Estos días, en Rusia, y más concretamente en Moscú, todo el mundo habla de Estonia. Estonia, un país pequeñito que está por ahí al norte y donde viven millón y medio de personas mal contadas, tiene un Gobierno que ha decidido hacer obras en su capital, Tallinn, y cambiar de sitio una estatua que homenajeaba a los soldados soviéticos que sacaron de allí a mamporros a los alemanes, allá por el final de la segunda guerra mundial, y se quedaron a construir en Estonia, velis nolis, el paraíso socialista. Vamos, que el Gobierno decidió que el centro de la ciudad no era buen sitio para el monumento y la han mandado a un cementerio militar; de paso, se han encontrado con una fosa común con los restos de los soldados que se quedaron por allí a criar malvas, y parece que no los han tratado con demasiado respeto. Diríase que el Gobierno estonio mantiene serias discrepancias con el pueblo y Gobierno rusos sobre la condición de "liberadores" de los soldados soviéticos.
En el lejano 1995, visité Estonia unas tres veces en mes y medio. En mi primer viaje, me extrañó que vendían libros de estonio (idioma incomprensible donde los haya) en casi cualquier tienda, incluso en las panaderías; en mi segundo viaje, compré algún manual de estonio e hice un esfuercillo por aprender algo, y en mi tercer viaje ya sabía un par de frases, así que, apenas llegado a Tallinn, me planté delante del hotel que había reservado y le dije al recepcionista con ganas de caer bien y con mi sonrisa más profidén:
- Minu nimi on Alfor von Buchweizen -que significa: "Me llamo Alfor von Buchweizen", y le dije, igualmente en un primitivo estonio preparado para la ocasión (y que ya he olvidado), que venía de Moscú y que había reservado habitación.
El recepcionista se me quedó mirando y me respondió en perfecto ruso:
- ¿Quéeee? No he entendido nada.
Ése fue el final de mis intentos por aprender estonio. Resultó que mi interlocutor no entendía ni jota de estonio, más o menos como la tercera parte de la población, que son rusos de origen, aparecieron por Estonia para quedarse después de 1945, y allí siguen, sin saber estonio ni nada que se les parezca. Los estonios dicen de ellos que, para darles la nacionalidad, deben aprender estonio y aprobar un examen (de ahí la abundancia de manuales); una buena parte de los rusos passan, al igual que habían passado desde que llegaron allí, de aprender lo que consideran una jerigonza incomprensible. Y ahí siguen, discriminados y todo, porque en Estonia se vive mejor que en Rusia, pero mosqueados con la mayoría de la población y muchos sin nacionalidad, ni rusa ni estonia.
Bueno, pues esa tercera parte de la población ha pillado un mosqueo todavía mayor con el traslado de la estatua y de los osarios. El hombre es un animal simbólico y, como símbolo, los monumentos bélicos soviéticos es de lo poquito que les queda a la minoría rusófona de Estonia. El mosqueo ha sido mayor de lo de costumbre, porque ha terminado a mamporro limpio, con los rusos destrozando escaparates y con los policías estonios empleándose a fondo en tareas represivas propias de su profesión y deteniendo y encerrando a diestro y siniestro. De momento, van por un muerto ruso, y quiera Dios que no pasen a mayores.
En la Madre Rusia, puestos a cabrearse, no se quedan atrás. Como la cosa ya estaba calentita, sólo faltaba esto para que los ánimos se pusieran firmes. Parte destacada en la reacción rusa la han tenido, cómo no, los "Nashi", protagonistas de algunas entradas de esta bitácora. Como Estonia pilla algo lejos y está llena de estonios hostiles y, por lo visto, tirando a brutos, los "Nashi" se han concentrado contra la Embajada de Estonia en Moscú, en cuyas inmediaciones hay menos estonios y más rusos, y se han tirado siete días acampando y amenazando con "desmontarla", mientras inundaban Moscú de pasquines que rezaban "Se busca. Embajador del Estado fascista de Estonia", con la foto de la embajadora "maquillada" con un bigotillo alusivo a ya sabemos quién. No olvidemos que los Nashi son un movimiento juvenil democrático y antifascista y que sus enemigos, son, obviamente, fascistas.
Los Nashi consiguieron sacar de quicio a la señora embajadora, que ayer salió de Moscú de vacaciones, después de machacarla día y noche con música disco-tralla durante una semana y de reventarle espectacularmente una rueda de prensa, mientras los cuatro policías enviados por el Gobierno ruso para proteger la Embajada pedían refuerzos (en vano). Eso sí, la preparación en geografía de los Nashi adolece de serios defectos, porque, en un momento de exaltación, la tomaron con el coche del Embajador de Suecia, que pasaba por allí, y le arrancaron la banderita del coche, "haciendo amigos". El Embajador, cuando consiguió salir del lío, se fue derecho al Ministerio de Asuntos Exteriores ruso a montar un pollo. De manera educada, los líderes de los Nashi pidieron disculpas más adelante a la Embajada sueca, pero me da a mí que, el día que pidan un visado para visitar Suecia, se van a enterar de lo que vale un peine.
Como la embajadora estonia se piró, los victoriosos Nashi se han encontrado desocupados y han decidido dirigir sus acciones contra la Delegación en Moscú de la Comisión Europea, donde, al parecer, trabaja un estonio, convocando una manifestación ante sus puertas. Y he aquí que esta tarde me he sentido especialmente demócrata y antifascista y he decidido unirme a la manifestación de los Nashi. Pero eso lo dejo para la próxima entrada, que hoy es tarde.
Conflicto Rusia-Ucrania. Actualización mes de octubre
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"Cuánta gente apoya la guerra, y cuántos están en contra? Si bien existen
investigaciones de opinión pública no son confiables porque mucha gente
teme re...
Hace 2 semanas
6 comentarios:
Madre del Amor Hermoso... Sin comentarios, me has dejado sin palabras, hay...
Besos
Querido Alf,
los corresponsales moscovitas que andamos por tierras balticas, podemos dar fe, de primera mano, que los destrozos en Tallin son considerables, encontrandonos una ciudad cuasi-fantasma (nada de farra, para desgracia nuestra, y de los comentarios que seguro se hacen por esas tierras).
Saludos desde la ruta de la perdicion.
Esther, pues qué se le va a hacer. No pasa nada, que lo tuyo son los silencios. ;)
Botas, eso me han dicho, que por Tallinn han roto más de un plato. Lo que ya es intolerable es que no haya farra. Como eso os haya hecho abusar de la cultura y esas cosas, en la próxima manifa, me van a oír los Nashi. Hasta ahí podíamos llegar.
Resulta que le he traducido todo esto a mi novia, que es de Estonia, y se ha pillado un mosqueo con lo que cuentas..
Según ella, el problema es que los rusos siguen pensando que les liberaron de los alemanes, cuando en realidad lo que hicieron es utilizar a los estonios (diferentes completamente de los rusos en cultura, lengua y costumbres) para cargar contra los alemanes. Desde luego después de expulsar a los alemanes, las represalias contra la población estonia fueron tremendas, incluyendo castigos a morir en Siberia a familiares de gente que luchó con la armada alemana.
Es de entender entonces el odio entre estonios y rusos. Más aún cuando un tercio de la población en estonia ni siquiera se digna a aprender la lengua estona..
Dubharlinn, espero no haber ofendido a tu novia, pero lo que dices en tu comentario no es muy diferente de lo que pongo yo en la entrada. Que los estonios son diferentes a los rusos no supone dudas a nadie, y que hay opiniones encontradas sobre la actuación del Ejército Rojo en la II Guerra Mundial tampoco.
Y sí, las represalias contra la población estonia, y contra todas las demás poblaciones a las que le tocó la desgracia de caer en la Unión Soviética, fueron tremendas.
En todo caso, te ruego me digas qué le puede haber ofendido a tu novia, porque no me parecía a mí que la entrada se apartara mucho de lo que ha pasado.
joe y yo estudiando como un tonto estonio mas de tres meses y aora me dices que no sirve pana!!!
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