Está visto que IKEA sólo adapta sus tiendas por imperativo legal o por creer que puede sacar mucha pasta con ello. En Rusia se ha encontrado con los dos motivos. El primero le obligó a poner toda la información en ruso, que es un idioma con letras aún más raras que esa "a" con un redondelito encima que se gastan en Suecia. Así que, si vais a alguna tienda rusa de IKEA, veréis ИКЕА. Hay adaptación, pero tampoco es pasarse mucho, porque se ha limitado a una letra de cuatro.
Otra cosa con la que han tenido que transigir es con los nombres de los muebles, que, como sabéis, están en sueco y a veces son muy graciosillos. No sé si en España estará teniendo mucho éxito la fuente de acero inoxidable "Blanda", pero yo la vi el otro día en la tienda de Moscú y lo primero que me vino a la cabeza es que el acero se iba a derretir con sólo mirarlo. Por cierto, ¿alguien sabe qué quiere decir "blanda" en sueco?
En Rusia, lo que han hecho ha sido conservar los nombres de los objetos en sueco, como la ya mencionada y mundialmente famosa estantería "Billy", y transcribirlos además al cirílico, con lo que se ha transformado en "Били". Eso es muy útil, porque la transcripción es fonética, por lo que los clientes ya podemos pronunciar palabras como "Bjurstå" o, al menos, sabemos cómo se pronuncian. Yo me pregunto si en el IKEA de Sevilla también ponen esos nombres. También hemos aprendido que la "å" se pronuncia "o", que ya es capricho.
La segunda adaptación que ha hecho IKEA no ha sido por imperativo legal, sino para ganar pasta, que es de lo que se trata, después de todo. En España, hace unos años, hubo una ministra de Vivienda,
María Antonia Trujillo, que inició un plan de vivienda juvenil a base de ofrecer pisos en alquiler, con la salvedad de que los pisos debían tener entre 30 y 45 metros cuadrados, lo cual, para España, que mide 505.000 kilómetros cuadrados, y para la mentalidad de los españoles, no es pequeño, sino directamente humillante. Ahí no metes el ropero de una española aletiziada de las de "porqueyolovalgo" ni de coña marinera, cuánto menos su mueble zapatero.
En Rusia (que mide 17 millones de kilómetros cuadrados), sin necesidad de que haya ninguna ministra de cuota haciendo de las suyas, es frecuentísimo que los pisos sean todavía menores que los minipisos de Trujillo (conocida también, y es obvia la razón, como "Apretrujillo"). Y claro, en sitios tan pequeños es complicado meter muchas estanterías Billy, pero aquí llega IKEA para explotar, también, este nicho de mercado.
Y, si no, volvamos a la imagen que ilustra esta entrada. Un rinconcito de la tienda ha sido destinado a reproducir un micropiso de los que tanto abundan por Moscú y a amueblarlo de arriba a abajo. Veinticinco metros cuadrados, ni uno más. Traduzco, traduzco el texto:
25 m2. Esto es nuestra casa.
No es grande. Pero tiene mucha más capacidad de la que usted se puede imaginar. Estos 25 metros cuadrados son nuestra casa.
Y, al lado, en el ángulo superior, está la foto de un edificio típico de suburbio, feo hasta decir basta y parecido a uno que
ya visitó esta bitácora hace algún tiempo, así que no voy a hacer sangre con él. Y en el ángulo inferior, han puesto la foto de la supuesta habitante de la celda, una niña joven, soñadora y monilla que no agacha la cabeza ante las estrecheces (en sentido estricto) a las que se enfrenta y que lucha por obtener lo mejor de la situación en que se halla. Al cohabitador de la niña ni lo mencionan, porque ya se sabe en estos casos quién toma la decisión de compra y quién lucha por salir de la tienda lo antes posible antes de que la sangría para el bolsillo adquiera proporciones irremediables.
Uno entra en la reproducción del piso (el plano está en la propia imagen), y realmente flipa. Es cierto que es mucho mejor que los dos habitantes del piso sean delgados, y es deseable que se lleven muy bien entre sí, porque, aunque hay de todo, cama sólo hay una. Bueno, es un sofá-cama
fácilmente transformable. Hay un remedo de cuarto de baño que da para ducharse de perfil y peinarse de canto, un recibidor por el que se puede acceder al piso, aunque sólo en fila india, y una cocina integrada con el dormitorio y el comedor que permite suponer que mucho queso de Cabrales no van a consumir. Embutir todo eso en un cuadrado miserable tiene un mérito grandioso. A estos tíos les dejas un zulo de ETA y les sobra sitio para montar un jacuzzi.
Para cuando, de resultas de llevarse bien, los dos habitantes del piso pasen a ser tres, en otra parte de la tienda hay una solución habitacional de 35 metros cuadrados que incluye otras virguerías notables, incluyendo cuna y cambiador multiusos.
Eso sí, lo que siempre, siempre, siempre hay es una estantería Billy, aunque sea pequeña. Ahí ya se les terminó la necesidad de adaptarse, porque en su interior no había más que libros en sueco (siempre el mismo libro, además). Yo me preguntó qué necesidad tendrían los de logística de la tienda en traer ochocientos ejemplares de "Den vedervärdige mannen från Säffle", que en Suecia, como todo, deben costar un ojo de la cara, en lugar de comprar los libros en Moscú, donde prácticamente van a peso.
Bueno, bien mirado, si compran libros en ruso, igual luego todo son sisas, hurtos y se pasan la vida reemplazando ejemplares. En cambio, "Den vedervärdige mannen från Säffle" hay que ser muuuuy friki para sacarlo de la estantería y llevárselo a casa.
Parece que ahora no me ve nadie...