domingo, 26 de octubre de 2025

Camino de Santiago en Bruselas: Uccle

Entramos ahora en el municipio donde tengo el honor de residir. En efecto, después de una caminata por el casco urbano de Forest, a partir de un lugar  no muy bien determinado de la avenida del general Joffre, ésta deja a pertenecer a Forest para pasar a ser Uccle, sin que sobre el terreno se perciba absolutamente nada. Eso pasa mucho en Bruselas. Tu vecino, el de la casa de al lado, puede vivir perfectamente en otro municipio distinto al tuyo. Yo mismo trabajo en Bruselas y, cuando cruzo la calle, ya estoy en Etterbeek.

Uccle, o Ukkel, según se sea vernáculo de una lengua o de la otra, es un municipio mucho más homogéneo que Forest. Creo que ya he escrito más de una vez que aquí todo quisqui está razonablemente forrado, o más les (nos) vale estar forrados, porque es uno de los municipios más caros de Bruselas para cosas como adquirir una vivienda. Así y todo, que quede claro, la vivienda aquí está bastante menos cara que en muchos lugares de España, donde nos hemos vuelto locos. El transporte público de Uccle es pobre, yo incluso diría que a propósito, con el fin de que nadie que no posea un coche pueda permitirse vivir por aquí.

Total, que los moros se han ido a morar a municipios más asequibles, y los negros han hecho lo propio, salvo los que andan bien de parné, que los hay, y entonces no hacen ascos a esta zona. En todo caso los negros que hay son fáciles de contar. Ya digo que para vivir en un sitio donde el impuesto sobre bienes inmuebles se va demasiado fácilmente a tres mil euros anuales, como es mi caso, que no tengo ni con mucho el casoplón más cuco de la zona, es mejor tener el riñón bien cubierto. ¿Hay guiris? Claro. Yo mismo y muchos españoles más. Además, hay unos diez mil franceses que huyen de los impuestos de su propio país y que aquí se integran de maravilla, y mejor que lo harían si quisieran aprender neerlandés, pero no hay que pedirle a un francés que aprenda más lenguas de las estrictamente obligatorias para subsistir.

El camino de Santiago entra en Uccle desde Forest y luego desciende por la avenida Coghen. Si hubiera prisa, el camino se dejaría de hacer vueltas y bajaría directamente por la avenida hasta el final, pero eso sería muy aburrido, así que quienquiera que lo tuvo a su cargo vio las posibilidades e incluyo un desvío que luego, visto sobre el mapa, tampoco es que alargue apenas el recorrido. Efectivamente, y de manera inopinada, el camino tuerce a la derecha, y he aquí que nos encontramos en la plaza Coghen.

La plaza Coghen es un proyecto inmobiliario pionero en Bruselas, destinado a gente con posibles y sin ganas de mezclarse con la chusma, pero que no tuvieran necesariamente intención de comprarse un castillo y parecer nobles medievales. Vamos, para la clase media alta acomodada, más alta que media. Se gestó en el período de entreguerras, esos locos años 20, y es un complejo muy bien conservado, en estilo art-deco, que ya sabemos que a los bruselenses les fascina. El lugar es tranquilo y está razonablemente aislado del resto de la ciudad, aunque se puede pasar y cruzar en todo momento, no como otros sitios del municipio que están cerrados a cal y canto. Supongo que es por eso que el camino de Santiago puede permitirse pasar por aquí.

Sea como fuere, salimos de la plaza Coghen, llegamos a la calle del Decanato y, unos metros más allá, estamos en el centro de Uccle y en su iglesia principal, dedicada a San Pedro.

El parvis de Saint Pierre, en efecto, tiene en su centro la iglesia representada aquí y que, por dentro, yo diría que es más bonita que por fuera. Y eso que por fuera no está tampoco nada mal. Cualquier observador versado en historia del arte notará el estilo neoclásico de la fachada y aventurará que la factura del edificio es del siglo XVIII, salvo imitaciones posteriores. No las hubo: efectivamente, el edificio fue terminado en 1782, en pleno período neoclásico.

Por dentro, no he sacado foto, pero es todavía más neoclásico que por fuera. En general, es un edificio agradable, donde se dice misa cuatro veces por semana a cargo del sacerdote, que no párroco, un señor bajito de apariencia y origen vietnamita que se las ve y las desea para atender este templo y otros dos que están a su cargo. Sobre eso de que el único sacerdote en condiciones de la parroquia no sea el párroco y de que el párroco no sea sacerdote ya volveremos en otra ocasión, pero sí, es una de las originalidades de la iglesia católica en Bélgica.

De momento, atravesamos la plaza de los Héroes, que es el único nudo de comunicaciones del municipio digno de este nombre, y nos metemos en la avenida De Fré, dedicada, claro, al señor De Fré, que fue alcalde de Uccle hace mucho tiempo. Poco después nos encontramos con este edificio, seguramente el segundo más antiguo de Uccle, el Vieux Cornet, llamado en neerlandés Hof ten Horen. La torre  que está a la izquierda es del siglo XVI, de 1570, según rezan las cifras de su fachada. El resto es un añadido del siglo XVIII, que tampoco está mal, teniendo en cuenta que, en dicho siglo XVIII, aquí había más bien poco.

(Sí, he dicho que éste es el segundo edificio más antiguo de Uccle, lo cual posiblemente haya hecho a algún lector preguntarse cuál será el más antiguo. Para mi espanto, aún no he publicado ninguna entrada sobre el mismo, cosa que tendré que remediar más pronto que tarde.)

Actualmente, en una parte del edificio funciona un restaurante en el que no he estado nunca. Cuando era italiano, hace unos años, pasaba por caro y malo; desde hace algún tiempo es chino y tiene muy buenas críticas. A ver si me paso por allí en algún momento, pero ese momento no ha llegado todavía.

Claro, no ha llegado porque tenemos que continuar la marcha, ya que, siguiendo por la misma calle del restaurante chino, nos metemos nada menos que en el Crabbegat. Este lugar sí que fue mencionado en esta bitácora hace algunos años, relacionado con mis quejas por lo mucho que duran las obras por estos pagos.

Entretanto, gracias a Dios, las obras han terminado, y el Crabbegat luce como en la foto que ilustra esta entrada. El Crabbegat es un precioso camino excavado, que por esta zona son razonablemente frecuentes, pero es que éste se encuentra en plena zona urbana. Claro, viéndose el caminante en él, es difícil pensar que a pocos metros nos encontramos en la bulliciosa plaza de los Héroes, pero así es. Recorremos un trecho y eso basta para encontrarnos absolutamente solos. Más adelante, el camino se bifurca y nosotros tomamos la desviación izquierda, mientras que la derecha nos llevaría prácticamente al mismo sitio, pero bueno, vamos a ser obedientes, que para eso vamos siguiendo señales.

Poco a poco vamos viendo las primeras casas, incrustadas en el borde del camino y donde vivir debe ser muy interesante... si uno es misántropo y tiene un buen coche para moverse, porque para encontrar un autobús que pase cerca hay que ser bastante optimista. Unos cuantos metros más y llegamos al cartel de la foto, que señala el final (o el comienzo, según por donde entremos) del camino.

Además, es el punto del camino bruselense de Santiago más cercano a mi domicilio. Y, como se ha hecho un pelín tarde y va siendo cosa de cenar, ha llegado el momento de interrumpir este periplo con ánimo de reanudarlo en otro momento, porque, ciertamente, me temo que a Santiago, desde aquí, no llegamos, pero, puesto que hemos pasado por la Puerta de Halle, ¿por qué no seguir al menos hasta allá, es decir, hasta Halle?

Será en otro momento. Creo que hace unas entradas quedó a medias alguna aventurilla por Dinamarca, ese país donde algo huele a podrido. A ver si averiguamos qué es, antes de que se haga tarde.

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