viernes, 29 de septiembre de 2006

Motos en la capilla

Dentro de los límites de Sumbulovo, en mitad de un bosque de coníferas, y a cosa de doscientos metros del pabellón de reposo, hay una pequeña capilla ortodoxa, para acceder a la cual hay que adentrarse en el bosque (por cierto, excelente lugar para jugar a guerrillas con los niños, doy fe), cruzar un arroyo y subir unos peldaños improvisados sobre una de sus cuencas. En ello estábamos el domingo por la mañana cuando nos cruzamos con una señora que venía de allí y que se ofreció a acompañarnos y enseñárnosla.

- Sí, soy redactora de una revista ortodoxa en Ryazán, la del padre Feofán. Y mi hermana es profesora en la Facultad de Teología del instituto ortodoxo.
- ¿El seminario? -pregunté.
- No, el instituto...
- Ah, ya, es como nosotros. Está el seminario menor para los pequeños, y el seminario mayor ya es enseñanza universitaria.
- Eso, y yo escribo en la revista ortodoxa de Ryazán, la del padre Feofán.

Yo, que soy católico y que de ortodoxia (en el sentido que hablaba mi interlocutora, que quede claro) ando más bien flojo, no había oído hablar del padre Feofán, que debe ser alguien conocido, tal y como hablaba, pero preferí callarme. Ya se sabe que es mejor callar y parecer tonto que hablar y despejar toda duda. Asentí con la cabeza y la señora, en cuanto llegamos a la capilla, habló con su hermana, que estaba allí trajinando, y la verdad es que estuvieron de lo más amable. Basta salir de Moscú para que el porcentaje de gente amable se dispare.

El caso es que Abi, Ro y Ame se lo pasaron la mar de bien tocando la campana de la capilla, mientras la hermana de la señora les enseñaba cómo sacar los distintos tonos. Luego entramos en la minúscula capilla, donde apenas cabíamos los siete; la señora quería contarnos cosas.

- El dueño de estas tierras es creyente ortodoxo. Mandó construir esta capilla, y nosotras venimos a atenderla. Aquí tenemos algunos iconos... vea éste de Jerusalén. Aquí -y señaló un icono- están todos los santos rusos. Y aquí -y señaló otro- los nuevos mártires, los del período de ateísmo de después de la Revolución. Aquí al pie están el zar Nicolás y su familia...

Me acerqué al icono.

- Estará también el patriarca Tijon.
- ¿El patriarca Tijon? -y me miró.
- Y el metropolita Alfor...

La señora se me quedó mirando, pero yo ya estaba embalado.

- Le tengo en aprecio, porque, además de llamarse igual que yo...
- ¿Ah, sí?
- Sí, además de eso, fue metropolita de Krutitskoye, y nosotros vivimos allí bastantes años.
- Aaahhh...

Salimos de la capilla, dimos las gracias a las dos mujeres y nos fuimos al comedor. De camino al mismo, comencé a meditar.

"Ahora que lo pienso, el patriarca Tijon no fue martizado. Pasó en la cárcel bastante tiempo, pero no fue asesinado. Estooo... ahora que lo pienso también, el metropolita de Krutitskoye que fue martizado no se llamaba Alfor, sino Piotr. Y el metropolita Alfor lo fue de San Petersburgo. Al menos, sí que fue martizado. Qué suerte. Bueno, quizá no tanta..."

"Vaya moto que les estaba vendiendo a las señoras. No sé si me la habrán comprado... Eso es lo que pasa cuando tienes ciertas nociones de historia eclesiástica ortodoxa cogidas con alfileres."

Sí, ya lo creo que era mejor callar y parecer tonto que hablar y despejar toda duda.

5 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Madre del Amor Hermoso, Alf, ¿a ti te parece bien liar en sus conocimientos eclesiásticos ortodoxos a estas amables mujeres que tan gentilmente te mostraron la capilla?
Si es que, ains... Menos mal que no se te ocurrió decirles que eras católico apostólico y ferviente creyente, lo mismo me las asustas y todo.
Por cierto el lugar donde está la capilla, precioso, y la capilla en sí debía ser una maravilla.
Besitos

Alfor dijo...

¿Que no se me ocurrió decirles quéeee? ¿Y por qué se tenían que asustar de eso?

Esther Hhhh dijo...

Asustarse no, pero vamos que dada la gran guerra en la que parecen sumidas todas las religiones, lo mismo les incomodaba... Al menos no eran musulmanas.
Besitos

BAR dijo...

Hay de 2...
O de verdad pensaron que eras un tonto y que no sabías naaada.
O se tragaron tu cuento y te creyeron sabio.

Ojalá hayan pensado que eras un ignorante, pues no sería tan bueno de pronto encontrate con alguien que te hable de esas mentiras debido a que la voz se corrió, y tu sepas que eres el culpable de ese mito...

aunque eso debe ser gracioso...

saludos (no te he visto en mi blog!!)

Alfor dijo...

Esther, entre los católicos y los ortodoxos sólo hay dos diferencias: más del 99% de la doctrina es idéntica, o sea, que somos prácticamente la misma cosa.

BAR, yo mismo no tengo claro si tragaron la trola o no. Lo cierto es que yo la dije sin querer. Y sí, por tu blog sí que he pasado.