jueves, 22 de septiembre de 2022

Desmadres flamencos

Antes de seguir con la serie, la actualidad manda, y la actualidad nos lleva a Flandes, donde los obispos católicos (habrá que llamarlos así) de la región han debido tener unos celos enormes de las barbaridades que suenan en el camino sinodal alemán y han resuelto ir más lejos todavía, en un camino, quizá menos sinodal, pero que amenaza con ser seguido por una parte demasiado grande de la iglesia a la que pertenezco, mucho me temo que con la connivencia, o al menos con la vista gorda, del que manda en Roma.

Los obispos flamencos ya habían desarrollado hace algún tiempo un punto de contacto para homosexuales. En sí, eso no tiene nada de malo, porque los homosexuales son tan hijos de Dios como cualquiera de los que no lo somos, y deben ser tratados con el respeto que merece cualquier hijo de Dios.

Sin embargo, ahora ya han ido un poquito más allá, no de lo que habían hecho, sino de la línea roja, y lo que han desarrollado es una pastoral específica para parejas homosexuales, incluyendo la bendición de las mismas en una ceremonia religiosa que, se apresuran a decirlo, no es sacramental, pero no pueden ocultar que se trata de la bendición de una unión de dos personas que consta que viven juntas y que, obviamente, tienen relaciones sexuales intrínsecamente desordenadas. Porque eso es lo que son, y el que no lo crea que lea el Catecismo, que no ha cambiado una coma en este punto.

Naturalmente, esto ha creado cierto revuelo. Yo me enteré el mismo día, anteayer, en que esto se adoptó, por un mensaje de la caverna de Twitter, de la que me honro en formar parte hasta que nos borren las cuentas y nos cancelen. Al principio, no hice mucho caso, pensando que eso no podía ser y que sería un error de traducción o una mala comprensión del texto en flamenco.

Así que me fui a la fuente, que es el portal católico de Bélgica. Como Bélgica es como es, no tiene un portal católico, sino dos, el flamenco y el francófono. En el flamenco no es muy difícil encontrar el documento original. Uno pensaría que tal cosa estaría medio oculta por la página, pero no, está en la pantalla de acceso. Es más, los obispos flamencos o los administradores de la página, o los dos, deben estar tan contentos con lo que han hecho que inmediatamente han publicado un artículo con varios testimonios de homosexuales flamencos (y similares, en flamenco parece que se llama "holebi", un acrónimo no muy difícil de descifrar) la mar de alborozados porque, a partir de ahora, sienten que la iglesia les deja fornicar y comulgar, sin que la primera cosa excluya la segunda. Uno tiene el cuajo de decir que se sentía como en su Primera Comunión. Ese texto, que produce un cierto estremecimiento, aún no ha llegado a la caverna de Twitter, hasta donde yo sé, pero todo llegará a su tiempo.

Uno podría pensar que la iglesia belga está dividida entre la parte flamenca, que sería, digamos, progresista, y la conservadora iglesia valona. Va a ser que no. Uno se mete en el portal francófono y lo que encuentra no son precisamente críticas de la medida, sino una traducción escrupulosa al francés del comunicado equivalente en flamenco... que ha sido modificada hoy mismo, porque la primera versión que apareció anteayer en la página añadía que algo así estaba a punto de hacerse en la diócesis de Lieja, o que al menos se estaban dando pasos, o se habían dado, en este sentido, no lo recuerdo bien. Alguien ha debido intervenir para quitar eso.

Pero, en su lugar, ha aparecido otro artículo que cuenta la reacción de algunos medios a la medida en cuestión, eso sí, posicionándose favorablemente a la medida por boca del portavoz de los obispos, el padre Scholtes (que es todo un personaje, pero eso es otro asunto), que da algún matiz sin importancia. Todos los artículos se refieren al inspirador final de la medida, que no está en Bélgica, sino en el Vaticano, a donde llegó desde Argentina un buen día de marzo de 2013. En particular, se refieren a su conocida Amoris laetitia, que ya dijeron entonces muchos que abría la puerta al destrozo total de la moral católica, y me temo que, visto lo visto, habrá que darles la razón.

Porque, sí, una vez traspasada la línea roja, no hay ningún motivo para detenerse ahí ¿Por qué bendecir sólo a las parejas homosexuales, y no, además, a los que dejan a sus esposos y se unen con otro u otra (u otre, ya puestos)? Si se quieren... ¿Y por qué no bendecir a los que se unen con varios o varias a la vez? ¿Dónde está escrito que unas relaciones carnales son menos pecaminosas que otras? ¿Que no acabaremos aceptando pulpo como animal de compañía, o directamente como compañero sexual? Lo cierto es que, una vez nos saltamos el precepto de que las únicas relaciones sexuales lícitas son las que se dan dentro del matrimonio, que es entre un hombre y una mujer, no entiendo por qué valen unas cosas sí y otras no.

Algunos medios han sacado un responsum del año pasado del Vaticano, que dejaba claro que las bendiciones de parejas homosexuales no eran posibles. Ya vemos que eso no es algo que detenga al episcopado flamenco, que no puede desconocer tales cosas, pero sí puede ignorarlas.

Esto emerge ahora no sólo porque el papa Francisco se comunique, por ser suave, de manera que podría ser menos confusa. Lo que ha escrito el Papa no es sino el pretexto. El problema es que mucho me temo que hay un porcentaje demasiado grande del clero belga (cada vez menos belga) que tiene el concepto del bien y del mal totalmente trastocado y ha venido haciendo mangas y capirotes de una obligación como la del celibato. Y eso me temo que es algo demasiado extendido en Europa Central, y ya desde hace tiempo, sin que nadie se hubiera decidido a intervenir y expulsar a los clérigos amancebados cuando aún eran relativamente pocos. Se empieza quebrantando una norma que conocías muy bien cuando te ordenaste, se sigue viendo a más gente hacer lo mismo, se continúa siendo indulgente contigo mismo (¿Cómo va a ser pecado, si lo hago yo, lo hacen muchos, y lo podrían hacer todos?), y se termina justificándolo todo por el sexo, que si Dios lo hizo es que es bueno. Y sí que es bueno, pero según cómo.

El mismo día del comunicado de los obispos flamencos, el papa Francisco le aceptó la renuncia a monseñor Reig Pla, que también tenía en su diócesis una interesante pastoral de homosexuales, pero para que se mantuvieran en castidad, no para animarles a practicar actos contra natura.

¿Casualidad? A lo mejor, pero no creo.

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