A finales de enero volví a viajar al extranjero y, por tanto, a entrar en Bélgica a la vuelta. Tuve que rellenar la declaración dando mis datos personales, y mi número de teléfono, y así, no fue de extrañar que al día siguiente volvieran las llamadas del Centro de Enfermedades Infecciosas recordándome mis obligaciones para no propagar el virus que vaya usted a saber si había contraído durante mis andanzas por esos mundos de Dios. A decir verdad, la primera llamada me pilló ocupado y no pude ponerme; de hecho, ni siquiera sabía desde dónde venía la llamada, pero los del Centro de Enfermedades Infecciosas me habían dejado un mensaje en el contestador diciéndome que me pusiera en contacto con ellos.
Les llamé al teléfono desde donde habían llamado. Ay, que ingenuidad...
"Bienvenido al Centro de Enfermedades Infecciosas. En este momento, todos nuestros operadores están ocupados. Permanezca en línea."
Varios minutos después, ni pum, como si me quisiera dar de baja de una compañía de móviles, y no salvar el mundo cooperando a la erradicación de este virus malévolo. Obviamente, pasé de todo y seguí a la mía.
La víspera del fin de la cuarentena y del segundo examen PCR, sábado por la tarde era, sonó de nuevo mi teléfono y vi el número del Centro de Enfermedades Infecciosas.
- ¿Sí...? (Ja...?)
- Buenas tardes, le llamo del Centro de Enfermedades Infecciosas ¿Hablo con don Alfor von Buchweizen? (Bonne soir, je vous appele du Centre de maladies infectieuses. Est-ce que je parle avec M. Alfor von Buchweizen?)
- Sí, así es ¿Podemos hablar en neerlandés? (Ja, inderdaad. Kunnen we in het nederlands spreken?)
- Eh... ¿Neerlandés? ¿Esto qué es? ¿No habla usted francés? (Eh... Neerlandais? C'est quoi, ça? Vous ne parlez pas en français?)
La verdad es que, para llamarme de un organismo público belga, estaba quedando bastante en evidencia. Así aprenderéis a tener a la peña en espera, y a todos vuestros operadores pelando la pava con a saber quién.
- Mi francés no es muy bueno, y prefiero hablar en neerlandés (Mijn frans is niet zo goed, en ik spreek liever in het nederlands).
- Yes... Ja... Understand... Ik wil zeggen... I would like to say... - ahí, ahí, desenterrando lo que aprendiste en el colegio.
- ¿No es eso inglés? (Is dat niet engels?)
- ¿Sabe qué? Voy a buscar una colega que hable neerlandés. No se vaya... siga en línea (Yes, oui, you know... Ik zou een collègue chercher qui speaks Dutch... Don't go away... continuez en ligne).
Yo pensaba que en los organismos federales belgas era obligadísimo hablar fluidamente las dos lenguas, pero se ve que tienen problemas de personal cuando se trata de encontrar gente para sus centros de llamadas. Los que hablan francés y neerlandés deben estar todos pillados o cobran el oro y el moro.
La cosa terminó bien: el telefonista francófono avisó a una colega que me explicó, en un flamenco precioso, que debía quedarme en casa hasta que una segunda prueba PCR diera negativo.
- ¡Muchas gracias! Si todo va normal, la haré el lunes por la mañana (Dank u wel! Als alles normaal gaat, zou ik de test om maandag 's ochtens doen).
- Muy bien. Gracias a usted (Heel goed. Dank u!).
Con lo cual, finalmente, y aunque poco, hemos conseguido practicar el neerlandés. Por lo general, es más difícil de lo que parece. Por ejemplo, suena el teléfono, y respondo:
- ¡Buenos días! (Goedemorgen!)
Y quienquiera que haya al otro lado de la línea, cuelga. Es que ni llega a preguntar si hablo francés. Cuelga.
Así las cosas, uno comienza a preguntarse si los flamencos, que están cabreadísimos porque en Bruselas el flamenco se ha perdido en gran medida, no tendrán al menos un poquito de razón. En todo caso, la saga de practicar flamenco en esta parte de Flandes que es Bruselas continúa, y en próximas entradas veremos cómo.