente partido, en las gradas todavía olía a... bueno, mejor no sigo.

Pues ésta es la banda, acabadísima, que viene a Moscú el próximo 19 de diciembre a ver cuántos viejos rockeros quedan por aquí.

Mmm... el 19 de diciembre... a las siete de la tarde... en Luzhniki.

Mmm... vaya, vaya, así que el 19 de diciembre por la tarde.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Prensa escrita (III): Moskovsky Komsomolets

Me costó un montón encontrar la noticia de la reunión de Medvedev con los líderes de la oposición en el Moskovsky Komsomolets. En su lugar, en primera página había un artículo sobre un meteorito que había caído en un pueblecito de Letonia, en las que el titular tenía unas letras tan grandes que parecía maravilla que hubiera moldes capaces de imprimirlas; además, había una importante sección de cotilleos sin confirmar en primera página, con gente que a mí ni me sonaba, y alguna referencia a signos del zodíaco.

Sólo con pena y trabajo conseguí hacerme con el artículo perdido en una página interior. Y es que, seamos claros, el Moskovsky Komsomolets es un periódico de marujas o de morbosos, con unos periodistas cuyas fuentes son más falsas que un contrato de compraventa de la Giralda y que buscan los instintos más bajos del ser humano para despertar su interés. En resumidas cuentas, se trata de un diario sensacionalista. Si lo tuviera que comparar con un diario español, escogería "Público": diario progubernamental de calidad mejorable en busca permanente del escándalo.

Mi última profesora de ruso era una ávida lectora del Moskovsky Komsomolets. La buena mujer había estado toda su vida dando clase a alumnos de ruso de nivel nulo, que no sabían ni el nominativo de Moskvá, pero entonces llegué yo y a la segunda clase, cuando vi que me intentaba explicar la conjugación del presente, le dije que dejase la gramática para sus alumnos de primero y que a mí me enseñase a escribir, y bien. Finalmente llegamos a un acuerdo consistente en que yo escribiría redacciones a saco paco, que ella corregiría, y que ella buscaría textos periodísticos para hacer comentarios de texto en clase.

¿Y cuáles eran sus fuentes de textos para comentar? Efectivamente, era el nunca bien ponderado Moskovksy Komsomolets, concretamente su primera página. Recuerdo el título del primer texto: "Psicofonías repetidas atormentan a los habitantes de un edificio de cinco plantas" (Los edificios de cinco plantas, o jruschiovkas, son unas mierdas de casa que se caen a trozos, con lo que, en el fondo, no es de extrañar que haya espectros que se quejen). El segundo también fue bueno: "Unos expertos descubren ratas de tres metros en los túneles del metro de Moscú". En estas circunstancias, me costaba mucho aguantarme la risa durante los comentarios de texto, y mi profesora, que sería maruja y crédula, pero no tanto, al final se daba cuenta de que yo no creía mucho en los espíritus, ni en las psicofonías, que posiblemente eran las fuentes de información habituales de los periódistas de MK, ni me importaba demasiado que Alla Pugachova estuviera a punto de casarse con Filip Kirkorov y que él le hubiera regalado un dromedario en lugar de un anillo de compromiso.

Al final, claro, aquello no podía acabar bien. Yo conseguí cierto nivelillo escribiendo ruso, pero un buen día mi profesora se hartó de mi indiferencia extrasensorial y se fugó con un antiguo alumno suyo de las fuerzas armadas de la Republica Democrática Alemana, supongo que ya reconvertido para otra causa menos impopular en su unificado país. Yo, por mi parte, decidí que mi cupo de profesoras frikis ya estaba cubierto con ella (bueno, sin olvidarnos de las cinco anteriores), y no he vuelto a tener profesores de ruso desde entonces.

Pero vamos con el asunto. Hay que reconocer que, aunque no destacan demasiado el asunto, al menos le dedican dos artículos. El primero es descriptivo y se parece demasiado a lo descrito en Rossiyskaya Gazeta y que ya vimos, hasta el punto de que caben sospechar de de que en ambos casos podría coincidir la identidad del autor. El segundo es un análisis político y no tiene desperdicio: resulta que nunca hubo fraude electoral y que la culpa de los resultados es de la oposición, que lleva veinte años cayendo en picado. Lo tenemos en este enlace. Y aquí se traducen un par de párrafos, aunque todo el artículo no tiene desperdicio.

Selección natural

Los resultados de las elecciones han mostrado qué partidos habrá en el próximo parlamento

El pasado sábado, en el encuentro de Dmitri Medvedev con los jefes de los cuatro grupos parlamentarios, se ha puesto de hecho punto final a la discusión, que ya duraba tres semanas, sobre las elecciones del pasado 11 de octubre. De acuerdo con los expertos que analizaron las elecciones, los propios partidos determinaron sus resultados, así que las elecciones "concuerdan con las preferencias de los votantes."

Los analistas políticos tienden a analizar la victoria de Rusia Unida describiendo por qué perdió la oposición. Así, el director del Centro de Coyuntura Política, Aleksey Chesnakov, está convencido de que "la principal causa del fracaso en las elecciones de tal o cual fuerza política hay que buscarla en la falta de solución a un antiguo problema de la vida política rusa: el constante agotamiento del electorado propio de los viejos partidos." El analista supone que "la mayoría de ellos se enfrenta a una caída del nivel de apoyo de los electores."


El artículo sigue. Para aquellos lectores a quienes les interese la política rusa, puede ser aleccionador. En todo caso, el comentarista de MK se mantiene fiel a la versión oficial de: ¿Fraude electoral? ¡Nooooooo! y busca las causas de los resultados electorales en la inopia de la oposición, no siendo causalidad que exculpe del desastre a Rusia Justa, que resulta un poco rarillo llamar partido opositor. Teniendo en cuenta que utiliza como fuente el Centro de Coyuntura Política, que es hechura del Kremlin, algo así como si le preguntaran a FAES qué conclusiones extrae de la derrota de los sociatas en las últimas elecciones europeas, no es extraño que las conclusiones del articulista sean las que son.

La próxima entrada de la serie ya se dedicará a publicaciones no tan obsequiosas con el Kremlin, aunque tampoco estrepitosamente enfrentadas. Va llegando, pues, la hora de escibir sobre Nezavisimaya Gazeta.

lunes, 16 de noviembre de 2009

La caída del muro

Estamos de conmemoración. Hace veinte años que el muro de Berlín cayó y la mayoría de los protagonistas de entonces está de gira recordando su participación en los hechos. De todas formas, hay algún que otro protagonista que es un poquito más ninguneado que el resto. Y uno que es especialmente sobrevalorado.

Egon Krenz, sucesor de Erich Honecker al frente de la RDA, es cualquier cosa menos santo de mi devoción. Pero, en la entrevista que hace El País suelta al menos una verdad como un puño (en su caso, en alto).

P. Usted dijo que Gorbachov es un traidor. ¿Por qué?

R. No soy capaz de pensar con la simpleza que me achacan algunos. Yo confiaba en Gorbachov. Incluso después de su doble juego a nuestras espaldas respecto de la unidad alemana, en 1989. Tuve en él la esperanza de un socialismo renovado. Pero desde que dijo que su meta en la vida fue vencer al comunismo, yo respondo: no me lo creo. Es una excusa que se le ocurrió después de 1991. Sólo recuerda lo que le conviene. Lo que le salió mal lo convierte en sus supuestas intenciones políticas. Me parece falsario. Putin describió el hundimiento de la Unión Soviética como una catástrofe geopolítica del siglo XX. Gorbachov no es inocente de esa catástrofe.


Egon Krenz y yo probablemente no estemos de acuerdo en casi nada, pero su opinión sobre Gorbachov, personaje perjudicial donde los haya, la firmo encantado.

viernes, 13 de noviembre de 2009

La milicia contra Miles (IV): El desenlace

Viene de la entrada anterior

Se hizo el silencio. Sólo se oía el rasgar de los bolígrafos contra los distintos formularios que estábamos rellenando.

- Creo que antes Tatiana Aleksandrovna dijo que todo debía hacerse como es debido - dije muy despacio, midiendo las palabras -. Sigo estando a su disposición para lo que sea necesario.

Los bolígrafos seguían rasgando el papel. El miliciano nos dijo que tenía veintisiete años, estaba casado y tenía un hijo. Era una persona de buena apariencia y se notaba que tenía cierta formación. Era capaz de expresarse con soltura en lenguaje adminitrativo.

- ¿En España no se arreglan a veces las cosas como aquí, en el lugar de los hechos?
- Nunca - dije tajantemente.

Tatiana Aleksanrovna se vio en la obligación de intervenir.

- A veces la milicia ni siquiera interviene. La multa se genera automáticamente, ¿no es así? El policía le da un papel con la multa al infractor, y ya está. Ni siquiera hablan.
- Bueno, es verdad que hasta las envían a casa por correo, y se cobran.

El miliciano seguía escribiendo. Me preguntaba cómo una persona así podía estar trabajando en un lugar donde el salario es una formalidad y la parte principal de los ingresos proceden de extorsiones. Y en Moscú apenas hay paro. La mayoría de los milicianos de tráfico no tienen el aspecto de éste, sino más bien el del otro. Hinchados como cerdos, se mueven torpemente por la ciudad buscando presas para completar sus ingresos.

- Unos italianos me dijeron que en su país era como aquí. Que si pasaba algo, cien euros y ya estaba.
- Es posible - dijo Tatiana Aleksandrovna -. Pero éstos son españoles. Son católicos.

Casi me dio la risa.

- Puede que en Italia las cosas sean así - intervine -, pero en España, al igual que en Alemania, donde también he vivido, el que se atreva a ofrecer una recompensa a un miliciano puede meterse en un buen lío.

El miliciano ya estaba en la fase de repasar lo escrito. Le llamaron por radio.

- Sí (...) ¿Qué hay un accidente en el hotel Marriott y que vaya a escribir el acta? (...) Pero precisamente estoy escribiendo un acta. (...) Sí, estoy cerca, en cuanto termine iré hacia allá.

Todavía introdujo el miliciano algún cambio en lo escrito. Posiblemente el hombre había tenido que hacer el servicio militar y, al acabar los dos años, se había visto casado, con descendencia y con una formación a medio terminar. Y quizá no le hubiera salido mejor oportunidad que ingresar en la milicia de tráfico, porque hay que comer.

- También es verdad que hace poco estuve con unos colegas letones y me dijeron que ya casi nunca ocurre en Letonia. Pero es que tienen sueldos mucho mejores que los nuestros.

Nos alargó unos papeles.

- Firmen aquí y aquí. Tatiana Aleksandrovna, pásese pasado mañana por el cuartel. Ya habré registrado el acta y le darán una copia con sello. Podrá ir directamente al seguro con ella.

Uf. Y gratis.

- Y ahora, Tatiana Aleksandrovna, si quiere hacer una buena obra, posiblemente vuelvan ahora a su casa. Les vendría de paso dejarme en la esquina del hotel Marriott. Se ve que ha habido un accidente.

Así lo hicimos. Nos despedimos de él.

- Alfor, siento que sea tan difícil tratar con nuestros milicianos.
- Creo que hemos tenido suerte, Tatiana.
- Sí.
- Permítame disculparme de nuevo por todo el lío y el tiempo perdido.
- Usted se ha portado bien. Hubiera podido apartarse y decir que no había sido usted. Y no lo ha hecho.
- No hubiera sido correcto, Tatiana.

Nos despedimos y cada cual volvió a su casa.

Si nada lo remedia, nuestro miliciano jovencillo, dentro de un par de años, se habrá convertido en un luchador de sumo con chaleco reflectante y sin ningún escrúpulo de los que, al parecer, todavía le quedaban. Quizá ahora todavía esté a tiempo de salir del cuerpo de extorsionadores. Pero el problema comienza cuando hay gente que, a sabiendas de que el sueldo ahí no da para vivir, consiente en venderse y en convertirse en un zurullo amoral que mira la corrupción como algo consustancial a su entorno.

Otras entradas las he podido escribir con algo de sentido del humor, ironía, o lo que queráis. Ésta no.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El día de la milicia

Hagamos una pausa en nuestro relato, porque ayer se celebró nada menos que el "Día de la Milicia". Sí, es un poco peculiar que se celebre el día de uno de los cuerpos más odiados por la población, pero las cosas son así. También se celebra el "Día del Aduanero", famoso por las imágenes de los aduaneros borrachos haciendo el cabra en el Parque Gorki y molestando a las chicas, y la peña lo asume como algo natural.

Lo que ya parece excesivo es ilustrar el día regalando una postal conmemorativa a los miembros del cuerpo que nos encontremos por la calle. Sin embargo, esas postales existen, y una de ellas la tenemos en la imagen superior izquierda, con un texto que llama a la sonrisa benévola: "Nuestra gente ¡Feliz cumpleaños, Inspección de Seguridad Vial!"

Pues eso.

lunes, 9 de noviembre de 2009

La milicia contra Miles (III): El papeleo

Viene de aquí

En realidad, no fuimos a ningún cuartel. La milicia de tráfico arregla sus cosas dentro de los coches. Por lo general, se arreglan dentro de sus propios coches, pero, en este caso, como habían venido a pie, el papeleo se produjo en el coche rozado de Tatiana Aleksandrovna.

El miliciano gordo se fue, probablemente no al gimnasio, y dejó los trastos al joven, que empezó a escribir el parte con parsimonia. Cuando terminó su texto, nos pasó a cada uno un formulario donde debíamos describir lo que había pasado, y así lo estuvimos haciendo. Aún estábamos escribiendo, cuando el miliciano se me dirigió, sin volver la cabeza.

- Y ahora, Alfor, ¿qué hacemos con usted?
- No sé... lo que deba hacerse - respondí sin dejar de escribir.
- A lo mejor nos quiere hacer un favor y facilitar las cosas.
- ¿Facilitar? ¿De qué modo?
- Usted es extranjero, ¿no?
- Sí.
- Bueno, pues yo ahora le puedo dar un acta del accidente a Tatiana Aleksandrovna, pero no le puedo poner sello.
- ¿Cómo que no? - intervino Tatiana Aleksandrovna sobresaltada.
- No, el señor Alfor es español. No es ruso. Es súbdito, ¿de la reina de España, Alfor?
- Rey. No es reina, es rey.

Creo que no era el momento de explicarle al miliciano mi opinión sobre el jefe del Estado. Ya me supone tragar bastantes sapos eso de llamarlo "rey", por muy a regañadientes que fuera y para no liarlo todo más.

- Eso es. Súbdito del rey de España. Yo lo que tengo que hacer, por tanto, es darle un acta a usted, pero sin sello, porque del cuartel tendrán que enviarlo al Ministerio de Asuntos Exteriores, el cual tendrá que hacer sus trámites y nos lo devolverá con su aprobación. Pueden tardar meses.
- ¿Cómo que meses?
- Meses, y muchos. El año pasado hubo un accidente con un argentino en Fryazino, en el que también hice el informe, y todavía no ha llegado la autorización.
- ¿Sabe? - dijo Tatiana Aleksandrovna, que estaba en la fase de intentar simpatizar con el miliciano, a ver si salía algo en claro - Otra vez que tuve un accidente fue con un venezolano. Fue bastante complicado.
- ¿Ve usted? No hay que tener accidentes con extranjeros.
- Pero tenga en cuenta que la situación es excepcional. Estamos de acuerdo en todo.
- Claro, claro, por eso creo que Alfor querrá ayudarla a usted. Podemos hacer un truquito para despistar y, sin hacer referencia a algunos detalles, por una pequeña gratificación, yo haría el acta aquí mismo, la registraría en el cuartel y pasado mañana Tatiana Aleksandrovna podría pasar a por ella y de ahí al seguro, donde le arreglarían enseguida la delantera de su coche, que quedaría como nuevo ¿Qué me dice, Alfor?

Segunda tentación.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Prensa escrita (II): Izvestia

"Izvestia" es un superviviente de calidad del régimen soviético. En su día fue el órgano del Soviet Supremo de la URSS y, obviamente, prestaba una atención especial a la labor parlamentaria, incluso de un parlamento como aquél, en que por muchas burradas que dijeran los oradores, los diputados les aplaudían a ritmo de dos por cuatro. De hecho, mi relación con Izvestiay ha sido prolongada, siquiera sólo porque era nuestra lectura obligatoria en los oscuros tiempos de estudiantes de ruso, cuando no había internet y, más o menos cada tres meses, llegaban al deparatamento de ruso de la escuela unos cartapacios amarillentos de ediciones atrasadas de Izvestia. No entendíamos ni jota, y la verdad es que las noticias que traían no eran como para llamar nuestra atención, porque, la verdad, que un diputado yakuto interviniera en el Soviet Supremo mencionando los resultados de la temporada de caza y las previsiones de la temporada siguiente, sin olvidar la mejora en los resultados durante los cinco años anteriores, es algo que nos dejaba fríos. Y no sólo porque se tratara de Yakutia.

En los nuevos tiempos, Izvestia ha conseguido adaptarse muy bien a las circunstancias actuales. Es un diario de mejor calidad que antes, que tuvo la fortuna de aliarse en el momento preciso con el "Financial Times", lo que le llevó a disponer de un buen maestro en temas de economía de mercado, y con ello ha conservado una información económica de una calidad nada desdeñable. Bien escrito, aunque últimamente parece estar haciendo progresivamente guiños cada vez más evidentes hacia el sensacionalismo, ha encontrado un nutrido grupo de lectores identificados con su línea editorial.

El lector de Izvestia es una persona cultivada, de edad tirando a avanzada y bastante conservadora, aunque debe quedar claro que la palabra "conservador" tiene un significado totalmente distinto al que tiene en España, probablemente porque lo conservable es igualmente distinto. Es algo así, diría yo, como el ABC en España. Suele traer comentarios históricos, sigue informando sobre aspectos más de la URSS que de Rusia y, con mucha más mesura que Rossiyskaya Gazeta, tiende a apoyar al Kremlin, aunque sin lamerle el culo tanto.

Veamos la traducción de las primeras líneas del artículo en que se informa sobre la reunión entre el presidente y la oposición parlamentaria. Lo tenemos con pelos y señales aquí.

El Presidente dará garantías legales a la oposición

Los líderes de los grupos parlamentarios conversaron con el jefe del Estado.

Dmitri Medvedev aconsejó a la oposición parlamentaria volver al trabajo legislativo, y expresar sus pretensiones acerca de los resultados de las pasadas elecciones del 11 de octubre no en forma de protesta espontánea, sino a través de los tribunales. Los líderes de los tres grupos - KPRF, LDPR y "Rusia Justa" - fueron a propósito el sábado a la residencia del Presidente para quejarse de los injustos, desde su punto de vista, resultados de las elecciones. Medvedev escuchó a los parlamentarios durante más de una hora y finalmente declaró que el principal estabilizador de la actividad de la oposición podría ser la Ley sobre Actividad Opositoria, que el jefe del Estado probablemente vaya a presentar a la Duma tras consultar con todos los partidos políticos.

Mientras esperaban al Presidente, los líderes de los grupos parlamentarios se portaron de diverso modo, mostrando, si no odio, sí por lo menos descontento mutuo. Se veía claro que el secretario del Presidium del Consejo General de "Rusia Unida", Viacheslav Volodin, no quería sentarse junto al vicepresidente del Parlamento Zhirinovsky, del LDPR. Tampoco en esta ocasión Volodin perdió la ocasión de ser sarcástico, al recomendar a Zhirinovsky aglutinar a la oposición de derechas. El líder del LDPR resultó estar preparado para tal giro de los acontecimientos, declarando que podría aglutinar la oposición del lado que hiciera falta, con tal de que los de Rusia Unida no le echaran champú en su camino. No quedó claro por qué se refirió precisamente al champú, ya que Zhirinovsky se puso inmediatamente a aclarar al líder del KPRF, Gennady Ziuganov, que la última revolución de octubre no ocurrió en 1917, como pensaba él, sino sólo diez días antes, durante los sucesos en la Duma.
El artículo continúa. Parecen reuniones distintas, pero es la misma, sólo que el artículo de Izvestia, también progubernamental, se lee con agrado por su mejor estilo y porque el peloteo al Kremlin es mucho más inteligente que el de Rossiyskaya Gazeta y, quizá por ello, es mucho más probable que lo que sucedió en la reunión se aproxime mucho más a la versión de Izvestia.

En la siguiente entrada de esta serie, lidiaremos con un diario belicoso y sostenedor de las causas más increíbles del mundo entero.

Le tocará el turno al Moskovsky Komsomolets.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

La milicia contra Miles (II): La investigación

Viene de la entrada anterior

- ¿Y éstos son los dos coches?
- Sí, éstos dos.
- ¿Y por qué ha movido el coche?
- Bueno, lo he retrasado un poco. Para no obstruir.
- ¡No hay que quitar los coches del lugar del accidente! Podría usted hacer cualquier cosa. No sé... podría haber metido un cadáver en el maletero.

La rozadura de nada se estaba complicando muchísimo.

- A ver, ¿cuándo pasó esto?
- Hace un rato.

Sí, era mentira. Había sido la víspera. La vecina me había pedido que lo dijera así para que no hubiera lío. Si hubiera sido la vispera me podían haber arrestado por huir del lugar del crimen y, en lugar de atestado, hubiera habido un juicio que podría acabar con mi deportación del país. Y, sin atestado, el seguro passsa de pagar reparaciones de rozaduras.

- Veamos. Señora, ¿dónde ha sido el golpe?
- Aquí - y Tatiana Aleksandrovna señaló la rozadura, ya bastante limpia con toda la lluvia que había caído.
- ¿Y usted se ha hecho algo? - me preguntó uno de ellos.
- Una rascadilla en el parachoques trasero. Prácticamente nada.
- Eso lo diremos nosotros.

Uno de ellos, un poco más mayor y que no hubiera desentonado en un congreso de luchadores de sumo, le alargó la linterna al otro, más joven y menos entrado en carnes. Debía llevar poco en el cuerpo. El joven pasó por detrás de mi coche y escudriñó el parachoques trasero, donde efectivamente había algún rasguño. Por fortuna, incluso había quedado algo de la pintura del otro coche en mi parachoques. Yo ya pensaba que iban a confiscar mi coche para llevarlo a analizar a la unidad antiterrorista, pero el joven tenía, no sé si por suerte o no, otras ideas.

- Esto no ha sido hoy - masculló al otro.
- ¿No? - dijo el gordo.
- No.

Los dos civiles estábamos punto en boca.

- A ver, enséñeme sus papeles - me dijo el joven.

Comencé a sacar papeles: la tarjeta de identificación del coche, el seguro en vigor, mi tarjeta de identificación, el poder de Alfina para que pudiera conducir el coche y mi carné de conducir, que es el español. No me preguntéis por qué, pero aquí aceptan el carné de conducir español. Nunca estuve seguro del todo, pero, después de que el policía joven estuviera buscando cualquier fallo en los papeles, y no lo encontrara, puedo decir con seguridad que sí, que el carné de conducir español es válido, al menos, en Moscú.

- Vaya, vaya... así que español, ¿eh?
- Sí, español.
- Verá usted, aquí pasa lo siguiente. Podemos arreglar esto de manera que usted quede aparte. Una pequeña recompensa, y nosotros decimos que el accidente lo hizo un coche desconocido. A Tatiana Aleksandrovna le da igual, ella tiene seguro a todo riesgo. En cinco minutos terminamos y usted puede estar dentro de diez minutos tomando té en su casa. Si no, tendremos que ir al cuartel... y podemos tardar. Dos horas, seguro, entre que hacemos el acta... la firmamos... ¿Qué me dice?

Primera tentación.

- Vamos a hacer lo que diga Tatiana Aleksandrovna. Yo soy culpable, reconozco que soy culpable, no me he escapado, y para pagar los daños tengo un seguro. Ahora, que ella decida.

Primera tentación superada.

El policía gordo tomó la palabra.

- ¿Para qué montar un jaleo? ¡Si están de acuerdo! Decimos que fue un coche desconocido, lo arreglamos así, y a casa.
- Tengo que llamar para consultar qué hacer - dijo Tatiana Aleksandrovna.

Tatiana Aleksandrovna se apartó mientras hablaba con alguien.

- Vaya, vaya, viven ustedes bien.
- Sí, no vivimos mal.
- ¿Y cuánto cuesta un alquiler aquí, si no es secreto?
- Tantosmil euros al año.
- Vaya, vaya... nada menos que tantosmil euros ¿Y Tatiana Aleksandrovna?
- Que yo sepa, es la dueña.

En esto, volvió Tatiana Aleksandrovna.

- Me han dicho que lo hagamos todo como es debido.
- Bueeeeno... pues vamos al cuartel. Lo tenemos ahí cerca ¿Vamos en su coche?
- Vamos.

Los cuatro implicados montamos en el coche de Tatiana Aleksandrovna.

lunes, 2 de noviembre de 2009

La milicia contra Miles (I): El accidente

Era un domingo, día lluvioso, como casi todos. Estaba aparcando en batería junto a mi casa, con cierta prisa, porque debía salir rápidamente en otra dirección. De repente, noté que algo iba mal: había rozado el coche que estaba aparcado a mi lado.

No le había hecho mucho, pero allí había una rozadura. No le di mucha importancia. Llovía, no sabía de quién era aquel coche, y no podía dejar una nota en el parabrisas sin que la lluvia la desintegrara, así que me fui a hacer mis cosas y, al día siguiente, redacté una educada nota de disculpa, asumiendo toda la culpa del incidente, y dando todos mis teléfonos para que el dueño del coche pudiera localizarme y pudiéramos hacer un parte para el seguro. Como seguía lloviendo, metí la nota en una carpetilla de plástico y la sujeté con el parabrisas.

En España, después de que el dueño del coche me hubiera localizado, hubiéramos rellenado los papeles del seguro, porque el acuerdo era total, y nos hubiéramos separado tranquilamente.

Aquí, no.

Pocas horas después, encontrándome en mi trabajo, sonó mi teléfono.

- ¿Sí?
- Gospodin Alfor, soy Tatiana Aleksandrovna. He leído la nota que me dejó en el coche.

Era la vecina de un par de casas más allá.

- Ah, sí. Permítame disculpame de nuevo. Como ya le escribí, estoy dispuesto a asumir toda la culpa ¿Cuándo quiere que quedemos?
- ¡No sabe lo que me alteré! El coche es nuevo, ¿sabe? Bueno, he llamado a la policía de tráfico. Dicen que enviarán a alguien para hacer el parte ¿Cuándo estará usted por casa?
- Ahora estoy en el trabajo. Podría estar en casa sobre las seis.
- ¿Y fue usted quien lo hizo? Porque yo siempre le veo en bicicleta. Seguramente sería su mujer, ¿no?
- No, no, fui yo. De verdad.
- Bien, pues le llamaré a las seis cuando la milicia esté a punto.

Primer punto interesante: la milicia, o policía de tráfico, siempre interviene en los asuntos. En España, cuando hay acuerdo, como en este caso, ni se asoman; aquí lo hacen siempre, aunque en teoría no tendrían por qué hacerlo, pero, en la práctica, los seguros sólo pagan si ven un atestado de la policía con el sello puesto. Eso explica, además, por qué los seguros obligatorios son tan baratos: la gente, con tal de no vérselas con la milicia y pasar varias horas de torturas y sobornos sobreentendidos, se paga sus averías y pasa del seguro. Porque la milicia, y ya lo hemos visto alguna vez, y creo que no vamos a tardar en verlo de nuevo, es un cuerpo corrupto hasta la médula, hasta el punto de que sus componentes ven la percepción de "recompensas" como algo normal y éticamente aceptable. Que es el punto en que la corrupción es incurable.

A las seis, la vecina llamó.

- Gospodin Alfor, ¿dónde está su coche?
- Pues al otro lado de la casa.
- Me han dicho en el seguro que debemos colocar los coches exactamente como estaban cuando se produjo el accidente. De lo contrario, le podrían detener por huir del lugar del delito.

"¿Delito?"

- Bueno, vamos a ver qué podemos hacer.

La vecina colocó su coche donde estaba la víspera, después de esperar un buen rato a que se fuera el coche que lo ocupaba. El sitio de al lado estaba ocupado, pero la vecina conocía a la dueña, que era otra vecina que estaba paseando al perro. La vecina accedió a cambiar su coche de sitio, y entonces yo entré (esta vez sin rozar a nadie, ya sería el colmo) justo donde estaba. Bueno, si hubiera dejado el coche tal y como estaba en el momento del roce, o sea, rozando al otro coche, taparía totalmente el paso y provocaría un desastre en el vecindario. Así que lo retrasé dos metros para dejarlo bien aparcado.

- Bueno, ya está.
- Vamos a esperar a que lleguen. Me han dicho que vienen a pie, que tienen el cuartel aquí al lado.

Efectivamente, a los cinco minutos vimos a dos figuras rollizas con chalecos reflectantes acercarse hacia nuestra casa.

Hasta entonces, todo había ido bien. Hasta entonces.