viernes, 8 de julio de 2011

El sarao (IV): La deconstrucción.

Nos acercamos a las mesas. Parecía que por el final había un poco más de espacio, así que nos colamos por allí. Un cocinero sonriente nos recibió y nos dio una cucharadita de unas bolitas de color rojo, que para nosotros era evidente que era caviar de salmón.

- ¿Qué es eso?
- Aquí pone que es caviar de melón.

Lo probamos.

- Pues sabe a melón.
- ¿Y está bueno?
- No sé. No estoy seguro.

Seguimos probando cosas raras. Había un postre extraño que parecía un estropajo y que estaba dulce... no, salado... no, sí que estaba dulce... bueno, no sé bien cómo calificar el sabor que tenía. La verdad es que estaba comestible, pero no era como para matar por comerlo.

Para entonces, buena parte de la gente ya se había ido retirando, en dirección a la mesa donde servían el vino, que ése sí que era como toda la vida, sin deconstrucciones ni narices.

- Creo que ahí sirven la famosa tortilla de patatas deconstruida de Fernando Adriano.
- ¿Vamos a probarla?
- ¡Vamos!

No había nadie. El cocinero nos puso en una copa lo que me pareció que eran los ingredientes de una tortilla de patatas por separado, con su aceite de oliva, sus huevos y sus patatas. No estaba mal, pero no pude evitar pensar qué hubiera pensado el legendario inventor de la tortilla de patatas, el tío Tomás, si hubiera visto en qué iba a degenerar su invento.

Entonces nos abordó un ruso totalmente borracho (y hay que reconocer que allí no faltaban medios para alcanzar tal estado), diciendo que los postres estaban un poco más allá. En realidad, los postres estaban donde nosotros habíamos empezado, donde el caviar de melón, y el primer plato era precisamente la tortilla deconstruida, así que habíamos comenzado por el final, pero, claro, es que aquello parecía caviar, que en Rusia es el aperitivo, y resultó que era fruta. Comimos un par de cosillas más y nos acercamos a los helados.

- ¡Mira esa chica!
- ¿Cuál?
- ¡Ésa! ¿Has visto qué vestido?

La verdad es que era por lo menos curioso. Era como si tuviera el escote por detrás. En lugar de tela, por la espalda tenía un pedazo de... nada, que le dejaba al descubierto toda la espalda y hasta una parte de lo que hay al sur de la misma.

- ¡Pero si se le ve el culo!
- Alfina, no es eso. Yo diría que es una espalda deconstruida.

Pasamos a los helados, y nos sirvieron una bola de helado de limón dentro de un limón. Yo creo que eso ya lo habían descubierto los de Helados Alacant, pero de todas formas estaba tan bueno que repetimos varias veces, porque una bolita, la verdad, sabía a poco. Y luego había otro postre, un crocante congelado con nitrógeno líquido que te hacía exhalar vapor por la boca a los cinco segundos de haberlo comido. Aparte de convertirte en un dragón, tampoco estaba nada mal.

Ahí había modelitos a cuál más extravagante, aunque el que se llevaba la palma era el de la espalda deconstruida. Está visto que la peña necesita llamar la atención como sea.

Mi opinión sobre la cocina de Fernando Adriano y de su discípulo Pacorrón Zero es que en Moscú va a arrasar. Las cosas originales y deconstruidas arrasan en Moscú, donde la gente tiene auténtica manía por ser diferente a los demás, y un restaurante cuyos platos no se sirvan en cualquier otro sitio tiene en Moscú más público que en toda España, aunque comer en ese restaurante cueste un riñón. Es más, tendrá más público si cuesta riñón y medio.

Y ya Alfina y yo consideramos que, a la vista de que al día siguiente nos tocaba trabajar, y ya pasaban de las diez y media, era cosa de ir retirándose a recoger el coche, que seguía aparcado en algún lugar cerca de cierta estación de metro. Eso nos permitió dar todavía un paseíllo por el Moscú crepúscular de estos días de verano, y de contemplar cosas tan chulas como la Catedral de Cristo Salvador a punto de nieve.



La sensación es un poco de fin de ciclo y de ganas de vacaciones. Que las hay, ya lo creo.

3 comentarios:

Babunita dijo...

Anda que si llega a haber una buena tortilla:

http://blogdebabunita.blogspot.com/2011/06/tortilla-espanola.html

y una jarra de gazpacho al lado del jamón iban a haberse aventurado por otras mesas Vds...

Alfor dijo...

Babunita, había tortilla. Eso sí, debidamente deconstruida.

Lo del gazpacho lo veo más difícil de deconstruir, pero supongo que todo es ponerse. Además, si lo deconstruyen igual puedo apartar el pimiento, que me sienta mal.

Anónimo dijo...

¡Que post por capítulos tan bueno!!reconozco que he esperado a que los publicases todos para leerlo del tirón.Muy divertivo y sobre todo,ilustrativo.