lunes, 22 de abril de 2013

Escraches

Otra de las ventajas de estar en Bruselas, en lugar de en Moscú, es que no hay diferencia horaria con España y uno puede estar más al día de lo que se cuece por allí. Y, al parecer, lo que se cuece por allí es un fenómeno llamado "escrache", palabra que yo jamás antes había oído, y que, al parecer, consiste en montar bulla delante del domicilio particular de un diputado para que vote lo que prefieren los bullangueros.

Los diputados afectados, que al parecer son todos del mismo partido, incluso allí donde no gobiernan, se quejan de que les están amargando la vida privada y que a ellos les han votado y sanseacabó. Que los del "escrache" se esperen a las próximas elecciones y se dejen de protestas donde no deben.

Leyendo y oyendo estas cosas, a uno se le vienen a la cabeza los sucesos que ocurrieron en Roma el otro día. Bueno, el otro día, lo que se dice el otro día, no es. En realidad, esto pasó el año 494 antes de Cristo, pero viene al caso bastante. En aquel tiempo, hacía pocos años que una conspiración, muy probablemente pepera, había eliminado la Monarquía y expulsado a Tarquinio el Soberbio, rey de Roma, al que obligaron a asomarse por la puerta. El poder fue asumido por el parlamento de entonces, allí llamado Senado, dominado por los banqueros y ricos de entonces, allí llamados patricios.

En los siguientes años, los patricios hicieron un negocio redondo. Los pueblos vecinos a Roma, básicamente los sabinos, se pusieron a guerrear contra ellos y, como el servicio militar era obligatorio en Roma, los plebeyos (y los patricios, vale) tuvieron que alistarse y dejar sus campos sin atención. Entre eso, y que los sabinos no se cortaban un duro en arrasar campos ajenos, los plebeyos, para poder cumplir con la mili y dar de comer a sus familias, tuvieron que pedir prestado a quienes tenían posibles, que, claro, eran los patricios.

Cuando los sabinos te arrasan los campos que, de todas formas, están sin cuidado alguno porque tú estás haciendo la mili, es muy probable que lo tengas chungo para devolver los préstamos. Y, entonces como ahora, cuando alguien no pagaba una deuda, llegaba el desahucio, y podías seguir debiendo dinero. Hay que decir que, en Roma, después del desahucio y ya con el deudor entre rejas, el acreedor podía ponerle un cepo al deudor y pasearlo por las calles de Roma por si algún pariente lo veía, le daba penita pena y decidía pagar él la deuda; si tampoco había forma, se torturaba al deudor, para que realmente pagara. Y, si pasaban tres meses, y ni pum, el acreedor podía vender al deudor como esclavo y ahí ya se acababa la historia... para el acreedor, claro. Para el deudor también, porque dejaba de ser persona "sui iuris" y pasaba a ser una cosa.

Ese año de 494 antes de Cristo, y según cuenta Tito Livio, que es la fuente principal para estos años, la plebe andaba alborotadilla con la situación que se estaba montando. Tan alborotadilla, que pasó lo siguiente, dejando la palabra a Tito Livio, que lo contará mejor que yo:

La agitación no se circunscribe al foro, sino que se extiende en todas direcciones por la ciudad entera. Los deudores, cubiertos o no de cadenas, se lanzan a la calle por todas partes pidiendo protección a los ciudadanos. No hay rincón donde no se encuentre un voluntario para unirse a la revuelta. Por todas partes numerosos grupos vociferantes corren por todas las calles en dirección al foro. Los senadores que incidentalmente se encontraban en el foro corrieron un grave peligro al caer en medio de aquella multitud y, sin duda, hubieran sido objeto de agresión física, de no ser por la pronta intervención de los cónsules Publio Servilio y Apio Claudio en orden a reprimir la revuelta. La multitud, vuelta hacia ellos, exhibía sus cadenas y todas sus miserias: decían que esto era lo que habían ganado, renegando de las campañas militares en que habían tomado parte, unos, en un sitio y, otros, en otro; pedían, en tono más de amenaza que de ruego, que convocasen al senado. Rodean la curia con la intención de ser ellos los árbitros, los moderadores de las deliberaciones públicas. Los cónsules reunieron a los senadores que pudieron encontrar, un numero muy reducido; a los demás, el miedo los mantenía alejados no ya de la curia, sino incluso del foro, y no podía hacer nada el senado por falta de asistencia.

¡Un escrache! ¡No lo hemos inventado nosotros! En lugar de la Policía Nacional, allí los que contuvieron a las masas eran los cónsules, esos Publio Servilio y Apio Claudio de que habla el texto.

Cuando uno oye, mayormente por la radio, a los detractores de la dación en pago, el argumento en contra que se suele esgrimir es que entonces los tipos de interés subirían bastante. Ése es el argumento racional. También está el otro argumento, según el cual hay hipotecados, todos ellos votantes del partido al que pertenecen los diputados acosados, que dejan de comer antes de retrasarse en el pago de la hipoteca.

Uno, al oír estos argumentos, no puede menos que trasladarse mentalmente al Senado romano del siglo V antes de Cristo e imaginarse las discusiones que tendría allí el patriciado: "¡No podemos eliminar la esclavitud por deudas! Si así lo hiciéramos, los intereses que tendrían que aplicarse serían muy superiores y nadie tomaría prestado. Hace falta conservar la garantía personal."

Sin embargo, en el suceso que estoy relatando, los senadores no estaba aún para discutir nada, porque la mayoría estaban en su casa por si los mamporros. De momento, lo dejamos aquí, porque es tarde, y en la próxima entrada seguimos con los escraches a la romana y lo que sucedió a continuación. Bueno, el que quiera saberlo de primera mano, siempre puede leer a Tito Livio.

1 comentario:

Parrado Segura dijo...

Una pequeña cita que viene al caso:
"The only thing new in the world is the history you don't know." - Harry Truman