En Bruselas no hay Mercadona, al menos todavía y, a la vista del cauteloso modelo de negocio de la empresa, cuya expansión internacional está limitada a Portugal, es probable que jamás vea la apertura de uno. En cambio, otras cadenas extranjeras de gran distribución sí que están mirando hacia Bélgica, y el resultado es que la competencia está creciendo entre los supermercados, hasta el punto que alguna de las cadenas tradicionales belgas está empezando a sacar la bandera blanca.
Las cadenas tradicionales belgas son básicamente tres: Delhaize le Lion, Louis Delhaize y Colruyt, todas ellas con sus diferentes marcas (Delhaize, Okay, Match, Cora, Colruyt, Bioplanet...). Las dos primeras pueden presumir de más de un siglo de existencia, mientras que Colruyt no llega a tanto, pero las actividades empresariales del fundador en el sector de la alimentación comenzaron hace muy poco menos de cien años. El resto de las cadenas presentes en Bélgica dependen de empresas extranjeras, ya sean francesas (Carrefour es el caso de libro), alemanas (Aldi y Lidl se extán expandiendo por aquí) o neerlandesas (Albert Heijn ya tiene tiendas por estos andurriales).
Y es que Bélgica es relativamente pequeña y su mercado no da para mucho. Durante bastante tiempo se ha estado protegiendo de los competidores extranjeros de manera subrepticia, pero eficaz hasta ahora. Sin embargo, finalmente estamos en un mercado único. No es fácil para una cadena de supermercados expandirse, pero, cuando consigue poner la pata en otro país, el pez grande se come al chico.
Delhaize le Lion, que es, además, el supermercado más cercano a mi casa, es un ejemplo de bandera blanca. Ante la competencia que está aumentando claramente, así como las consecuencias de la inflación, mucho más rampante que el propio león del logotipo de la compañía (que, como se ve, está caminando tranquilamente, aunque con la lengua fuera), la cosa se ha puesto chunga. Delhaize ha decidido poner a todos sus supermercados en régimen de franquicia. Hasta ahora, eso ya sucedía con los de menor tamaño, el modelo "Proxy", pero ahora va a poner todas sus 128 tiendas bajo este modelo; es decir, se va a transformar en franquiciante y en mayorista, pero se va a quitar de en medio una masa salarial importante y va a adelgazar su patrimonio inmobiliario considerablemente.
La reacción ha sido inmediata: los trabajadores de más o menos un centenar de las tiendas se han puesto en huelga. Lo que le faltaba a la empresa para cabrear a sus clientes, a los que se ha apresurado a ofrecer el servicio de entrega a domicilio gratuito. En un gesto de sacar beneficio de imagen como sea, ha anunciado que iba a donar a instituciones caritativas los alimentos perecederos que seguían en los anaqueles y que, de otra manera, hubiera tenido que tirar. Y os aseguro que los alimentos perecederos de Delhaize no son precisamente baratos. Les habrán costado sus buenos cuartos.
Veremos la semana próxima, cuando termine la huelga, qué es lo que sucede. No tengo yo muy claro que esto vaya a quedar así. Es cierto que los empleados no van a perder de momento su puesto de trabajo, pero no es lo mismo que te contrate una central como Delhaize con su solidez y sus cien años de existencia (otro día nos pondremos con ello y con las diferencias con Louis Delhaize, que se llaman parecido, pero no son lo mismo), o que te contrate el señor Van Wijn, que sólo tiene esa tienda y que, si la cierra porque no le salen las cuentas, adiós muy buenas.
Seguiremos con una serie de entradas sobre dónde se compran por aquí las viandas de supervivencia. Lógicamente, la próxima tendrá que ir sobre el otro Delhaize belga, y habrá que hacer historia, pero hoy se me está haciendo tarde, así que lo dejo para la próxima entrada.
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