miércoles, 21 de mayo de 2014

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La segunda consecuencia de que los electores puedan manifestar sus preferencias por unos candidatos dentro de una misma lista también tiene su enjundia, y es que todo el mundo puede ser elegido y tiene sentido hacer campaña no para la lista del partido, sino para uno mismo. Y ya lo creo que hay gente así, y el resultado es que en los carteles electorales sale todo el mundo, no sólo el cabeza de lista.

No estoy en España, pero estoy casi seguro de que en los carteles electorales de los peperos sale Arias Cañete y nadie más, y en los sociatas sólo sale Valenciano, y así los demás. Eso no tiene el menor sentido en las elecciones europeas, porque, una vez elegidos y llegados a Estrasburgo, el hecho de ser cabeza de lista no significa absolutamente nada y son tan eurodiputados como, digamos, el décimo de la lista, cuya jeta cara no conoce nadie y que se ha pasado la campaña, si quiere, en el salón de su casa preparándose mentalmente para calentar el escaño. En las elecciones generales, como hay un candidato a presidente, pues tiene sentido, pero o mucho me equivoco o Juncker, que sí es el candidato a presidente, no aparece en los carteles de los peperos, y no tengo muy claro que Martin Schultz aparezca en los de los sociatas.

Aquí, no.

Aquí, el décimo de la lista, como se quede en el salón de su casa esperando que lo elijan, va listo y le puede comer el terreno el último de la lista o hasta el primer suplente, si éstos son activos y reciben los votos preferenciales necesarios para ganar terreno. Así que, el que no corre, vuela, y todo quisqui pone sus carteles donde puede y donde le dejan, incluso en la vitrina de la tienda del cuñado, que puede que no sea comunista precisamente, pero, si tiene un cuñado candidato comunista, lo menos que puede hacer es apoyarlo, que la familia no se elige.

Claro, los candidatos no son tontos y colocan sus carteles, que no olvidemos que son un recurso escaso, allá donde crean que pueden sacarles partido. En Uccle, y en particular en la zona donde vivo, los carteles son de gente con sonoro apellido europeo, tirando a francófono, y raza blanca. En cambio, uno pasa por Matongé y el porcentaje de carteles con candidatos blancos se reduce espectacularmente; en cambio, en los carteles azules del MR puede figurar Mboko Kalome, que difícilmente sería admitido en partidos como el Vlaams Belang. Y el otro día pasamos por Marolles, volviendo de misa, y allí veíamos candidatos como Tarek Said, que se presenta por el CDH, el Centro Democrático Humanista, que en tiempos ya remotos era el partido católico, pero hace ya bastante que perdió la unidad, perdió el nombre y probablemente perdió también la sustancia, porque Tarek Said, o Abdulhamid Salaf, es bastante dudoso que estén bautizados.

No, últimamente no he pasado por Molenbeek, pero es poco probable que haya carteles, pongamos, del Vlaams Belang, o de un candidato (me lo invento), Hans Josephus van Angeren (conde de Angeren). Como que no le doy muchas posibilidades; sin embargo, en Uccle, igual tendría algo que hacer.

Y ahora, por fin, tras llegar hoy a mi casa, me he encontrado un pasquín ¡de un partido neerlandófono! ¡Podría ser neerlandófono y todo!

Pero, como se está haciendo tarde, creo que eso lo dejaré para la próxima entrada.

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