El confinamiento ha tenido un efecto interesante en Bruselas, combinado con el triunfo de una coalición socioverde en las elecciones regionales. Recordemos que hace no mucho tiempo lamentaba que en Bruselas no hubiera alguien parecido a Giuseppe Grezzi, quien, para quien no lo sepa, es el concejal de movilidad de Valencia y una de las personas más odiadas de la ciudad, por su política de expansión de la red de carriles-bici. Grezzi no deja indiferente a nadie: tuve la mala idea de elogiarlo en un grupo de WhatsApp de compañeros de colegio tirando a derechistas, y me llovieron todo tipo de comentarios negativos y poco menos que soeces, lo que desdice mucho de la educación que han recibido, pero, como es la misma que he recibido yo, no voy a insistir sobre el particular.
Grezzi, según sus -numerosos- detractores, ha conseguido que en Valencia, lugar donde no había atascos, ahora los haya. Los más zumbones de sus émulos dicen que era lógico el resultado que iba a tener poner a alguien ¡de Nápoles! como concejal de movilidad. Porque Grezzi es de Nápoles, aunque es capaz de comunicarse en valenciano normalisat (uy, no, normalitzat) con soltura. Al parecer, es un señor que se enamoró de una valenciana durante una estancia Erasmus y, desde entonces, ya lo tenemos por allí. Le debió pillar gusto a la movida nacionalista y d'esquerres, sector bicicleta, y ahora es una de las caras más conocidas de Compromís, y eso que tiene una buena parte tapada con el bigote.
Mientras tanto, en Bruselas las cosas han cambiado algo. Recordaremos que el ministro de movilidad regional era Pascal Smet, un socialista profesional poco enterado de cuestiones específicas de su ramo (vistas sus tendencias, se le daba mejor encargarse de asuntos de igualdad). Esto ha cambiado, y la actual ministra bruselense de movilidad es Elke Van Den Brand, una ecologista flamenca que ha aprovechado el confinamiento para aumentar el número y la longitud de los carriles-bici de la ciudad. Seamos claros: siguen siendo rayas pintadas sobre el asfalto, pero ahora ya están pintadas con más decisión. Algo es algo. Se trata de la señora de la foto, sacada de su perfil de Twitter.
El que no ha cambiado es el ministro federal de movilidad ¡Serà per ministres! Sigue siendo el mismo François Bellot cuya prioridad era que hubiera más mujeres, sobre todo extranjeras, en bicicleta, lo que demuestra que no sale apenas a la calle, porque yo no percibo que haya más hombres que mujeres montando en bici por Bruselas, aunque con pañuelo es verdad que se ven pocas. El caso es que Bellot, que es liberal, lo cual en Bélgica lo convierte con gran probabilidad en filomasónico, de repente está preocupado porque los nuevos carriles-bici han reducido el espacio destinado a los coches, y eso puede provocar atasco cuando la gente vuelva de vacaciones. "Si ya los hay -dice-, no veas lo que nos podemos encontrar en septiembre."
El debate promete. De momento, en Bruselas ya tenemos Grezzi, y se avecina un período interesante, en que veremos lo que dura el modelo belga de coche de empresa con un solo ocupante, que es hegemónico en las calles de Bruselas. Elke Van Den Brandt avanza un argumento por lo menos original, y es que, según ella, los ciclistas son los mejores aliados de los automovilistas, porque ocupan menos espacio y no usan plazas de aparcamiento. No sé yo si alguien lo había visto así hasta ahora, pero, por si acaso, quizá sea adecuado ser prudente en los elogios hacia la señora, porque, igual que pasa con Grezzi, vaya usted a saber si el interlocutor de uno está hasta las narices de los nuevos carriles-bici y ha jurado enemistad eterna a quien los pondere positivamente.
En todo caso, no podrá decir, como mis amigos valencianos, que antes no había atascos. En Bruselas los ha habido al menos desde que llegué.
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