Mientras se aproxima a pasos agigantados un cambio de ciclo aún más acelerado que el que ya he venido padeciendo desde el año pasado, es reconfortante comprobar como, en el fondo, aunque la gente cambie, permanece un poso inalterable desde la infancia.
Es el caso de Abi, mi hija primogénita, ya la contemplamos hace muchos años indagando sobre el significado de ciertas palabras. Entonces tenía ocho añitos, mientras que entretanto tiene veintidós, pero hay cosas que no cambian.
Por motivos que no vienen al caso, a esa edad seguía sin estar confirmada, pero eso sí ha cambiado, porque se confirmó el mes pasado; por motivos que tampoco vienen al caso, lo hizo en una parroquia de habla inglesa, cuyo párroco, estadounidense él, tiene un tremendo acento de su zona cuando habla cualquier idioma, castellano o inglés. Para entenderlo, hay que tener el oído bien entrenado.
- Oye, -le pregunté a Abi el mismo día de la Confirmación- ¿y quién os confirma? ¿El arzobispo?
- No, father Herbert dijo que era el becario. Que el arzobispo no podía venir, y que enviaba al becario.
- ¿El... becario?
- Sí ¿Es raro?
Cuando llegamos a la iglesia, vimos al llamado becario, que efectivamente iba a confirmar al grupo de la parroquia.
También nos dimos cuenta de que, cuando un sacerdote estadounidense de acento cerrado habla en español, las palabras becario y vicario suenan exactamente igual.
Hay que decir que el celebrante, en todo caso, lo hizo muy bien. A ver si le hacen un contrato, porras.
1 comentario:
¡Aaaah! ¡El vicaaariooo!... Jajajaja ;)
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