Entre tanta amenaza de atentado terrorista y tanta monserga de que estábamos sitiados en Bruselas, la noticia ha pasado bastante desapercibida, pero lo cierto es que el domingo pasado recibimos al nuevo arzobispo de Malinas y Bruselas, monseñor Jozef De Kesel, que sucede al monseñor Léonard, a quien tuvimos ocasión de recibir en esta bitácora hace algún tiempo, como éste había sucedido a monseñor Daneels. Sí, de monseñor Daneels también tocó hablar en su momento, aunque no para bien.
Con lo que hemos contado, ya salta a la vista que la Iglesia Católica sigue una regla simple, pero implacable, para los nombramientos de obispos belgas: los de Valonia son francófonos; los de Flandes son neerlandófonos y, finalmente, los de Bruselas y Malinas van por turno: a un neerlandófono como Daneels le sucede un francófono como Léonard, y a éste nuevamente un neerlandófono como De Kesel. Hay que decir que últimamente la balanza parece un poco inclinada a favor de los neerlandófonos, porque el pontificado de Daneels duró la friolera de treinta años, mientras que el de monseñor Léonard sólo ha llegado a cinco, y le han aceptado la renuncia en cuanto la presentó, en tanto que a Daneels Benedicto XVI tardó un poco más en encontrarle sucesor. Pues ahora volvemos a tener arzobispo flamenco.
La cuestión no es solamente de idioma, sino que va mucho más allá. Desde hace algún tiempo, los obispos valones, posiblemente por influencia de la vecina Francia, mantienen posturas mucho más ortodoxas que los flamencos. Éstos últimos, en cambio, y Daneels es el gran padrino de este grupo, sostienen posiciones bastantes fronterizas con la doctrina, y a veces fronterizas por la parte de fuera. Es decir, si tocaba obispo flamenco, cualquiera de las tres posibilidades -no hay tantos obispos en Bélgica- daba muchísimo que pensar.
Los tiempos que corren en la Iglesia Católica, al menos en Centroeuropa, no invitan al optimismo de los que nos consideramos ortodoxos. Monseñor Léonard es claramente más ortodoxo que lo que fue su antecesor. En su anterior diócesis, Namur, tenía más seminarista que en todas las demás diócesis belgas, pero eso no le ayudó demasiado en Bruselas, donde tuvo que lidiar con la sombra de Daneels. Así, el catolicismo en Bruselas está pasando una muy mala época. No está muerto, y quedan lugares de resistencia, pero está muy comprometido, con una práctica religiosa muy escasa y, muchas veces, muy poco respetuosa con lo que están haciendo.
Por supuesto, hay que darle un voto de confianza al nuevo arzobispo y no empezar a ponerlo a caldo desde el primer día. Viene de la diócesis de Brujas, donde probablemente lo hizo mejor que su antecesor, Roger Vangheluwe, que tuvo que dimitir cuando se descubrió que había abusado sexualmente de su sobrino, incluso después de ser ordenado obispo, lo cual es probablemente el mayor escándalo de pederastia cometido por un sacerdote católico en todo el mundo (los demás no eran obispos), pero que no tardó en pasar a segundo plano, supongo, como ya escribí, que porque airearlo mucho implicaba directamente a Daneels como encubridor, y los comecuras no tienen interés en desprestigiar a alguien que les hace el trabajo tan diligentemente.
Monseñor De Kesel, pues, tenía el listón muy bajo en Brujas y no parece que le costara superarlo. Había hecho declaraciones saliendo un poco de pata de banco, pero se calló prudentemente durante el pontificado de Benedicto XVI. Últimamente, siempre matizando enormemente las palabras y dando a entender mucho más de lo que dice realmente, había vuelto a las andadas, esta vez sobre el sacerdocio femenino, ese tema que Roma había declarado que está cerrado definitivamente.
Veremos. Puestos a consolarse, uno piensa que el Papa podía haber elegido al obispo de Amberes, monseñor Bonny, que ha sido el representante del episcopado belga en el reciente Sínodo sobre la Familia y que no parece muy interesado en mantener la doctrina la Iglesia Católica, a juzgar por las cosas que viene diciendo últimamente. Si, el que no se consuela...
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2 comentarios:
Hola Alfor, al leer esta entrada me he acordado de una entrada tuya anterior, no recuerdo cúando, en la que hacías un breve comentario sobre el (mal) estado dela Iglesia Católica en Bélgica en comparación con su situación en Rusia. Me sorprendió ese comentario porque yo suponía (perdona si te ofendo) que los católicos rusos serían una pandilla de liberales pro occidentales y, por tanto, anti-Putin, anti-ortodoxos, pro-gays y en general poco rigurosos en materia religiosa. Me equivoco, ¿no?
Saludos
Fernando, va a ser que sí, que te equivocas. Los católicos rusos no se meten en berenjenales.
Y, desde luego, de poco rigurosos nada. Liturgistas como en pocos sitios.
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