viernes, 31 de marzo de 2023

Colruyt

La última cadena que vamos a revisar, en estos momentos en que el sector se tambalea, es Colruyt, que, por el momento, es además la tienda que más frecuento. El modelo es totalmente diferente a los de los distintos Delhaize, Carrefour, Cora, Aldi o Lidl que hay por la ciudad, y que tampoco se parece demasiado al supermercado habitual en España. En realidad, el espacio comercial de los Colruyt es más parecido a un almacén mayorista que a una tienda, y los anaqueles no pasan de ser enormes espacios de almacén, donde, de hecho, hay toros mecánicos paseando con muchísima frecuencia, porque los reponedores trabajan al mismo tiempo que el horario comercial está en marcha. Los pasillos son, por tanto, más amplios, pero la impresión estética de la tienda es básicamente penosa.

Por contra, los precios son muchísimo mejores que los del Delhaize y que los de casi cualquier otra cadena presente en Bélgica. Supongo que es lo que tiene el minimalismo, que permite ahorrar costes. Colruyr es a Delhaize lo que Ryanair a Iberia, por poner una comparación aerolineal. El mismo que está colocando palés de cajas de leche luego te está cobrando en la caja, y ahí viene otra ventaja, porque los trabajadores del Colruyt son gente obviamente bastante musculosa que colocan ellos mismos la compra de los clientes en las cajas que lleven, lo cual convierte la experiencia en, no sólo barata, sino también rápida. Vete tú a decirle a una cajera del Delhaize que, ya que pasa la compra, te la meta en la bolsa, y verás lo que te responde. Sin embargo, los que están en huelga son ellos, mientras que los trabajadores del Colruyt, que se pasan el día moviendo pesos, ni siquiera rechistan. Para la salud del trabajador, me imagino que Colruyt, mucho menos sedentario, es mejor: no hay más que verlos a ellos, y a ellas, para darse cuenta. Eso sí que es igualdad: te puedes encontrar a una jovencita colocando cajas de botellas de lejía de cinco litros en los estantes, y a un bigardo con la cabeza rapada y tatuajes amenazadores cobrándote en la caja como si tal cosa (y luego se cambiarán de sitio, y no pasa nada).

Mi problema es que el Colruyt más cercano que tengo me obliga a desplazarme tres kilómetros. Tengo un Delhaize a trescientos metros de mi casa, pero está en huelga, y tengo un Carrefour City enfrente del Delhaize, pero decidió cerrar hace un par de semanas, lo cual limita bastante las opciones de compra sin irme a las quimbambas. Y todo indica que, a partir de final del año que viene, voy a quedarme sin coche. Es lo que pasa cuando los ecologistas y sus compinches se hacen con el poder, en este caso en la región de Bruselas.

Lo cierto es que la historia de Colruyt no es tan larga como la de los hermanos Delhaize, pero también tiene cierta veteranía. Sus orígenes hay que buscarlos en Franz Colruyt, un panadero de un pueblecito cercano a Halle (Lembeek, he pasado por allí en alguna ocasión), al que la panadería se le quedó pequeña y que decidió montar un negocio mayorista de ultramarinos. Como tantos otros, se decidió con el tiempo por la integración vertical y por hacerse con el canal minorista. Y, además, fue uno de los que ideó lo de las tarjetas de fidelidad. En su caso, los sellos que se pegaban a las tarjetas eran los sellos "Boni", un remedo abreviado de "bonificación" que han tenido su consecuencia hasta el día de hoy. Efectivamente, Colruyt tiene dos marcas blancas principales. La de nivel más bajo se llama "Everyday" y no veréis a muchos pijos comprándola; en cambio, Colruyt tiene una marca blanca de calidad bastante mejor que la anterior, y esa marca es, como aquellos sellos de fidelidad, "Boni".

Colruyt, como empresa, nació en 1950 y no ha salido de la familia del fundador, a través de, sucesivamente, Jo Colruyt y sus hermanos, que sucedieron al patriarca en 1958, y luego el hijo de Jo, Jef Colruyt, que le sucedió a su fallecimiento en 1994 y que creo que sigue siendo el jefe supremo, mientras que otros puestos de la dirección son ocupados por la parentela. Vamos, que sigue siendo una empresa familiar.

Sin embargo, no se dedica únicamente a la distribución de alimentación con el modelo de supermercado cutre, pero eficaz, que he descrito arriba. Tiene un modelo de super más pequeño, para las tiendas de barrio y en pueblos en donde no hay tamaño suficiente como para abrir un tiendorro. Se trata de Okay, similar al Delhaize Proxy o al Carrefour City. Además, tiene una red de tiendas de cosas ecológicas, Bioplanet; otra de juguetes, Dreamworld, y hasta una red de gasolineras, Dats24, entre otras cosas, algunas tan más o menos conocidas como la red de tiendas que Spar tenía en Bélgica. A todos esos sitios puedes ir con la tarjeta de fidelidad que tienen (bueno, yo también la tengo, pero la uso bien poco), que se llama Xtra y tiene una aplicación en la tienda de Google, pero sólo la podéis descargar si estáis en la tienda de Google Bélgica. Mucha diversificación, pero al final tuve que buscar la aplicación por mi cuenta, porque sí, por varios motivos, mi tienda de Google es la española.

No sé yo muy bien cómo les van las cosas en el contexto actual de crisis profunda en el sector de la distribución alimentaria en Bélgica. A ojo, creo que son los menos vulnerables a la misma. Sus empleados, me da a mí la impresión, están mucho menos sindicalizados que los de otras cadenas y no les veo yo con muchas ganas de sumarse a las huelgas, sino de conservar sus puestos de trabajo sin meterse en demasiados líos, pero bueno, me puedo equivocar de medio a medio. Ya veremos cómo se desarrollan los acontecimientos, porque, si continúan como parece y Delhaize y Carrefour City abandonan las proximidades de mi domicilio, me temo que voy a tener algunos problemillas para proveerme de víveres sin desplazarme al quinto pino, tanto más cuanto que en Bélgica hay muchos menos pinos que en España.

Y hasta aquí ha llegado esta miniserie sobre las cadenas de supermercados belgas en vísperas de la huelga del sector y de los cambios que se avecinan en el mismo. Ya nos ocuparemos aquí de qué sucede en las próximas semanas, porque, con este sector, tonterías las justas, y ya se sabe que con las cosas del comer no se juega.

Pero, por una vez, no se ha hecho tarde, sino todo lo contrario: es pronto para hablar sobre la huelga convocada para dentro de casi tres semanas.

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