Barcelona es una de esas ciudades donde casi siempre pasa algo, con el añadido de que ahora están de elecciones y tienen las calles, plazas, jardines y estaciones de tren llenas de carteles electorales, para que el ciudadano elija a su próximo
prasidén de la Chanaralitat, básicamente entre los candidatos
susialista,
cunvarchent y de
asquerra rapublicana.
La verdad es que había donde elegir: los
susialistas del PSC se empeñan en disimular que su candidato es calvo (le han cortado la frente en todas las fotos que he visto), y sus competidores de
Cunvarchensia han puesto el cartel de la foto adjunta, que tampoco tiene desperdicio.
El lema del cartel
"Astimá Catalunya, guvarná be" (me recuerda a cómo hablan los indios, por cierto) ha sido taimadamente modificado por un ciudadano disconforme con el candidato a
prasidén Artur Mas, del que es evidente que desconfía. Así que ha bastado tachar la primera sílaba para que
"Amar a Cataluña" se transforme en
"Timar a Cataluña", que, según el elector, se acerca más a la realidad y las intenciones del candidato. Hay que reconocer que el responsable de la campaña electoral de
Cunvarchensia se lo había puesto fácil. A ver si espabilamos para la próxima...
La verdad es que, si el elector quejumbroso supiera hasta qué punto está relativamente en buenas manos, dejaría enseguida de ofender con tanta inconsciencia a los líderes políticos que aspiran a regir sus destinos, para pasar a elevar sus preces al Altísimo en agradecimiento por no haber sido castigado con los responsables políticos al uso en otras latitudes. Veamos las cifras aplicables al caso de Rusia.
El
prasidén de la Chanaralitat, si no recuerdo mal, cobra cosa de diez mil eurazos al mes, prebendas aparte, que es un sueldo superior, muuuuuuy superior, a la media. Vamos, que ya nos gustaría a la casi totalidad de los charnegos acercarnos a él. Además de su salario, fuentes bien informadas (concretamente el actual
prasidén en funciones, que
se fue de la lengua el año pasado en un calentón en el Parlamento catalán) han revelado que la gestión pública le cuesta al contribuyente una cantidad equivalente al 3% del volumen de contratos gestionados, que los beneficiarios de los contratos abonan bajo mano a la caja del partido en el poder.
En Rusia, conocemos el salario del presidente (unos tres mil euros, también prebendas aparte), considerablemente inferior, pues, al sueldo de un presidente regional español (aunque se trate del
prasidén, que es el que más cobra) ¿Deduciremos de ello que la administración rusa es más barata que la
astatal aspanyola?
Antes de responder, veamos. La próxima autopista Moscú - San Petersburgo, que he mencionado
en otra ocasión, tiene un coste presupuestado por kilómetro de unos cuarenta millones de euros... sin contar las expropiaciones, que son por cuenta del Estado. En España, la autopista más lujosa y complicada, en los alrededores de Madrid, que es lo más caro que podemos encontrar, cuesta ocho millones por kilómetro, incluyendo las expropiaciones y, se supone, el famoso 3%.
¿Y por qué las carreteras en Rusia son tan rematadamente caras de construir? Pues por lo mismo que todo funcionario público de cierto rango en Rusia, a pesar de que oficialmente tiene un sueldo que, como mucho, le daría para una bicicleta, tiene por lo menos un BMW, o dos, y no se va de vacaciones a un camping lleno de mosquitos rusos (ya hablaremos de ellos, ya), sino a la Costa Azul.
Así que el elector catalán que, falto totalmente de
seny, pintarrajeó vandálicamente el cartel electoral de
Cunvarchensia, haciéndo aparecer como poco honrado a Artur Mas, debería recapacitar. En realidad, el famoso 3%, que tanto alboroto despertó en España, no es más que una propinilla miserable, indigna de mención, salvo para elogiar el comedimiento de nuestros políticos y su intachable gestión.