Mientras en España estabais pasando vivencias infernales, al menos por las temperaturas que estaba padeciendo el país, Bélgica tiritaba literalmente de frío. El fin de semana pasado, la temperatura máxima fue de quince grados de nada, por la noche apenas subía de diez, mis tomateras no se han congelado por los pelos y yo, que pasé alguna parte de junio y julio durmiendo cubierto sólo por una sábana, tuve que sacar la manta del armario mucho antes de lo que hubiera deseado, después de pasar una noche con frío.
No ya la manta. No desenterré el abrigo de invierno, pero desde luego sí la cazadora de entretiempo, porque la cosa no era para menos. La cazadora es impermeable, pero poco, así que eché de menos un poco más de protección contra el agua, porque el fin de semana lo pasé, acompañando a unos invitados, un día en Brujas y otro en Lovaina, y prácticamente no paró de llover, con lo que terminé mucho más calado de lo que me gustaría. Y hay que reconocer que Brujas y Lovaina pierden bastante cuando los dientes te están castañeteando. No es que tampoco las haya visitado mucho con buen tiempo. De las seis o siete veces que he estado en Brujas, una sola hizo una temperatura agradable y un día soleado. Las demás no ha sido mucho mejores que la que acabo de experimentar. Y de Lovaina, donde he estado menos veces (y una ya apareció en esta bitácora, casi en sus albores), no recuerdo una sola en que haya tenido un paseíto agradable.
Yo ya intentaba explicar a mis invitados que ese tiempo no era normal, que en mi armario hay ropa de verano y que incluso la había estado usando no mucho tiempo antes, pero no estoy seguro de que me creyeran, y no es para menos, porque, desde que llegaron, arreció aún más el tiempo de perros. La víspera de que se fueran mejoró un poco, y ahora ha vuelto el verano, hasta el punto de que hoy hemos superado holgadamente los veinticinco grados, que no está nada mal. Siempre amenaza lluvia, vale, no en vano esto es Bélgica, pero se sobrelleva mejor si uno no está temblando.
Yo no sé si hay cambio climático, si éste es producido por la acción humana, o si las emisiones de gases de efecto invernadero van a acabar con el planeta (bueno, eso sí lo sé, con el planeta no van a acabar, todo lo más con la vida humana sobre el mismo), pero lo que sí es evidente es que lo del calentamiento global es un filfa, y no hay Greta Thunberg que me baje del burro. Si hay calentamiento, desde luego global no es, sino parcial como mucho y, aunque en España los residentes estén sudando la gota gorda, en Bélgica el verano está siendo tirando a cicatero… como casi siempre.
Pero no es el momento de elucubrar sobre estos aspectos, sino más bien de comprobar en la práctica cómo está siendo el verano en España, y más concretamente en Valencia. Que no me lo cuenten.
Así que, con permiso, voy a terminar esta entrada ahora mismo, porque la estoy escribiendo desde el aeropuerto, que es uno de esos sitios en los que es mejor no entretenerse demasiado, no vaya a hacerse tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario