Ser valenciano fuera de Valencia se está convirtiendo en algo bastante inconfesable en los últimos tiempos. No es que nunca haya sido fácil estar orgulloso de ser valenciano, o por lo menos poderlo mencionar sin desdoro de la opinión que tengan de uno, pero desde hace bastante meses la cosa está resultando especialmente molesta.
Yo, en Bruselas, conozco muy poquitos valencianos y no tengo trato habitual con ninguno. Mi entorno español más cercano está más bien compuesto de madrileños y catalanes, y a algunos de éstos últimos, cuando se van a casa de vacaciones o de fin de semana, no sabes si preguntarles si van a España o qué, por no tener claro de qué pie cojean.
Lo que sí está claro es que, en cuanto conoces a algún español nuevo, y acaba por salir que eres valenciano, cosa que jamás negaré, ya te miran raro.
- Pues menuda está cayendo por allí...
La frasecita de marras era típica del año pasado, cuando los peperos salieron del gobierno regional, y del municipal del cap i casal del Regne, y entró en ellos una amalgama abigarrada de un partido, una coalición y un tercer partido asambleario que los apoya un poco más apartado y que últimamente está coaligado con la coalición. No es fácil explicar semejante galimatías ni siquiera a los compatriotas españolas que viven y se mojan en esta ciudad, Bruselas de mi corazón, en la que llueve a diario varias veces. Si ya Podemos les ha pillado con el pie cambiado y no entendían mucho de qué iba antes de su irrupción, no hablemos de las peculiaridades regionales valencianas, con su Bloc, sus escisiones de Esquerra Unida del Pais Valencià, y esa coalición Compromís que es más compleja que la personalidad de un judío antisemita.
Ese español bruselense, normalmente, y por mucho que conozca el percal, se ha quedado con que la antigua alcaldesa de la ciudad de Valencia, además de diputada autonómica, y hoy senadora en representación de nuestra autonomía por gracia del dedazo de su partido, tiene dificultades judiciales, con que la mayoría de su equipo de gobierno comparte esos problemas en mayor o menor medida, lo que ha dejado esquilmado el grupo municipal pepero.
Y esto es lo que viene a demostrar que, una vez más, Valencia no sólo tiene pésima prensa, sino que es víctima propiciatoria de cualquier prejuicio, hasta el punto de que nadie se corta a la hora de arrojar la primera piedra, como si los demás estuvieran sin pecado. Y, ¿cómo que están sin pecado? ¿Acaso algún madrileño va a tener el rostro de asegurar sin lugar a dudas que ha habido más corrupción en Valencia de la que hay en Madrid? Pues lo tienen, como si Granados, Marjaliza o el marido de Ana Mato y ésta misma se alimentasen exclusivamente de paella y horchata y las tapaderas que se montaron fueran comisiones falleras.
¿Y los catalanes? Pues sí, también los catalanes le miran a uno con cierta conmiseración, como compadeciendo al pobre valenciano que tiene que sufrir que lo esquilmen los políticos que él mismo ha elegido. Y lo dicen con tal superioridad que nadie diría que Pujol y su amplísima familia, a cual más creso a fuerza de desfalcar por doquier, les han estado gobernando varios lustros, y si no están en la cárcel es porque la situación enrarecida que ellos mismos han provocado les da bastante margen de maniobra.
Entendámonos. No tengo ninguna simpatía por los desaprensivos que nos han estado gobernando a los valencianos hasta el año pasado, pero desaprensivos de la misma o peor calaña han estado gobernando en otros sitios, y sin embargo parece que no haya habido más corrupción que en Valencia, y que al hablar de corrupción sólo se mira hacia Valencia como ejemplo paradigmático de madriguera de políticos vivalavirgen.
Lo cual es fundamentalmente injusto, porque Valencia es mucho más que todo eso y, si no fuera por nuestro acendrado meninfotisme, seríamos la vanguardia del mundo mundial. Pero, de momento, lo que me toca es hacer acopio de meninfotisme y adoptar una actitud indiferente cuando alguien pone a caldo a mi Valencia.
Eso sí, con esa actitud, nunca saldremos de pobres.
Conflicto Rusia-Ucrania. Actualización mes de octubre
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"Cuánta gente apoya la guerra, y cuántos están en contra? Si bien existen
investigaciones de opinión pública no son confiables porque mucha gente
teme re...
Hace 1 mes
2 comentarios:
Jua, jua, jua.... cómo te comprendo!!!!
Firmado: un gallego.
Anónimo, sí, realmente por allí tenéis muchas simulitudes con lo nuestro. Tantas, que marean :D
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