La última entrada de la bitácora ha ilustrado un intercambio de opiniones sobre si la principal obra de Gógol es "Almas muertas" o "Veladas en un caserío cerca de Dikanka". Vaya por delante que donde creo que Gógol brilla más, y desde luego es lo que más he disfrutado de él, es en el "El inspector", una obra de teatro que sigue representándose, porque merece muchísimo la pena y da para reír mucho.
Pero, pensando sobre el asunto, se me ocurrió de que, para ilustrar cuál de las dos obras de Gógol tiene mayor importancia, no estaría de más establecer una comparación con nuestro príncipe de los Ingenios, Miguel de Cervantes. No se trata de imitar a Plutarco y de escribir biografías de ambos, pero algo de paralelo hay en las vidas de los dos, incluso en la nación a la que pertenecieron. Indudablemente, el romano de la pareja es Cervantes, porque la Monarquía Hispánica era la sucesora natural, en aquel tiempo, de Roma, por mucho que la dignidad imperial la ostentara no el rey de España, sino su primo. Y el griego de la pareja sólo puede ser Gógol, si nos tomamos la licencia de considerar griego (y no romano) el Imperio de Oriente, y el Imperio Ruso como el sucesor del anterior. Y, como más de una de las "Vidas paralelas" de Plutarco tiene un paralelismo mucho menos evidente que las de éstos dos, me arrogo la licencia de compararlos.
Los dos fueron los introductores de la novela moderna en sus respectivas literaturas (en el caso de Cervantes, en la literatura mundial). Quien piense que no, que los habrá, sólo tiene que intentar tragar alguna novela rusa anterior a Gógol y, si consigue digerirla, que lo dudo, compararla con los monstruos literarios rusos que siguieron a Gógol, como Dostoyevsky, Tolstoy o Turgeniev, y me dejo varios, todos los cuales reconocieron que, sin Gógol, no habrían aprendido a escribir.
Hay quien dice que tampoco lo de Cervantes es para tanto, y que Mateo Alemán escribió su "Guzmán de Alfarache" antes de que el Quijote fuera publicado. Quien tal cosa diga, seguro que ha leído las ediciones amputadas del Guzmán que son las más usuales entre nosotros y que eliminan las farragosísimas e incómodas digresiones morales y religiosas que Mateo Alemán, de origen converso, incluyó en el Guzmán para hacer ver que era más católico que nadie, aun escribiendo sobre un pícaro. Que se lea la obra tal y como fue publicada en los albores del siglo XVII y que me digan si no es Cervantes el primero es destacar y en hacer posible la existencia del resto de grandes novelistas del siglo XVII español, como Quevedo o Gracián.
Los dos son unos maestros a la hora de retratar, con un sentido del humor exquisito, la sociedad en que viven, pero ese sentido del humor no está reñido con una crítica que va más allá de su propia voluntad. Gógol intentó escribir una segunda parte de "Almas muertas" que dejara claro que él no era un sedicioso, pero sólo le salían escritos satíricos, hasta el punto de que terminó por quemar su segunda parte. Y Cervantes, que nunca quiso escribir una línea contra España ni contra la Iglesia, terminó escribiendo un libro que bien puede entenderse como una crítica al papel quijotesco que España estaba jugando entonces en el mundo. No es extraño que una de las primeras ediciones del Quijote se hiciera en Bruselas, y muy probablemente los destinatarios de la misma serían los soldados españoles que servían allí y que, leyendo aquello, quizá se preguntarían si no sería hora de ser menos quijotes y más sanchos.
Ninguno de los dos toca a la Iglesia lo más mínimo. Gógol era un ferviente creyente ortodoxo, y de Cervantes hay quien ha buscado ribetes de crítica a la Iglesia en esa frase de "Con la iglesia hemos topado". Si alguien piensa así, no demuestra sino que no ha leído el libro y, si lo ha hecho, más vale no creer nada de lo que diga, porque eso no es buscarle tres pies al gato, sino lo siguiente.
Los dos escritores tenían una especie de némesis. Pushkin, al que Gógol debía sus primeros pasos y a quien admiraba enormemente, era y es el escritor más conocido de Rusia, aunque en el extranjero lo ignoremos absolutamente todo sobre él. En el caso de Cervantes, Lope de Vega era el "best-seller" de su tiempo, y además no eran exactamente amigos, al menos no siempre. Sin embargo, a nivel mundial, Gógol y Cervantes han superado ampliamente a sus némesis, aunque ciertamente han tenido que pasar algunos años para que eso sucediera, y ellos no pudieron verlo.
Otra cosa en común que tienen ambos es que su obra literaria es muy parecida. Una obra capital (Almas muertas y el Quijote), una colección de relatos cortos (Veladas en un caserío cerca de Dikanka y las Novelas ejemplares), otra novela menos importante (Tarás Bulba y Los trabajos de Persiles y Segismunda) y teatro humorístico (El inspector y los entremeses de Cervantes). Y, además, una obra inicial (El Viy y La Galatea), aunque éstas sí son muy diferentes en sus temas.
Y con esto llegamos al meollo de la comparación. Comparar las Veladas con Almas muertas es algo parecido a comparar el Quijote con las Novelas ejemplares. Las Novelas ejemplares son sensacionales: si Cervantes no hubiera escrito el Quijote, sólo por ellas ya merecería un sitio de honor en la literatura española. Sé de más de un profesor descastado de literatura española que, como sabe que sus alumnos son unos badulaques de mínimo esfuerzo, ni se molesta en ordenar que lean el Quijote entero y en versión original, porque sabe que sus alumnos pillarían en Internet una sinopsis a contrapelo y con eso se presentarían al examen a vomitar barbaridades; en lugar de eso, ordena que lean alguna de las Novelas ejemplares, que son más cortas. Hace años, La gitanilla hubiera sido la elegida, pero hoy se la debe considerar, ya desde la primera frase, que se las trae, como muy políticamente incorrecta, y nadie quiere meterse en más líos que los justos.
Con las Veladas pasa algo parecido. Son muy buenas, le hubieran dado a Gógol por sí mismas un sitio de honor en la literatura rusa, pero Almas muertas es tan sumamente mordaz, certera y acabada (y, como hemos visto y me temo que seguiremos viendo, tan de actualidad), que su mensaje, igual que pasa con el Quijote, va mucho más allá de la era literalidad y pasa a retratar valores universales, cosa a la que no llegan ni las Veladas, ni tampoco las Novelas ejemplares.
Por supuesto, el tema queda abierto a discusión. Quién sabe, igual alguien opina que, en realidad, la novela de Gógol que realmente mola es Tarás Bulba. Si es así, supongo que ese alguien no pasa de veinte, o como mucho veinticinco años.
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Hace 1 mes
6 comentarios:
Molarme me mola todo Gogol, desde Viy hasta las Almas. Máxime que no es lo que se dice ruso-ruso :)En sus Viy y los Atardeceres describe la cultura que no es rusa y emplea muchas palabras de nuestro idioma que los rusos siguen considerando inexistente :)
¡Hombre! A mí personalmente lo que más me gusta de Gógol es su buscador, y también si "googolmaps".
:)
Inmi, de todo hay entre los rusos. Desgraciadamente, no podemos preguntar al propio Gógol, a ver qué opinaba de todo esto.
Anónimo, si es que era un adelantado a su tiempo...
Ya sé que hay de todo. Lo que opinaba Gogol está bastante claro de sus "Atardeceres" :)
Ya sé que hay de todo. Lo que opinaba Gogol está bastante claro de sus "Atardeceres" :)
Hola Alfor. Se agradecen mucho tanto esta entrada como la anterior. La comparación entre estos dos monstruos creo que está muy bien traída. Me encantan ambos. Un par de líneas sobre Gogol, aunque tal vez no haya leído mucho de él. Recuerdo con más cariño las "Veladas" que "Almas muertas", tal vez más por el momento en que leí cada una que por otra cosa. No he visto hacer referencia a "El capote". ¿Tal vez se tiene por una obra menor? Y me ha sorprendido gratamente ver la referencia a Vy (en España lo reeditó hace no mucho Nórdica como Vi). Muchas gracias por la entrada y ojalá vengan más en esta línea. Gracias
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