De momento, todo el que sale al escenario debe cantar una canción. La que sea. Y recordemos que estamos en una entrega de premios, así que sale mucha gente al escenario. Hay un presentador... bueno, en realidad hay más de uno, porque al menos hay uno que se expresa en francés y otro que lo hace en neerlandés, pero eso es porque esto es Bélgica, qué le vamos a hacer y, después de todo, yo ya le estoy empezando a ver la gracia, como sabe todo el que sigue esta bitácora y mis singladuras con el neerlandés. Y eso que no las he contado todas.
El presentador sale y hace ademán de empezar a presentar, que es para lo que está ahí, pero nooooo... desde el público se empiezan a lanzar gritos:
- Une chanson! Une chanson!
El presentador, que es el francófono y que seguramente en el pasado ha estado entre el público y ha sido tan broncas como cualquiera de ellos, se ríe debajo de la barbaza y dice:
- Vous êtes pire que dans l'inauguration! (¡Sois peores que en la inauguración!)
Bueno, parece que el presentador tiene algo de bula, sea porque es conocido, sea porque no se va a retirar del escenario en un buen rato y ya le tocará cantar en algún momento. El caso es que las peticiones se acallan y el presentador puede continuar.
- ¡Qué semana! Hemos visto taytantas películas, hemos ocupado una cantidad enorme de horas de proyección y, finalmente, el dato que todos vosotros estabais esperando...
Expectación.
- ¡Hemos consumido cuatrocientos barriles de cerveza!
Aplausos y murmullos de aprobación. Belgas, al fin y a la postre.
La ceremonia de premios tiende a ser monótona para alguien que no está en el ajo. Allí, no, ni un poquito. Los directores premiados iban saliendo, a veces salía el jurado para explicar a quién se daba el premio, y cada vez el público, a grito pelado, reclamaba lo suyo.
- Une chanson! Une chanson!
Uno de los primeros premiados debía ser un tipo muy cortado, e hizo caso omiso de las reclamaciones del público, que no cesaban, por otra parte. Al retirarse, justo antes de devolver el micrófono, lanzó un:
- ¡Lalalá!
El público acogió esto como un desprecio, aunque probablemente no era más que timidez, y lo abucheó a conciencia.
Otros premiados no hacían tal cosa, sino que realmente cantaban. Alguno estaba probablemente aleccionado y llevaba algo preparado, como un catalán que cantó no sé muy bien qué, pero en catalán. No pillé una, debía ser de Gerona por lo menos. La mayoría de las canciones fueron en francés, alguna fue en neerlandés, aunque el público pedía más en neerlandés, y varias más fueron en inglés. Todos los discursos, menos los espontáneos, estaban subtitulados al inglés, francés y neerlandés, es decir, a las dos lenguas diferentes a aquélla en la que se hablaba.
Con este público, lo del cine fantástico y de terror era algo relativo. Muy relativo, como se vio cuando llegó, finalmente, el momento de la proyección.
La película, "Unwelcome" (el que no quiera saber el final, que no pinche el enlace o al menos no lo lea entero), se supone que es una película de terror folk, lo cual resulta por lo menos bastante original. Narra la historia de una pareja (que no queda claro si es un matrimonio o no, pero viven juntos) que se muda a una casa que han heredado en la Irlanda rural, mientras ella está (bastante) embarazada. La casa es inquietante, como también lo es la familia a la que encargan las obras que hay que hacer. Si tenéis que hacer obras en casa, esperad lo que haga falta, pero no contratéis a gente como ésa, que, además de ser unos chapuzas, son bastante violentos. La cosa sigue con bastante sangre y giros inesperados. Y muchas puertas que se abren inopinadamente, o quedan entreabiertas y no sabemos qué hay detrás.
Bueno, pues, el público, cada vez que en pantalla aparecía una puerta abierta, o al menos entreabierta, exclamaba en grupo (al que, por supuesto, me uní):
- La porte! (¡Esa puerta!)
Obviamente, la tensión dramática o inquietante que pudiera haber en la escena perdía muchísimo, por no decir todo, cuando media sala se lo tomaba a choteo.
Por lo que me contó mi acompañante, cuando hay besos en escena, también hay una exclamación típica, pero en esta película no hay besos, ni sexo, así que no hubo lugar a probarla.
En cambio, en la típica escena en que el protagonista está en la escena, con la cámara fijándose en él, pero se sabe que algo va a llegar, el público se pone a gritar:
- Derrière toi! (¡Detrás de ti!)
Cosa que quita nuevamente la tensión dramática a la escena. Al final, más parecía una película de humor que otra cosa, lo que es buena prueba de la influencia del público en tales ocasiones.
La película terminó, no diré aquí cómo, pero a mí me pareció un final bastante abierto. Nos fuimos de la sala, salimos al exterior y vimos, para nuestro alivio, que no llovía, e incluso el frío que hacía era soportable, entramos en el coche, que seguía aparcado donde lo dejamos sin mayor novedad, y creo que agradecimos haber venido en él -yo desde luego lo hice-, porque ya dije que Heysel está todo lo lejos que se puede estar de mi casa sin salir de la región de Bruselas, y maldita la gana de apretarme quince kilómetros en bicicleta hasta el Uccle de mis entretelas.
Aun así, lo que fue inevitable es que, entre pitos y flautas, llegara a casa cerca de medianoche y teniendo que madrugar al día siguiente para ir a la oficina. Se me había hecho tarde.
Como hoy mismo, así que ahí lo dejo y me voy a comer, que se enfría la sopa.