No estoy seguro de hasta cuándo se puede felicitar el año nuevo en España. Ni siquiera creo que los españoles tengamos normas sobre el particular. Llega un momento en que ya queda un pelín ridículo, pero no es seguro cuándo llega exactamente ese momento.
En el universo francófono, en cambio, nadie quiere arriesgarse a quedar en ridículo. No permita Dios que un francés (o incluso un valón) se ponga a felicitar a deshora, y que un 20 de enero alguien le diga que el año nuevo comenzó hace demasiado tiempo como para andar dando la vara con las felicitaciones extemporáneas. Eso sería ridículo, cosa imposible para un francés, y no digamos para un belga, porque, aunque es algo que hace tiempo que no se recuerda por aquí, los belgas nunca se equivocan.
Así que los francófonos se han inventado una regla que establece que se puede seguir felicitando el año nuevo durante todo el mes de enero. En febrero ya no se puede. En un entorno multicultural, cual es el bruselense, es frecuente que el francés de turno, con voz algo engolada, llegue un buen 25 de enero, sin haberte visto desde el año anterior, y te felicite el año, añadiendo la explicación, claro está: "Es que se puede durante el mes de enero." No queda claro quién es el legislador que pontifica sobre el particular, pero les viene bien a los francófonos. Qué narices a los francófonos, es que me ha venido bien ¡a mí! La de veces que, en la Valencia de toda la vida, he hablado por teléfono con alguien bien entrado enero y he dicho (quizá con voz también algo engolada): "Donde yo vivo se dice que se puede felicitar el año nuevo siempre que no se haya cumplido el mes de enero." Y me quedo tan pancho.
Lo que sí es seguro es que el 1 de enero es perfectamente legítimo en cualquier país, España incluida, felicitar el año nuevo, de manera que, ¡feliz año nuevo a todos los lectores de esta nuestra bitácora! Y que se cumplan los propósitos de año nuevo que hagáis, pero sólo si os conviene y no los carga el diablo disfrazado.
A propósito de propósitos, creo que está llegando el momento de plantearse si los que se hicieron el 1 de enero del año ya pasado se han cumplido tan a rajatabla como debería ser, así como de plantearse cómo hacer evolucionar este espacio internáutico en los próximos doce meses. Pero eso tendrá que esperar un poquito, porque se me está haciendo tarde para otros menesteres, así que ya volveré un día de éstos (espero que no de aquéllos) a dar la murga con cuestiones íntimas de esta bitácora, que, a fuerza de ir añadiendo páginas a la misma, ha dejado de ser un cuaderno para estar alcanzando el estado de enciclopedia de varios volúmenes.
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