Las inundaciones están empezando a ser moneda corriente en Bélgica. Aquí, de toda la vida, ha llovido, no vayamos a creer que esto era La Mancha o Murcia, pero ha llovido generalmente con mesura y de manera razonable. El año pasado, en cambio, yo no sé si por el cambio climático, como dice casi todo el mundo y Greta Thunberg, o porque a veces toca que llueva y, mira por dónde, nos ha tocado a nosotros, aquí y ahora, cayó una buena serie de aguaceros que me fastidiaron las vacaciones, porque, aunque me pillaron en España sudando la gota gorda, la señora que en ocasiones viene a limpiar me envió un vídeo con el estado en que había quedado mi vivienda, de modo que me pasé buena parte de julio temblando por lo que me esperaba al volver.
Este año parecía que no iba a ser lo mismo, pero junio ya nos salió lluvioso y ya hay numerosos bajos inundados, algunos en Bruselas y otros en diferentes partes de Bélgica donde ha llovido a base de bien.
Eso le permite a uno familiarizarse con el intrincado mundo del alcantarillado y la evacuación de aguas, un problema que se hace evidente cuando uno vive en una casa y resulta ser responsable (o sufriente) directo de cualquier cosa que pase. Aquí no hay comunidad de vecinos ni administrador de fincas, sino, todo lo más, un seguro y gracias. Sin ir más lejos, una obstrucción de cualquier desagüe puede desencadenar, no sé si una tragedia, porque el agua no suele matar a nadie (con las excepciones que se quiera), pero sí un desastre de proporciones considerables. Además, en un país donde hay muchísima vegetación, y hojas desprendidas por doquier, la posibilidad de que las cosas se obstruyan es algo que hay que tener muy en cuenta. Y no digamos si, además, hace viento.
De momento, parece que las inundaciones son cosa del pasado, y mi vecino ha tomado algunas medidas que espero que den resultado y que terminen con el achique de agua periódico que tengo que realizar. Yo cruzo los dedos, con la esperanza de que la pared medianera parcialmente impermeabilizada aguante los envites, porque podré haber hecho la mili en Marina, pero de ahí a que me guste el agua hay un trecho.
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