viernes, 29 de julio de 2022

Los nombres de los protagonistas

Es sabido que Goscinny tiene siempre una doble intención cuando bautiza a sus personajes. Astérix evoca la palabra "as" o "astucia", y efectivamente es la materia gris del grupo de los galos, mientras que Obélix evoca inevitablemente a una persona de volumen considerable, e Idéafix a un perro bastante testarudo. Luego los personajes fueron evolucionando y quizá los nombres no les correspondieron tanto, pero ya estaban ahí.

Con el grupo de los belgas, no hay evolución alguna de los personajes, así que pasemos a ellos. El jefe de los nervianos, que es como decir de los valones, quien lleva la voz cantante entre los belgas, atiende por Gueusealambix en el idioma original, y también en la traducción al castellano.

El nombre es sumamente cervecero y, por consiguiente, muy belga. Dos de los tipos de cervezas más populares en Bélgica son la gueuse y la lambic, por lo que Goscinny no tuvo sino que fundir los dos y con eso ya obtuvo el nombre del jefe.

El jefe menapio, por contra, es Vanendfaillevesix, que no he sabido hasta ahora interpretar de ninguna de las maneras, salvo que, observémoslo, los menapios-flamencos comienzan por Van. En castellano lo tradujeron como Vancomolóquix, supongo que por alguna razón.

La esposa de Gueusealambix es Nicotine, que no hace falta explicar demasiado, a la que  su marido suele llamar Nicotineke, metiéndole el sufijo -ke, que en realidad es flamenco, no valón, pero que se usa en todo el país si hace falta, y desde luego en Bruselas, hoy mucho menos flamenca que en los tiempos en los que Goscinny escribió el guion, pero donde queda un cierto poso del norte del país. Goscinny era un fumador empedernido y no es una exageración decir que su fallecimiento, precisamente por esas fechas, antes de terminar el álbum, se debió al tabaco, porque la palmó de un infarto que le dio durante una prueba de esfuerzo.

Los demás personajes son muy secundarios, o directamente no aparecen con nombre. Sin embargo, cuando Astérix y Obelix se dirigen al campamento de César para pedirle que haga de árbitro entre los celtas y los belgas, se detienen en la cabaña de Boetanix para conseguir una bandera de parlamentario. Boetanix es el bruselense del cómic. De hecho, su nombre deriva de "Botanique", es decir, del jardín botánico, que es uno de los lugares emblemáticos de Bruselas, probablemente entonces más que ahora, en que pasar por allí de noche tiene su aquél. El hijo de Boetanix es Manneken y siempre era orinándose encima, en clara alusión al Manneken Pis, hasta el punto de que su padre sospecha que su esposa (Amoniake) y él no han escondido bien la cerveza.

Y en la próxima entrada tocará hablar de la batalla de Waterloo y de la parodia de la misma que se monta Goscinny en el álbum. Pero eso será entonces.

lunes, 18 de julio de 2022

Divisiones nacionales

 

En esta escena, Goscinny hizo alusión a la división del país en dos comunidades lingüísticas, aunque sólo mediante un juego de palabras. Los dos jefes, menapio y nerviano, se disputan un trozo de lengua de jabalí, que es, por lo visto, "un bocado de jefe". Como los dos son jefes, se las tienen tiesas hasta que la esposa de Gueusealambix, Nicotine, declara que hay lengua de jabalí para todos y que dejen de pelearse. Finalmente, le dice a Astérix que "entre esos dos tipos siempre hay un problema de lengua".

En español, claro, la traducción vuelve a hacer lo que puede. "Un problema de lengua" en francés es muy claramente un problema de comprensión, cosa que es mucho menos evidente en español.

Es curioso que Goscinny no haga demasiada sangre de la división lingüística del país, que en aquellos tiempos estaba en plena efervescencia. También es una posibilidad que, si hubiera podido terminar el guion, lo hubiera hecho, porque lo cierto es que "Astérix en Bélgica" fue el último álbum de Goscinny, que falleció en 1977, dos años antes de la publicación de la obra, y en plena producción de la misma.

Lo que sí que está claro es que los nombres de los distintos protagonistas fueron idea suya, lo cual es algo que tocará analizar en la siguiente entrada, no hoy, que es tarde.

lunes, 11 de julio de 2022

El becario

Mientras se aproxima a pasos agigantados un cambio de ciclo aún más acelerado que el que ya he venido padeciendo desde el año pasado, es reconfortante comprobar como, en el fondo, aunque la gente cambie, permanece un poso inalterable desde la infancia.

Es el caso de Abi, mi hija primogénita, ya la contemplamos hace muchos años indagando sobre el significado de ciertas palabras. Entonces tenía ocho añitos, mientras que entretanto tiene veintidós, pero hay cosas que no cambian.

Por motivos que no vienen al caso, a esa edad seguía sin estar confirmada, pero eso sí ha cambiado, porque se confirmó el mes pasado; por motivos que tampoco vienen al caso, lo hizo en una parroquia de habla inglesa, cuyo párroco, estadounidense él, tiene un tremendo acento de su zona cuando habla cualquier idioma, castellano o inglés. Para entenderlo, hay que tener el oído bien entrenado.

- Oye, -le pregunté a Abi el mismo día de la Confirmación- ¿y quién os confirma? ¿El arzobispo?

- No, father Herbert dijo que era el becario. Que el arzobispo no podía venir, y que enviaba al becario.

- ¿El... becario?

- Sí ¿Es raro?

Cuando llegamos a la iglesia, vimos al llamado becario, que efectivamente iba a confirmar al grupo de la parroquia.

También nos dimos cuenta de que, cuando un sacerdote estadounidense de acento cerrado habla en español, las palabras becario y vicario suenan exactamente igual.

Hay que decir que el celebrante, en todo caso, lo hizo muy bien. A ver si le hacen un contrato, porras.

sábado, 9 de julio de 2022

Cuestiones geográficas

Aquí tenemos un mapa de la Galia en tiempos de Julio César, en el que, ya a simple vista, se ve que la Galia Bélgica es de un tamaño muy superior al de la Bélgica actual. Como bien decía Julio César, el límite meridional de la Galia Bélgica es el río Sena, el que pasa por París. En el mapa, París (Lutetia, en latín) está en la Galia Céltica por los pelos, porque en ese punto la frontera hace un pequeño entrante que deja Lutetia fuera de la Bélgica de entonces. En cambio, una ciudad como Reims (Durocortorum, en el mapa) está en Bélgica.

Gueusealambix hace una exhaustiva enumeración de las tribus belgas en su primer encuentro con Abraracurcix: belovacos, suesones, eburones, atuatucos, nervios, ceutrones, grudios, levacos, pleumoxes, geldumnos y menapios. Luego, en el tebeo, no aparecerán más que los menapios, identificados con los flamencos, y los nervios, identificados con los valones. La mayoría de las otras tribus que cita Gueusealambix no habitaban en el territorio de lo que hoy es Bélgica.

La otra parte histórica de la página es la referencia al himno nacional belga, la Brabançonne. Gueusealambix justifica la guerra contra los romanos diciendo que "tras semanas y semanas de esclavitud", decidimos que no podíamos (o sabíamos) aguantar más. La Brabançonne, en su versión de 1860 (la anterior era muy anti-orangista), comienza con un exagerado "tras siglos y siglos de esclavitud". Para empezar, es exagerado porque es dudosísimo que los belgas fueran esclavos de nadie durante siglos. Como mucho, entre 1795 y 1830, lo cual llega por los pelos a un tercio de un siglo. Si se refieren al período posterior a 1517, cuando pasaron a formar parte de la Monarquía Católica hasta 1714, los reyes de España eran descendientes legítimos de los duques de Flandes y de Brabante y no tocaron una coma de las libertades del país. Lo mismo se puede decir de los Habsburgos de Austria entre 1714 y 1795, con la posible excepción de José II, como vimos en su momento.

El caso es que la Galia Bélgica tenía unos límites que no concuerdan completamente con el actual Reino de Bélgica, sino que incluyen todo el norte de la actual Francia, el sur del actual Reino de los Países Bajos, Luxemburgo bastante enterito y un cacho de la actual Alemania.

En todo caso, por lo que es conocida la actual Bélgica es por el desbarajuste lingüístico y de todo tipo que hay entre flamencos y valones, pero eso será asunto de la próxima entrada, porque, naturalmente, Goscinny no puede menos que darse el gusto de abordarlo.