El líder de los Nashi, que es el chico bajito con cazadora roja y barba de la foto, se llama Vasily Yakemenko. Para llegar lejos en esto de la dirección política todavía le falta algo de preparación, y yo diría que de convicción, a juzgar por la manifa, pero de imaginación va bien servido, él o sus asesores. Son un rato de originales.
Resultó que nos estábamos manifestando, al parecer, por la libertad de un escolar ruso-estonio que, decían, fue detenido y encarcelado en Estonia con motivo de las algaradas. Yakemenko montó una manifa-clase. Primero había repartido campanitas entre los asistentes, que las hicieron sonar como comenzando la clase. La verdad es que no hacían mucho ruido y quedaban algo patéticas, pero tenían su gracia. A continuación se repartieron papeles para que los asistentes escribieran cartas pidiendo la libertad del muchacho y entregarlas al portero de la Delegación de la Comisión. Al parecer, nadie les explicó a los Nashi que la Comisión se ocupa de otras cosas, pero que lo de encerrar a la peña, o no, es asunto de los Estados miembros.
Después comenzó la manifa-clase. Unos asistentes se pusieron a leer textos poéticos... un latazo del quince. La gente bostezaba y buena parte de los asistentes comenzó a hablar entre sí, lo que, efectivamente, recordaba a una clase de verdad.
Yakemenko tomó la palabra y dijo:
- Ahora tenéis un recreo. Durante el mismo podéis escribir una carta para pedir la libertad de nuestro compañero y luego la entregaremos en esta Delegación de la Unión Europea, para que los burócratas que trabajan dentro sepan que, mientras ellos se ocupan de sus papeles, en su Unión Europea se encarcela a estudiantes y se les encierra en prisiones que nadie sabe dónde están.
La gente se puso a escribir aplicadamente, supongo que en ruso, lo que no favorecerá su petición.
En esto, un chaval, de estatura parecida a la de Yakemenko, se acercó a donde estábamos nosotros, fuera de las vallas, y me preguntó en inglés (se ve que me había oído chotearme en guiri):
- What's that?Le respondí, en ruso.
- Una manifestacion.
- ¿Y quiénes son?- Los Nashi, ¿cómo que no lo sabe?
- Soy un periodista. He venido para recoger material y publicarlo.Yo le echaba no más de dieciséis años. "Será del periódico del instituto", pensé. No le di más importancia y seguí sacando fotos. Entretanto, Yakemenko hizo sonar de nuevo las campanitas (que seguían siendo patéticas) y comenzó la segunda parte de la manifa-clase. El líder se puso a berrear desde su estrado consignas como "El fascismo no pasará" y "¡Estonia! ¡Fascista!", pero ahí se le notó que patinaba. Lo de arengar a las masas, si es que podemos llamar "masas" a los escasos cientos de personas presentes allí, se le iba un poco de las manos.
- ¿Me puede enviar fotos por correo electrónico? - me preguntó el periodista.
- Venga. Escríbalo.
Me lo escribió.
- Las quiero para publicarlas en una bitácora - me dijo.
Vaya... un colega, y el primer bloguero ruso que me echo a la cara. Creo que ahí comencé a percibir la naturaleza de su "periodismo".
- Pues escriba también la dirección de su bitácora, que me gustaría visitarla.
- Pero está en ruso.- Bueno, no me preocupa mucho eso.
Entretanto, Yakemenko comenzaba a vacilar; se le notaba algo dudoso y falto de eslóganes demócratas y antifascistas que no hubiera repetido hasta la saciedad.
- Se quejan contra el fascismo, y cuando hace unas semanas reprimieron a golpes la marcha de protesta de la oposición, no dijeron nada ¡Eso también es fascismo! -dijo el periodista.
Me quedé admirado. Estaba ante un opositor, jovencito, pero opositor. Yo creía sinceramente que la existencia en Rusia de los opositores, digamos, "democráticos" (ya sé, ya sé que no hay nadie más demócrata que los Nashi, pero de alguna manera hay que entenderse), era una especie de invención de la prensa occidental y que en realidad son cuatro gatos mal contados. Bueno, pues, si es así, parece que estaba ante uno de esos cuatro.
- Es posible, es posible... - dije, tratando, aunque sólo fuera por una vez, de mantener el tacto.
- Me pregunto cuánto les pagan a ésos ¡Si se nota que sólo están ahí por el dinero!- ¿Usted cree que les pagan?
- Les pagan.- ¿Y cómo lo sabe? ¿Le han ofrecido dinero a usted?
- A mí no. Pero a compañeros míos sí. Y también pagan a los que han estado acampando frente a la Embajada de Estonia todos estos días.- Pero esto cuesta mucho dinero. Entre pagar a la gente, y la organización de la manifestación ésta... las banderas, los autobuses, los uniformes, el estrado, el equipo de sonido... aquí hay dinero ¿De dónde lo sacan?
El periodista adolescente sonrió.
- Bueno, hay un partido muy poderoso con contactos, que les da dinero sin límites.Es evidente que los Nashi no tienen grandes limitaciones presupuestarias y que reciben su dinero del presupuesto público y no de las cuotas de los afiliados, pero mi interlocutor no sabía más que yo. Al menos, el hecho de llevar mercenarios a las manifestaciones explica por qué las chicas son tan poco agraciadas: las guapas tienen cosas mucho mejores que hacer un viernes por la tarde, y es de suponer que disuadirlas de hacerlas salga bastante más caro.
Yakemenko seguía mal que bien arengando a los suyos, que probablemente se hubieran empezado a dispersar, de no ser porque las vallas y la policía les estorbaban. Dijo que estaban recogiendo dinero para la defensa del estudiante detenido y que su abogado decía que le podían caer cinco años por desórdenes públicos.
- Llevamos recogidos ciento cincuenta mil rublos que entregaremos a su familia - dijo en una rueda de prensa improvisada.
Leche. Más de cuatro mil euros, al cambio. Van a poder contratar a Perry Mason, al paso que van.
- Ajjj... - soltó el periodista-.
Es en momentos como éste cuando me da vergüenza ser ruso.- Venga, no hay para tanto, que todos tenemos nuestra cruz... - dije, pensando en España.
- No me parece bien lo que han hecho en Estonia, pero tampoco me parece bien lo que hicieron aquí en Jimki, que fue más o menos lo mismo. Y la reacción de aquí me parece estúpida. Unos tipos que confunden Estonia con Suecia no merecen mi respeto.- Seguramente esto es algo que viene de mucho tiempo, y lo del monumento no es más que la chispa que prende la hoguera.
- Sí. En todo caso, los estonios podían haberlo hecho de otra manera, al menos explicándolo.Como la cosa ya se ponía aburrida, Alfina y yo decidimos retirarnos a casa. Le dije al periodista:
- Mitya, cuando llegue a casa le enviaré las fotos, y espero verlas en su blog. Encantado de conocerle.
- Igualmente. Las estaré esperando.Mientras tanto, Yakemenko seguía su arenga:
- Depositad vuestras cartas en este saco ¡No, no todos a la vez! ¡De uno en uno! Entregaremos el saco al representante de la Comisión Europea y, si no vemos resultados, dentro de quince días volveremos a reunirnos aquí.
Hasta hoy, el escolar detenido sigue entre rejas. En los medios occidentales prácticamente no se cita este caso, pero en los rusos aparece profusamente. No conozco bien por dónde van los tiros, pero parece que el cabreo va para largo.
(Yo pensaba que lo de las cartas era un brillante ejercicio de redacción de la juventud rusa, pero me acabo de enterar que eran copias idénticas imprimidas previamente, y que los Nashi se habían limitado a firmar. Trampa.)