Parecía que ya quedaba menos para que esto terminara, al menos en la Unión Europea. Y eso que es la línea roja de las cadenas de televisión, que se movilizaron desesperadamente a finales de 2023 para influir en los eurodiputados que estaban discutiendo el asunto. La comisión de mercado interior del Parlamento Europeo, que está mucho más llena de economistas que de culturetas, estaba dando la vara pidiendo la eliminación del geobloqueo a partir de 2025. Con esto, se acabaría el sistema de cesión de derechos por país, es decir, habría menos pasta, así que los lobistas se emplearon a fondo para evitar que el Parlamento opinara sobre la cuestión y la Comisión la tomara en cuenta para el próximo quinquenio como uno de sus expedientes prioritarios. El Parlamento se ha dedicado a abortos varios, total pa ná, así que parece que la cosa les ha salido razonablemente bien a las compañías de televisión, al menos de momento ¿Y cómo se hacen estas cosas? De momento, eligiendo bien a tus diputados. Ahí, lo tenían fácil. Aunque el diputado elegido no sepa leer ni escribir, queda bien defender el geobloqueo para proteger la cultura y pasar por intelectual. Y, de momento, la coalición de productores, distribuidores, autores, directores, tanto europeos como estadounidenses y tararí, tarará, parece que se ha salido con la suya.
Los campeones de la excepción cultural son los gabachos. Todos a una, tras algún que otro lío (se suponía que la mayoría eran liberales, pero se ve que sólo lo son de cintura para abajo), han votado en contra de eliminar el geobloqueo. Por no hablar de los estadounidenses, que no se sabe si están a favor o en contra del geobloqueo europeo, pero que seguro que han dicho algo. O de los sistemas de video a petición (¿se dice así? "Demanda" me gusta muy poquito). Los consumidores, como de costumbre, tienen lo del lobby mucho menos controlado y sus asociaciones tienen cierto margen de mejora en la defensa de lo suyo, que se supone que es lo nuestro. De hecho, el lobby audiovisual desliza que, en realidad, nadie quiere ver contenidos de otros países, y que se trata de un problema de expatriados ricachones que viven en Bruselas y que el resto de los europeos passssa ampliamente del asunto.
Creo que no soy la persona más adecuada para refutar este último argumento... De hecho, cuando estoy en España no veo nunca la televisión, y menos las cadenas extranjeras. Esto no es como la itinerancia de los móviles, que también fue una batalla larguísima, en la que las compañías telefónicas pusieron pies en pared, total para que llevemos la tira de tiempo con la itinerancia gratuita, sin que nadie se acuerde del sistema anterior y sin que ninguna compañía telefónica haya quebrado.
En fin, que ahora hay elecciones, no sólo vascas y catalanas, sino también belgas y europeas. Ya volverá la cuestión en algún momento del próximo mandato, pero la cosa todavía tardará mucho en madurar, al menos mientras los países productores, que son Francia, sobre todo, pero también España e Italia, puedan bloquear los proyectos en el Consejo. A ver quién es el guapo, en España, que se mete con el mundo de la cultura, los creadores, los del Goya y el clan de la ceja...
Pues hala, a jorobarse o a tirar de VPN. Tampoco es una cuestión de vida y muerte, sino los típicos problemas del primer mundo.
Uno, que se hace blando.
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