1. Sólo podemos tener contacto con una persona que no pertenezca a nuestro núcleo familiar. Una al mes. Los misántropos están de enhorabuena, y la propia rueda de prensa en la que se anunciaron las medidas sería ilegal si se hubiera producido después del lunes, que es cuando entran en vigor.
2. Ni bares, ni restaurantes, ni nadie que sirva papeo o priva durante un mes. Toma ya. Van a volver los tiempos de las comidas a domicilio. Y de los cocinillas, y de las recetas fáciles para gente que no cocina demasiado bien...
3. Teletrabajo para todo el mundo. A mí no me va a cambiar la vida esto, porque ya estaba en ese régimen desde hace meses, pero habrá quien lo pase peor aún de lo que ya está.
4. Se prohíbe la venta de bebidas alcohólicas a partir de las ocho de la tarde. Pero no dicen a que hora se puede volver a vender... En todo caso, si los bares y restaurantes están cerrados, y teniendo en cuenta que en Bélgica a las ocho de la tarde, y aun antes, todo está cerrado a cal y canto, el impacto de la medidas se reduce a los after-hours que hay por la ciudad, a modo de farmacias de guardia.
5. Toque de queda desde medianoche hasta las cinco de la mañana. Como padre de un adolescente, entre eso y el detalle del alcohol, el gobierno ha hecho el trabajo por mí. Eso debe ser el socialismo. Ya no tendré que preocuparme por la hora a la que llega Ame a casa. Bueno, salvo que llegue esposado por pasarse de la hora, y me caiga un multazo.
En cualquier caso, y teniendo en cuenta que las medidas entran en vigor el lunes por la noche, auguro un fin de semana especialmente movido, con toda la juventud quemando Bruselas antes de que se acabe la juerga. Ame ya me ha dicho que seguramente se quede a dormir fuera.
Y ahora, que me diga alguien, ¿cómo adoptan esas medidas para que entren en vigor dentro de tres días? ¿Se creen que en esos tres días no va a pasar nada? Teniendo en cuenta lo descerebrado que es cierto populacho, dentro de unos cuantos días, cuando acabe el período de incubación de lo que pase este fin de semana, auguro una explosión de casos sin precedentes.
Eso, por si no tuviéramos bastante con la situación actual, que deja a Madrid, esa ciudad en estado de alarma y confinamiento premium, a la altura del betún en materia de contagios. Los barrios más pobres, como Molenbeek, superaban ayer los mil contagios por cien mil habitantes; entre los barrios más pudientes de la región de Bruselas, los contagios eran mucho menos frecuentes, con una notable excepción: Uccle. Sí, tenía que ser Uccle.
Lo de Uccle es un poco difícil de explicar, pero todo apunta que los contagios siguen un criterio lingüístico por lo menos curioso. En Molenbeek, Schaerbeek y otros sitios del lumpen -relativo- de la región, parece atacar a los que se comunican en árabe; en Uccle, como ya hemos visto en alguna ocasión, parece que hay terreno abonado a que el virus infecte a quienes se comunican en inglés, que aquí abundan. A ver si va a ser que hablar francés y flamenco protege de las infecciones.
La que desde aquí se ve algo mejor es España: si hace unos días Valencia, Castellón y Alicante habían pasado de color rojo a naranja, hoy lo ha hecho Cantabria y toda Galicia, menos Orense. E incluso hay un territorio español en verde: la isla de La Palma. Por algo se empieza.
En fin, que la cuestión parece comenzar a girar y dejar de ser si los belgas me iban a dejar entrar a su país, cuando vuelvo desde España, para pasar a ser si los españoles me van a dejar entrar en Valencia, sabiendo que vuelo desde Bruselas.
Dentro de dos semanas tengo un billete de avión para comprobarlo. Suponiendo, eso sí, que dentro de dos semanas esté permitido volar, que eso sólo Dios lo sabe. Entretanto, no es cuestión de perder el sueño por algo que no podemos cambiar y, como es tarde, vamos a dar esta entrada por buena.
2 comentarios:
Dos entradas de gran calidad a mi humilde parecer. Enhorabuena!
¡Gracias! Es que el temita tiene tela...
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