- Entonce, Irina, ¿usted es turkmena?
- Sí, sí.
- ¿Y de dónde? ¿De Asjabad?
- De Asjabad, sí.
- ¿Y qué tal por allí?
- Ah, muy bien. Todo va perfectamente ¿Conoce usted Turkmenistán?
- Ya me gustaría, ya, pero nunca he tenido ocasión de ir. Lo que sí he tenido son ganas, pero creo que son ustedes bastante estrictos con los visados, así que no es fácil entrar.
- Eso es verdad, sí. Mi madre vive en Rusia, y la última vez no le dieron visado para entrar. Y no crea, que antes también había visado para salir, y no era fácil, no. Yo misma, es de las primeras veces que salgo a Rusia.
- ¿Y por qué lo hacen? ¿No quieren que la gente entre en su país?
- Nuestro país está muy bien, y por lo visto nuestros dirigentes piensan que, si dejan pasar a todo el mundo, mucha gente vendría a Turkmenistán a quedarse.
- Claro, claro... y eso no puede ser.
Yo me quedé mirándola por si lo decía en serio o iba con choteo, y la verdad es que no me quedó claro del todo.
- Por cierto, que tengo otra cuestión - dije.
- Diga.
- ¿Para cuándo podemos esperar una edición del Rujnama en español? La última vez que lo investigué, no había ninguna, y lo tuve que leer en ruso.
- Sí que es verdad que no la hay en español.
- ¿Y por qué no?
- Pues verá, yo creo que es poco probable que se vaya a traducir próximamente, porque quizá sepa usted que el autor murió.
- Lo sé. Saparmurad Turkmenbashí, el padre de los turkmenos.
- Bueno, pues las traducciones del Rujnama, muchas veces, eran regalos de personalidades extranjeras que venían a Turkmenistán a visitarle. Claro, a partir de que muriera, ya no ha habido más regalos, ni más traducciones. En todo el tiempo que gobernó el Turkmenbashí, no hubo nadie que le regalara una traducción del Rujnama al español, y por eso ese libro no existe en su lengua.
- Ya veo ¿Y nadie se plantea traducirlo? El español, al fin y al cabo, es una de las grandes lenguas de la humanidad.
- Claro, claro, pero, después de todo, el Rujnama es un libro en primer lugar para turkmenos. No creo que sea interesante para hispanohablantes.
- Creo que no conoce usted bastante el público hispanohablante. Yo estoy convencido de que la gran mayoría quiere ir al paraíso, y sé perfectamente que la forma más sencilla para ello consiste en leer tres veces el Rujnama, como el Turkmenbashí pidió a Alá. El turkmeno es un idioma poco conocido, y por eso convendría traducirlo al castellano. Oiga, que somos quinientos millones, y subiendo.
Irina no pareció muy convencida. Para mí que no era muy creyente.
La conversación siguió por otros derroteros, Irina me pasó un billete de un sum, que es la moneda de por allí, y yo le pasé uno de diez rublos, que, visto que no había abierta una mísera tienda, de todas maneras no tenía ninguna posibilidad de gastar. Acabó en esto la comida, y tocaba continuar con el congreso, así que salimos a la calle para ir al hotel. Y, enfrente de mí, otra tienda por abrir.
Yo, la verdad, no sé qué van a vender aquí, porque no lo pone, pero parece interesante.
Conflicto Rusia-Ucrania. Actualización mes de octubre
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"Cuánta gente apoya la guerra, y cuántos están en contra? Si bien existen
investigaciones de opinión pública no son confiables porque mucha gente
teme re...
Hace 1 mes
2 comentarios:
Desde luego, ahora me explico por qué en la Unión Soviética se sospechaba del que tenía trato con extranjeros: las malas influencias occidentales existen, y usted es una de ellas.
La pobre mujer seguro que veía stukachí por todas partes.
Beloemigrant, ¡a ver qué haría usted si le sientan al lado de una turkmena! Esas ocasiones se presentan de una en una y cada década.
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