Si las aventuras de Ame a la hora de adaptarse al nuevo colegio ya son bastante chocantes, las de su hermana mayor, una preadolescente que los próximos años que cumplirá serán los quince, son directamente de otro planeta.
- ¿Qué tal te va en clase? ¿Cómo son tus compañeros?
- No sé. Son todos raros.
- ¿Todos?
- Sí. No han oído hablar de Pushkin.
- Ya...
- Ya digo: son raros.
- Y no se te ha pasado por la cabeza la idea... verás, esto igual es como el chiste aquél del que iba por la autovía por la noche, con poco tráfico, y se dice: "Voy a poner la radio, a ver qué cuentan.". Pone la radio, y están dando las noticias: "¡Atención! Peligro en la autovía CV-35. Hay un coche que está circulando en dirección contraria." Y el conductor dice: "¿Uno? ¡Qué va! Yo, por lo menos, ya he visto cincuenta."
- Ah...
- Vamos, que a lo mejor resulta que no es que los demás sean raros: es que quizá es que la rara seas tú.
- No, qué va, yo no soy rara. Son ellos.
- Vale, vale.
- Y, como son raros, cuando tengo una hora libre y ya he hecho los deberes, lo que hago es irme a la biblioteca del colegio y ponerme a leer a Chéjov.
Como todos los niños, claro.
1 comentario:
¡Pobre Abi! Conoce a Pushkin y lee a Chéjov; en los tiempos que corren eso es un obstáculo a su integración social, y me temo que aún más por ser autores rusos. También me temo que tus hijos van a conocer a partir de ahora cómo "funciona" el sistema educativo español. ¿No existe en Bruselas, la "capital de Europa", un colegio ruso?
Saludos
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