lunes, 17 de junio de 2019

Canción triste de Bruselas

Mientras sigo puliendo detalles de las series que han quedado a mitad, me encuentro con un artículo bastante curioso, publicado en un medio, como 'El confidencial', que parece que no deja indiferente prácticamente a nadie. He leído desde que es prosocialista hasta que es de extrema derecha.

El artículo es éste, y no tiene desperdicio. La tesis del autor viene a ser que Bruselas es la segunda ciudad más importante de España, suponemos que después de Madrid, y que aquí hay un montón de españoles que, entre otras cosas, se dedican a defender los intereses de España, entre ellos los diplomáticos y personal diverso en las distintas embajadas de España. Digo distintas porque por lo menos hay tres: la bilateral de toda la vida, es decir, ante el Reino de Bélgica, pero además están la representación permanente ante la Unión Europea y la representación ante la OTAN. Ahí es nada.

El autor, al que en mi opinión le ha quedado un artículo muy aseado, me da la impresión de que, queriendo o sin querer, mezcla las churras con las merinas, como si todo español que trabajara en Bruselas estuviera defendiendo a España. Un buen número sí, desde luego, como los funcionarios españoles y los lobistas de las distintas autonomías y grupos españoles. Habrá quien no esté muy seguro de que en la 'embajada' catalana se defiendan los intereses españoles, pero bueno, a mi entender, el que defiende los intereses de una parte de España está, a su manera, defendiendo a España, aunque no lo tenga muy claro. En estos casos, defender a España va con el sueldo, más o menos alto. Los comentaristas del artículo se enfurruñan con los sueldos astronómicos que suponen que cobramos los que estamos por aquí, pero la verdad es que hay de todo. Vale, mucha gente cobra un pastón, y también los hay que van más justitos. Porque, aunque pueda parecer que los sueldos son altos, los gastos también lo son, para un nivel de servicio que deja mucho que desear bastante a menudo.

El autor parece pensar que los funcionarios europeos de nacionalidad española también defienden a España. Hombre, podemos aplicar una lógica parecida a la anterior, y decir que quien defiende a la Unión Europea defiende a cada una de sus partes, entre ellas a España, pero no estoy muy seguro de que esto funcione así. En todo caso, con la ley en la mano, los funcionarios europeos no pueden pedir ni recibir instrucciones de ningún gobierno ni entidad que no sea la institución para la que trabajan, esto es, que simpatía toda la que quieras, y vivan el Real Madrid y el Betis, manque pierda, pero nadie debería tirar para casa, sino defender un abstracto interés de la Unión que puede coincidir con los intereses de España, y así será muchas veces, pero no creo que sea siempre.

Yo creo que el periodista estaba un pelín influido por el tiempo que hacía los días anteriores al 9 de junio, que es cuando apareció su artículo. Llevaba una semana lloviendo a diario, con bastante frío y con un sol que se adivinaba a ratos perdidos, tras los nubarrones. Eso deprime al más pintado, y posiblemente también al corresponsal de 'El confidencial', que digo yo que acabaría por preguntarse qué demonios estaba haciendo en junio en una ciudad tan sumamente gris y plomiza como Bruselas, en lugar de estar dando paseos por el monte en Salvacañete, por ejemplo, lejos de las intrigas y cuchilladas de esta urbe sin piedad.

Entretanto, y a Dios gracias, el tiempo ha mejorado, y espero que también el humor del corresponsal, que ojalá esté pensando en un artículo más luminoso, en el que los funcionarios trabajan a gusto, se reconoce su esfuerzo con alabanzas (además de con euros, que una cosa no quita la otra), y después de una dura jornada de trabajo se aprietan unas cervezas en cualquier terraza o, si son muy caseros, en su jardín o en cualquier parque público. Pero de eso tocará hablar mañana, cuando anuncian temperaturas de más de veinticinco grados y tiempo seco. Después de la birria de tiempo que hemos tenido todo junio, pensé que no viviría para verlo.