Si, después de la entrada anterior, debería quedar claro por qué la Iglesia pugna para que la legislación, al menos la del derecho a la vida, esté de acuerdo con su doctrina, ahora debería tocar continuar con el asunto y ver qué sucede en otros ámbitos. Y el otro ámbito en que la Iglesia mete baza con regularidad es el Derecho de familia. Parece obvio que el ámbito familiar, por definición, no sólo afecta al individuo, sino, además, por lo menos a los miembros restantes de la familia, con lo cual estamos dentro de la lógica de la entrada anterior.
Recordemos que un católico es alguien que cree en Dios. Además, cree que Dios se hizo hombre hace un poco más de dos mil años y que, cuando estuvo por aquí, dijo varias cosas, y entre las cosas que dijo está que: 1. Nada de adulterio y 2. Nada de divorcio.
Vamos, que la Iglesia, y los católicos en general, le damos bastante importancia al sexo, porque, de acuerdo con la doctrina, lo más probable es que sólo tengamos relaciones sexuales con la conciencia tranquila con una persona en nuestra vida, porque, de divorcio, ni pum; el único motivo de disolución del matrimonio es la muerte de uno de los cónyuges, pero, teniendo en cuenta la esperanza de vida media de los españoles, para cuando uno se muera, el otro difícilmente estará en condiciones de tener una vida sexual muy allá.
Otra cosa interesante es que el matrimonio con forma canónica en que al menos un cónyuge está bautizado es un sacramento, y aún más interesante es el hecho de que en España (y en casi toda la Cristiandad) el poder civil no regulaba el matrimonio, sino que eso era competencia de la Iglesia, que obviamente lo hacía según sus normas. En España no hubo matrimonio civil, ninguno, hasta 1870, y sólo para no católicos. Es decir, en materia de bodas, la competencia ha sido sólo de la Iglesia, y no del Estado, entre más o menos la caída del Imperio Romano y 1870, y el Estado sólo se ha quedado con la competencia de manera generalizada, salvo el breve período de la Segunda República... desde 1978.
Habíamos puesto de paradigma de Estado confesional que hace a pies juntillas lo que le dice la Iglesia la España de Franco. Antes de seguir, debo dejar claro que esta entrada no es una apología de la España de Franco. No estamos hablando del sistema político de partido único y jefatura del Estado vitalicia, que en esta entrada no vienen al caso, sino del Derecho Civil y Penal, que en sus líneas generales venían de la etapa anterior, y han seguido vigentes, también en sus líneas generales, en la etapa siguiente.
Y efectivamente, en la España de Franco vemos una legislación familiar acorde con la doctrina de la Iglesia ¿Quiere decir eso que las relaciones prematrimoniales, que son pecado, están perseguidas penalmente? No, no lo están. Como vimos, lo que está penado es lo que afecta al orden público y, más en concreto, a terceros: las violaciones, claro, que incluyen, además de los casos de violencia, las relaciones con menores de doce años, y el estupro, que incluye a los mayores que no tienen un consentimiento libre. Igual que hoy, vamos.
Lo único que no es igual que hoy es que también estaba penado, en la España de Franco, el adulterio, esto es, las relaciones sexuales de una persona casada, pero fuera del matrimonio ¿Tiene sentido? Tiene sentido en cuanto que la familia, en la concepción cristiana (y en la de España de Franco, junto con el municipio y el sindicato), es la célula básica de la sociedad, además de iglesia doméstica, y la Iglesia insiste en la obligación del Estado en protegerla ¿Por qué? Bueno, si crees que Cristo es Dios, que Dios te ha creado y te ha dado todo lo que tienes, y te ha dicho que ni adulterios ni divorcios, lo suyo es que propagues lo que dice.
Y que lo dejes escrito en las leyes, porque, y este es otro argumento, la ley tiene una función didáctica. Lo que es legal es bueno, o por lo menos no estrictamente malo, porque si fuese malo, claro, el Estado, que es muy majo y me protege, lo habría prohibido. En el caso de la entrada anterior, si tengo "derecho" al aborto, eso significa que el aborto no es malo, al menos, y según la legislación española actual, en las primeras catorce semanas de gestación ¡Si hasta me lo paga el Estado! ¿Cómo va a ser malo?
Contra ese mensaje es cuando la Iglesia se ve en la obligación de intervenir, porque genera confusión entre el bien y el mal. Esa confusión entre el bien y el mal puede degenerar en lo que la Iglesia llama un pecado contra el Espíritu Santo, que consiste, simplificando, en atribuir al demonio lo que son obras de Dios, y al revés. La cosa es grave, porque nos dice Cristo que ese pecado "no será perdonado", frase que a todos los católicos, que, como dije, somos gente rara que, además de creer en Dios etc. etc., creemos en la vida eterna, nos los pone por corbata. Nadie tiene ganas de pasarse la eternidad como si estuviera en Écija, en agosto, tomando el sol al mediodía y sin poder menearse de allí. Los católicos se supone que somos gente sin miedo. A eso sí que lo tenemos.
Que la ley tiene una función didáctica lo demuestra lo que ha pasado con el Derecho de Familia en España, pero se me está haciendo tarde, así que esa parte la dejo para la próxima.
Conflicto Rusia-Ucrania. Actualización mes de octubre
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"Cuánta gente apoya la guerra, y cuántos están en contra? Si bien existen
investigaciones de opinión pública no son confiables porque mucha gente
teme re...
Hace 1 mes
12 comentarios:
Reflexionando sobre tus entradas, tengo algunos sentimientos encontrados.
Yo soy de Chile, un país donde TODOS los abortos son ilegales y están penados con cárcel. Donde hace unos 5 años no existía ley de divorcio, y hace 20 los hijos se dividían según si nacían dentro del matrimonio o fuera y eso determinaba sus derechos a herencia, reconocimientos, ayudas economías, etc. Donde la iglesia católica y evangélica tienen una influencia tremenda sobre la sociedad política y civil.
Yo estoy de acuerdo varias posturas tuyas, como el aborto, el cual creo que es un asesinato. Pero sin embargo, a pesar de que en mi país este es un delito, se calcula que unas 160.000 mujeres se lo practican al año, siendo que somos un país bastante pequeño de 17 millones de habitantes. En ese sentido eso me deja una sensación inquietante, por que más allá del credo y de la ley, la realidad es otra.
Lo mismo sucedía con el divorcio, a pesar de no existir una ley que lo permitiera las parejas abusaban de un vacío legal para separarse. La ley de divorcio demoro muchos años y causo mucha polémica al aprobarse, sin embargo después de esto hasta diputados que se oponían a ella se divorciaron.
Entiendo el concepto de que la iglesia debe apoyar las leyes que siguen sus doctrinas y oponerse a las que no, pero la ley debe reconocer y ajustarse a la realidad. Porque creo que de lo contrario es un acto de hipocresía y cinismo.
Lore, bienvenido. Que los hijos sean diferentes según su nacimiento sea dentro o fuera del matrimonio es algo afortunadamente superado y que nadie echa de menos.
En cuanto a las cifras de abortos clandestinos, no me creo ni una. Las mismas tácticas utilizaron los abortistas en España para introducir el aborto: inflar una cosa imposible de medir para montar el número. Ahora le toca a Hispanoamérica.
A ustedes les está pasando exactamente lo mismo que a nosotros hace treinta años, sólo que, como nosotros ya hicimos de banco de pruebas, la ingeniería social irá más rápido con ustedes.
¿La ley debe reconocer y ajustarse a la realidad? No es mi opinión. Si así fuera, que no es, por ejemplo, jamás se hubiera aprobado el sedicente matrimonio homosexual, que no ha sido nunca necesario ni real.
Buenas, Alfor:
Ante todo, muchas gracias por haber celebrado mi intromisión в чужой монастырь con dos entradas dos (lo que, para ser el blog que más asiduamente sigo, es un gustazo). Es interesante conocer su opinión.
No estoy, sin embargo, convencido con que las leyes tengan un efecto educativo como el que dice usted. Cuando se prohibió la venta de alcohol en los Estados Unidos, se continuó vendiendo. Según tengo entendido, en Al-Andalus se hizo una excepción con el vino, y no se prohibió beberlo, porque iba demasiado contra la costumbre. Cuando la ley no se adapta a la realidad, o deja de cumplirse o requiere un esfuerzo extra de las autoridades, y aún así no se acepta en una generación.
En mi opinión, en el caso de los homosexuales, existía una inercia histórica que hacía manifestarse en público en contra de ellos, mientras que en su fuero interno a la mayoría le daban absolutamente igual. Incluso en la conservadorísima patria rusa observo eso. Todos los individuos piensan que odiar a los homosexuales es lo que hace todo el resto del mundo, y se manifiestan, por presión de grupo, en ese sentido. El hecho de que, por tanto, sólo se manifiesten opiniones en ese sentido, refuerza la percepción.
El caso del matrimonio homosexual, ¿cree usted que fomenta la homosexualidad? Se lo pregunto porque, al fin y al cabo, como cristiano me parece que es lo que más le debería preocupar: la sexualidad de los padres. Estamos, ojo, hablando del matrimonio, y no diciendo nada de adopciones. ¿Qué beneficio consigue la iglesia de que los homosexuales dejen de adquirir las mismas ventajas fiscales y sucesorias que los heterosexuales? Porque eso es el matrimonio civil. Nadie le está poniendo una pistola en la sien a un cura para que case a homosexuales, como bien parece que estuviese pasando dadas las reacciones. De nuevo, ¿fomenta el matrimonio homosexual la homosexualidad?
De la adopción también querría decir un par de cosas. ¿Se ha dado cuenta de que uno de los principales argumentos que han expuesto los manifestantes cristianos en contra de la adopción en las manifestaciones es que "se vulneran los derechos del niño, porque los hijos de matrimonios homosexuales serán perseguidos por otros niños"? ¿Por qué otros niños, si no por SUS propios hijos? Es algo así como decir: "Como tengáis la dicha de darles hijos a los homosexuales, les vamos a joder la vida, así que cuidadito". Se sabe poco del origen de la homosexualidad, porque los estudios están sesgados, pero, si fuera genético, la mejor manera de erradicarla sería que los homosexuales adoptaran, en lugar de formar parejas heterosexuales y engendrar más pecadores genéticos.
Ojalá la Iglesia iniciase una fiera campaña contra la avaricia y el latrocinio, que no nos dejan vivir como personas.
P.D. ¿Sigue vigente el versículo 20:13 del Levítico? Nunca he pasado del Pentateuco en mis lecturas de la Biblia, así que nunca he llegado a la parte en que se deroga.
Beloemigrant, las leyes sí tienen una función didáctica. La ley seca de los EEUU no eliminó el alcohol, pero sí que lo limitó. Si mañana se legalizaran las drogas, indudablemente su consumo aumentaría, y la gente pensaría que, si están permitidas, no están tan mal.
Sobre los homosexuales, unas cuantas cosas:
1.- Ningún cristiano odia a los homosexuales. Si algún cristiano dice que los odia, tiene un problema de coherencia.
2.- Los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Eso quiere decir que, a diferencia de las relaciones sexuales entre personas de distinto sexo, son pecado en todas las circunstancias.
3.- Lo del gen homosexual es lo que les gustaría a los del orgullo gay (que no son todos los homosexuales), pero no lo han encontrado, y no por falta de búsqueda.
4.- Como cristiano, lo que me preocupa no es la sexualidad de los padres, como parece creer usted. Una vez más: repase el Credo y la lista de los diez mandamientos. Me preocupa el servicio de Cristo, y hacer creer a los homosexuales que lo hacen está bien no está en la lista.
5.- Lo de la pistola en la sien para casar a homosexuales no ha llegado todavía, pero a los anglicanos (y a algún concejal católico español, que tuvo que dimitir, ¿no lo recuerda?) ya se lo estaban insinuando. Lo próximo será perseguir a la Iglesia por homófoba (lo que es mentira, pero eso les da igual), pero para eso hay que dejarlo madurar un poco más. Al tiempo.
6.- Ningún cristiano ha dicho que los hijos de los homosexuales serían discriminados por los otros niños. Lo que se ha dicho es que los niños tienen derecho a tener un padre y una madre. Hay casos en que no los tienen por otras razones, pero la ley no debe eliminar de raíz ese derecho.
7.- La adopción por homosexuales ha existido siempre. Desde que existe el instituto de la adopción. Lo que es nuevo es la adopción por parejas de homosexuales.
8.- Ese versículo del Levítico, y en general todo el Antiguo Testamento, están llevados a su plenitud en el Nuevo. Si no ha pasado del Pentateuco, le quedan algunos cientos de páginas, pero yo no las puedo leer por usted.
9.- La campaña contra la avaricia y el latrocinio es permanente. Pero su frase, ésa que comienza por "ojalá", me trae a la cabeza a los "hojalateros" del siglo XIX. Que lo hagan otros.
Estimado Alfor:
Muchas gracias de nuevo por su respuesta. El meollo de lo que quería saber se concentra en el punto cuatro, y lo ha explicado usted muy bien. Es perfectamente coherente y perfectamente comprensible, incluso desde fuera, que se pretenda evitar que el legislador haga confundir al cumplidor de la ley lo bueno y lo malo. Que el bien y el mal no sean patrimonio exclusivo del cristianismo (que yo, como cauto, considero una aproximación como otras tantas a la cuestión) es lo único en que podría presentarse una inconsistencia. La conducta es desordenada (ojo: según ustedes, como todo es según alguien) y, por tanto, mucho menos invasivo sería regalar a las parejas de recién casados un catecismo con el segmento en cuestión bien subrayado, para que no se llamaran a engaño. Dejar a una persona sin pensión de viudedad porque sea un pecador me parece mala cosa. A los traicioneros adúlteros ya no se la quitan de oficio. O a los que no guardan las fiestas. O a los envidiosos, avaros o presas de un apetito desmesurado. Y estas últimas son todas también posturas desordenadas: o todos moros o todos cristianos. Es mi concepto pueril de la justicia.
De nuevo le doy las gracias, porque me ha enseñado bastante para comprender la postura de la Iglesia.
Querría recomentar los comentarios, para que me entienda mejor, más con propósito puramente social que con ánimo de discutir:
Sobre 1 y 2, es bien cierto: el buen cristiano no odia al pecador, sino que rechaza el pecado, y acoge a los homosexuales mientras sean castos. El problema es que no creo que todos los bautizados comprendan estas sutilezas, y con la Biblia en la mano se pueden hacer auténticas maravillas. De nuevo, el cristianismo no tiene "la culpa", igual que el socialismo, como idea, no tiene la culpa de los gulags. Pero como estamos acostumbrados a tratar con gentes y no con ideas, mezclamos churras con merinas.
Sobre 3), como he dicho, todos los estudios están politizados. Unos barren para un lado, otros para otros. Sobre inclinaciones sexuales (no hablo ya de homosexualidad siquiera) apenas se sabe nada a ciencia cierta.
Sobre 5), aplaudo la dimisión de los concejales de que habla, porque son un ejemplo de integridad. Cabe esperar que hayan tenido los mismos motivos que usted, y no otros. Sobre el supuesto complot contra la Iglesia, qué quiere que le diga: el Islam en Moscú está perseguido, la Iglesia Católica en España, no. Que yo sepa, no ha habido últimamente quemas de iglesias ni prohibición de edificación de nuevas iglesias. Cuando la haya seré el primero en poner el grito en el cielo (y no estoy siendo imparcial aquí, porque tengo cariño a la Iglesia Católica como mi foco culturogénico, que diría el acientífico Gumiliov).
Sobre 6), no puedo poner la mano en el fuego, pero cuando le he contado lo del argumento, es porque lo he visto y oído. Que los medios que me informan me hayan mentido es otra cosa, y se lo concedo.
Sobre el derecho a tener un padre y una madre, todo dentro de sus posibilidades. Si me preguntan en abstracto qué quiero, tener dos madres o no nacer, prefiero nacer. ¿Qué opinaría la Iglesia si dos parejas de homosexuales se conchabaran para formar dos familias de padre y madre? El divorcio sería bastante difícil, porque tendrían que ponerse cuatro de acuerdo (lo cual blindaría los matrimonios). Bromas aparte, me parece bastante desordenado.
Sobre 8), lo de la plenitud es un concepto que los no-cristianos no conocemos. ¿En qué consiste?
Respecto a 9), esa campaña parece limitarse al seno de la Iglesia, porque no he visto todavía manifestaciones multitudinarias para echar a esa panda de chorizos que nos gobiernan, ni a la panda de chorizos que están esperando su turno. De todos modos, tiene usted razón cuando dice lo de "ojalá".
Comprenda una postura que quizás, como cristiano, no se plantea: desde fuera, los no-cristianos tenemos en la Iglesia Católica el único ejemplo visible de una institución de grandes proporciones que se ha echado a las espaldas la pesada carga de evitar que nos comportemos como unos desalmados y nos depredemos mutuamente. Quizás le pidamos más que ustedes mismos (desde dentro), y nos pase como con los sindicatos: suponemos que están para lo que están, pero mientras gobierna el PSOE ninguno dice ni pío. Queremos ver siempre predicar con el ejemplo, y que nos lo pongan delante de las narices para que lo veamos. Ver a la Iglesia de la que tanto esperamos aliarse con los poderosos, mientras los poderosos llevan a países a la guerra y matan a gente de hambre, y verla luego inmiscuirse luego en los asuntos de alcoba de la gente de la calle, nos provoca náuseas. La estupenda labor de la Iglesia en asistencia social no consigue quitarle a uno el mal sabor de boca.
"Que lo hagan otros" es lamentable, sí. Válgame como excusa que estoy con una mano detrás y otra alante, y pasará mucho tiempo hasta que pueda "permitirme" siquiera tener hijos (o, más bien, que mis hipotéticos hijos puedan permitirse tener un padre como yo, con un empleo inestable y pocos consejos que darles). Esperemos a que se me cumplan los primeros requisitos de la pirámide de Maslov, y entonces ya podremos ver qué tal tipo soy... (Por cierto, pasado mañana me caso).
Comprendo que estos comentarios míos sean bastante impertinentes, y que puedan sentarle mal a más de uno, pero espero que entienda que es un efecto colateral, y que no es mi propósito. Supongo que pocas veces tendrá uno oportunidad de hablar de cosas serias con un tipo tan conscientemente (e incluso militantemente) ignorante como yo, que le hará a usted cuestionarse mi salud mental. Espero no haberle molestado. Me ha explicado bastantes cosas que yo no sabía, y le doy las gracias por ello. Si prefiere que no le vuelva a comentar nada en este campo tan sensible, le haré caso, y estoy seguro de que no me guardará rencor.
Afectuosos saludos (y perdón por el flooding),
Beloemigrant
Beloemigrant, en primer lugar, enhorabuena por su boda. Usted sabrá lo que hace. :-)
Para continuar, usted comprenda que los católicos estamos convencidos de tener razón, y que sólo la tenemos nosotros. Ya sabe, creemos en Dios, que nos ha creado, etc... todo lo demás son consecuencias de esto.
La postura contraria es la relativista, según la cual eso de la verdad importa poco, o lo que pasa es que hay varias verdades. Ahí no hay diálogo posible; es más fácil dialogar con un musulmán, que también cree que la verdad existe, aunque él crea en otra.
Otra: el cristiano no odia al pecador, y acoge a los homosexuales, no sólo mientras sean castos, sino también después de dejar de serlo. Mire la parte del Credo en la que hablamos del perdón de los pecados.
Lo de la pensión de viudedad no lo he pillado. Siempre ha sido posible contratar un seguro de vida y poner como beneficiario de una renta vitalicia a quien queramos. Que no es tan difícil, porras. La cosa no iba por ahí: la intención es devaluar el matrimonio y dejarlo hecho una burla. La excusa es la pensión de viudedad.
Los concejales de marras fueron obligados a dimitir, y algún juez ha sido expulsado de la carrera. Si eso no es persecución, comienza a acercársele un poquito.
"Que lo hagan otros" me refiero a su petición de campaña contra la avaricia y el latrocinio, no a tener hijos, que en eso allá usted. Pero contra la avaricia y el latrocinio todos podemos luchar, sin necesidad de desear "ojalá" que lo hagan los demás.
De lo de la "plenitud" debería escribir varios tomos. Baste decirle que la Biblia, sobre todo el Antiguo Testamento, no debe leerse siempre literalmente, y que emplear las técnicas modernas del Derecho (incluyendo la derogación) no viene muy al caso.
Finalmente, si se quiere enterar de algo de la Iglesia, lo cual es recomendable, siquiera sea por cultura general, hay un montón de formas de hacerlo, pero me temo que una de ellas no consiste en informarse exclusivamente por los medios de comunicación generalistas, que tienen poco aprecio por el sosiego y mucho más por los titulares atractivos.
Beloemigrant, y, finalmente, sobre la plenitud de la ley. Uno cree que hay que escribir varios tomos y resulta que bastan unas cuantas líneas:
Mas Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.» E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»
Es el Evangelio de mañana. En San Petersburgo creo que hay cinco parroquias católicas. Si lo quiere oír en directo y con explicación incluida, está a tiempo.
Poco tengo que comentar aquí, Alfor, excepto señalarte que lo has vuelto a hacer: no sé si te has dado cuenta, pero contestas a Beloemigrant y planteas la cuestión como una dicotomía entre el dogma religioso y la "postura relativista", como si no hubiera ningún terreno en medio; cuando en realidad es en este terreno donde estamos la inmensa mayoría de los no creyentes. Prácticamente todas las personas que conozco y con las que me relaciono día a día son ateas o agnósticas, y ninguna de ellas opina que "no exista" la verdad o que "no tenga importancia" (aunque la Santa Iglesia parezca empeñada en que sus fieles crean que es así) Pero si de verdad creías que los ateos vamos por ahí negando la existencia de la verdad o tirando monedas al aire para decidir lo que debemos hacer, puedes estar tranquilo, hombre, que no hay nada de eso...
Arkadi, sí que es posible que los católicos resultemos antipáticos, pero, teniendo en cuenta que nuestro fundador tampoco caía bien a los que no querían llegar a los "extremos de radicalidad" que Él llevaba, por lo menos es consecuente.
No me imagino ningún término medio entre creer en Dios o no creer en Él, al menos desde mi postura de creyente. Claro, está la variante agnóstica, la de no plantearse la cuestión y vivir con independencia de que exista o no, pero, para un creyente que construye su vida sobre Cristo (con mayor o menor éxito, que eso es otra cosa), los términos medios se sitúan demasiado lejos.
Y, bueno, sí que es cierto que no soy consagrado ni teólogo, y que asumo mi condición de creyente de a pie, pero llevo de catequista desde los diecisiete años (aunque ahora estoy temporalmente "fuera de servicio"), y alguna cosa, Spiritu Sancto mediante, habré hecho llegar en todo este tiempo.
El caso es que a mí "los católicos" -así, en general- no me caen antipáticos, Alfor; como tampoco me cae antipático Jesús de Nazaret, que me parece una figura muy digna de respeto, aunque no crea en él como dios. Y no, desde luego: no existe ningún término medio entre creer y no creer. En el tema de la existencia de dios, yo me considero agnóstico, y ser agnóstico implica no creer. Tal y como tú dices, agnósticos y ateos organizamos nuestra vida con independencia de que "dios" pueda existir o no. Y sí, se puede decir que nos arriesgamos a ir al infierno o algo parecido si luego resulta que estábamos equivocados; pero teniendo en cuenta que hay miles de religiones y sólo una, como mucho, puede ser la verdadera, tampoco arriesgamos más que el resto de los mortales.
Pero esa no es la verdadera cuestión. La cuestión es que sí existe un término medio, y una diferencia importante, entre 'no creer en dioses' -como es el caso de cualquier ateo/agnóstico- y 'no creer en nada', que es de lo que hablamos cuando hablamos de 'relativismo moral'. Confundir las dos cosas no es de recibo, Alfor; y resulta ofensivo, sí; pero por motivos muy distintos de aquellos por los que Jesús y sus prédicas resultaban ofensivos para cierta gente. Yo nunca fui catequista, pero sé muy bien de lo que hablo puesto que todos mis amigos son gente con unos principios éticos muy firmes y claros -y no por casualidad, sino porque es el tipo de gente con la que procuro juntarme- y mira tú por donde, casi todos son ateos. Por eso me hace muy poca gracia cuando sale algún obispo o cardenal diciendo por la tele que "sin la fe, se cae inevitablemente en el relativismo moral": porque sé que eso es mentira como sé que el sol sale por el Este; y no puedo sentir mucho respeto por esa gente cuando demuestran tan claramente que no saben de qué están hablando. Como tampoco puedo evitar ofenderme por el desprecio que ello supone hacia tantas personas a las que admiro y respeto.
Curiosamente (o no), esto es algo que no me pasa con Jesucristo: no recuerdo haber leído nunca los Evangelios y pensar "este tío no tiene ni puñetera idea", "cómo puede decir esas barbaridades", o "menudo pedazo de hipócrita". Tampoco me suele pasar con los cristianos de a pie, al menos los que yo conozco, que por lo general son buena gente. En cambio, me pasa continuamente con Rouco y sus amigos de la conferencia episcopal. Con Wojtila y con Ratzinger también me pasaba a menudo. Del nuevo no diré nada, porque aún es pronto; pero el caso es que ha sido llegar él y ya le han dado la patada a uno de esos pederastas con sotana que tanto abundan en la Casa del Señor. Y puede que sea casualidad, pero ¿ves? Eso ya mola. Y es que los ateos somos así de raros: nos gusta que la gente que nos critica demuestre un poquito de consecuencia con sus propios principios. Y si además saben de qué hablan, pues mejor todavía.
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