domingo, 29 de marzo de 2020

Dos semanas más

Por Bélgica, los casos de coronavirus van aumentando, pero de momento están lejos de provocar la parálisis del sistema sanitario, y eso que las medidas de aislamiento no son especialmente severas. No parece sino que el país haya generalizado el fin de semana, y que todos los días lo sean. Quien puede (y yo puedo), teletrabaja, lo cual reduce enormemente el número de desplazamientos; y quien no puede, pues, o bien ha dejado de trabajar y de cobrar (un ejemplo claro es mi podólogo o el ortodoncista de Ame, que han cancelado todas sus citas), o, si tienen la suerte de estar por cuenta ajena, y no digamos si lo está en la función pública, ejerciendo labores que exigen estar presente, pues no trabajan, pero supongo que siguen cobrando.

Sea como fuera, Bruselas está razonablemente activa. Siguiendo los consejos del Gobierno, los bruselenses -y supongo que todos los belgas- pasean, montan en bicicleta y corren. Como ya dije, hay quien monta en bicicleta con el gesto tenso de quien apenas lo ha hecho en los últimos lustros, y el colmo es ver a algunos que montan por la acera, cuando apenas hay motivos para temer ir por la calzada, ya que el tránsito es reducidísimo. Si fuera así en días normales, Bruselas sería un edén.

Salgo a correr con cierta regularidad, y sigo viendo bastante gente en el Bois de la Cambre, y hasta en la Forêt de Soignes. Y me cruzo con numerosos ciclistas del grupo de los avezados. Se supone que está permitido rodar de dos en dos con otra persona con la que compartas piso, y lo cierto es que es un fenómeno bastante frecuente encontrarse a dos hombres rodando juntos.

En la cena, se me ocurrió comentar esto.

- ... y es evidente que no comparten piso - concluí.

Nunca lo hubiera dicho. Mi familia parecía estar esperando que dijese cualquier cosa criticable para lanzarse a la yugular.

- ¡Que estamos en el siglo XXI!
- ¿Y por qué no van a compartir piso?
- ¡Con la de parejas de hombres que hay en Bruselas!

Además, estamos en comunicación por vídeo con Abi, que también escuchó mi comentario y, desde Madrid, no perdió ocasión de meterse conmigo.

- A mí eso que dices me parece homófobo.

Y así siguieron un rato. Lo siguiente, supongo, es fascista directamente, o genocida, o lo que sea. Yo pensaba que con el confinamiento se nos iba a acabar la tontería, pero está visto que necesitamos que nos lo prolonguen un poco más, porque no merecemos salir a calle hasta prometer no ir diciendo chorradas por ahí.

Y, a lo mejor, dos semanas es poco. Está visto que hay gente que no aprende, y que necesita más tiempo de reflexión.

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