sábado, 20 de julio de 2024

Resucitando a la carrera

He de reconocer que, durante estas semanas, se me ha pasado por la cabeza dejar puesta la última entrada y matar la bitácora con ella, sin llegar al vigésimo aniversario ni nada. Cuando escribí la entrada, tal cosa no estaba pensada en absoluto, pero, después de unas cuantas semanas con poco tiempo y diversos problemas personales, la tentación estaba ahí. Igual estoy dejando pasar una buena oportunidad de terminar esto con dignidad, pero creo que le voy a dar un empujón más, a ver hasta dónde llega.

Después de visitar a San Pedro, como vimos en la anterior entrada, resulta que la fecha de fallecimiento del autor de estas líneas estaba equivocada y volví a Bruselas, lejos de las calderas de Pedro Botero. Y tan lejos. Lo del calentamiento global es un concepto que debe haber pasado a la historia, al menos en Bélgica, porque ha hecho los peores meses de mayo y junio, y hasta principios de julio, de que tengo memoria. Sin embargo, las cosas han cambiado radicalmente este fin de semana, en que ya las temperaturas llegan a treinta grados, lo cual, para Bélgica, es muchísimo. Ya sé que en la mayor parte de España treinta grados se considera casi una temperatura bonancible, pero aquí no.

No creo que esta canícula llegue hasta lo que aquí se considera una sequía, porque aquí se considera sequía, para pasmo de quien viva en España, algo así como una semana sin llover. Yo creo que ha venido lloviendo prácticamente todos los días desde principios de año, y no exagero ni tantico.

Ayer, a eso de las dos de la tarde, hacía esos treinta grados que he mencionado, combinados con un 70% de humedad ambiental. Lo que viene siendo un ambiente difícil de soportar. Como me estoy preparando para el gran fondo de Siete Aguas, pensé que sería una buena idea salir a correr unos cuantos kilómetros para entrenar en condiciones similares a las de la carrera. El gran fondo de Siete Aguas tiene lugar el tercer sábado de agosto. Puede que haga menos humedad, porque Siete Aguas no está cerca de la costa, pero quizá sí que haya que soportar esos treinta grados.

No sé exactamente si fue una buena idea salir a entrenar en esas condiciones, pero sí que sé que no es lo que recomiendan las autoridades. Y con razón. Buena parte del recorrido de mis entrenamientos pasa por el bosque, entre caminos y sendas muy sombreados, y más ahora en que todo es verde y frondoso, porque la lluvia constante tiene también sus ventajas, pero hay partes en que no hay sombra alguna, y en esos lugares el sol picaba a base de bien.

Dieciocho kilómetros más tarde crucé el umbral de mi casa con la garganta bastante seca y cerca del desfallecimiento, pero sin pasar el punto de no retorno, cosa que hubiera sido algo compleja. Tuve una especie de vahído al tener que pararme a cruzar una carretera, pero me recuperé sin novedad. El entrenamiento en condiciones de calor duro fue un cambio respecto de la semana anterior, en la que salí con ánimo de rodar sólo un poquito, pero me encontré con que hacía dieciséis grados. Es más, había caído un chaparrón la noche anterior, aunque apenas se notaba, ya que un sol agradable  asomaba entre las ramas de los árboles; en suma, se estaba tan bien que bajé el ritmo y me puse en plan paseo durante los veintiún kilómetros de una media maratón, disfrutando del ambiente. Volumen sí que hice, pero no fue lo que se dice un sobreesfuerzo.

Esta semana sí que lo ha sido, a pesar de correr tres kilómetros menos, pero doce segundos por kilómetro más rápido. Al salir de la ducha, casi no podía moverme y no tenía ganas de hacer nada más que de tumbarme en la cama, cosa que llevé a cabo con total solvencia.

Y ahí me dije: ¿Voy a dejar morir la bitácora así, sin avisar? Desde que escribí la última entrada, ha llegado el verano, tengo algo más de tiempo, los problemillas personales y las ocupaciones varias no ocupan toda la jornada y, después de todo, alguna entrada se quedó en la carpeta de borradores y, por supuesto, quedan muchísimas cosas por decir sobre Bélgica, Bruselas, la Iglesia Católica que peregrina por aquí, no se sabe muy bien con qué rumbo, Flandes, Valonia y Europa en general.

Y, lo que es más importante, me sigue gustando escribir.

Aunque, a veces, se haga tarde.

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