lunes, 3 de mayo de 2021

Tebeos

Yo pensé que una de las mejores cosas que se podían llevar a un(a) belga que vive en España y que tiene tres hijos pequeños y con poco contacto con la lengua mayoritaria del país (que no es el francés), son tebeos. Si hay algo de lo que los belgas están orgullosos es de sus tebeos, muchos de los cuales han alcanzado fama internacional, y ahí tenemos a Tintín y a los Pitufos para corroborarlo, por no hablar de Spirou, el Marsupilami, Tomás Elgafe y bastantes otros que son la flor y nata de los tebeos de todo el mundo. Sí, ya sé que en español mucha gente utiliza comic, un anglicismo perfectamente prescindible, y que tebeo, en el fondo, no es sino tomar la parte por el todo (T.B.O., para los lectores no españoles, fue una revista infantil y juvenil que, cuando yo aprendí a leer, ya estaba de capa caída, pero aún alcancé a comprar algún ejemplar con mi magra paga semanal). En español, si tebeo no nos convence, deberíamos utilizar historieta.

En francés se usa "bande dessinée" y en flamenco simplemente es "strip" e incluso "stripverhalen". En Francia también tienen sus historietistas de renombre, ciertamente, y bastaría para ello nombrar a los creadores de Astérix, Goscinny y Uderzo. En todo caso, no está de más recordar que los dos vivieron varios años en Bruselas y que, incluso después de volver a Francia, continuaron publicando sus obras con editoriales belgas, en particular en la revista Spirou.

Para no equivocarme, porque nunca se sabe cuándo puede uno meter la pata y regalar a unos niños unos tebeos para adultos, cosa que es mejor evitar, me aseguré de adquirir unos tebeos para niños no exactamente belgas, sino rabiosamente flamencos. Después de algunas consultas con uno de mis profesores de neerlandés, me decidí por llevar álbumes de Suske en Wiske, que, al parecer, es lo que leen los niños en Flandes, todavía hoy. Digo todavía hoy porque tienen ya la friolera de setenta y cinco años, y no sólo ha fallecido su creador, sino que ya deben ir por la tercera generación de dibujantes, pero la serie se sigue publicando.

Cuando su creador, Willy Vandersteen, decidió que la edad ya no le permitía continuar con la serie, ya tenía un buen equipo de colaboradores, y puso como condición a quien continuara con sus personajes que en el tebeo no aparecerían asuntos de sexo, de drogas, ni entrarían personajes nuevos, ni desaparecería ninguno de los existentes. Siempre serían personajes aptos para el público infantil; incluso diría más: siempre serían adecuados para el público infantil... de la época en la que Willy Vandersteen dejó de dibujar, allá por 1988, dos años antes de fallecer. Y una cosa especialmente buena es que es una publicación sexualmente neutra, ya desde su creación, mucho antes del desvarío éste de la ideología de género y sus consecuencias: vale para que la lean niños y niñas sin grandes diferencias, por lo que es especialmente idónea para familias donde hay de todo, como la familia valenciano-belga que la recibió.

Suske en Wiske, hasta donde yo sé (pero puedo equivocarme), no está traducido al castellano, lo cual tiene su cosa, porque incluso dos álbumes suyos están traducidos al latín. No sé si hay muchos niños que puedan leer el latín con fluidez, pero tengo la impresión de que no, así que debe ser una edición para coleccionistas de culto (y cultos, muy cultos). Leo por ahí que en español son Bob y Bobet, pero eso parece que es una adaptación del francés, Bob et Bobette. Sí que hay versiones en otros idiomas, pero muchas menos que Asterix o que Tintín, y no es de extrañar, porque Suske en Wiske es una serie muuuuy amberina, ni siquiera flamenca. Amberina a más no poder. De hecho, los primeros álbumes se publicaron en dialecto amberino, y no fue hasta varios álbumes más tarde que empezó a utilizarse el neerlandés estándar, probablemente de bastante mala gana y arrastrando los pies.

(De paso, uno ve lo que se aprende escribiendo entradas de la bitácora, porque hasta ahora no sabía que el gentilicio de Amberes es, en español, amberino. Lo he tenido que buscar...)

Los feroces críticos de toda obra que se precie dicen que, desde que lo dejó su creador, Suske y Wiske han perdido fantasía e imaginación. Yo, que únicamente he leído los últimos cinco álbumes, no estoy en condiciones de comparar, pero a mí la verdad es que me han gustado, además de ayudarme a consolidar mi neerlandés y de hacerme reír un rato con cosas como la mala de la serie. La mala de la serie es la Dama Negra (Zwarte Dame), que no es una pieza de ajedrez, sino una hechicera que aspira a dominar el mundo ayudada por sus esbirros... y que habla en francés.

No me digan que eso de que los malos hablen en francés no es flamenco a más no poder. Hasta en los tebeos para niños tienen el cuchillo entre los dientes.

No hay comentarios: