Como debería ser casi evidente para cualquier lector, estoy de vacaciones, con escaso acceso a un teclado desde el cual poder escribir, y mucho menos responder a los comentarios que vayan llegando y que, de todas maneras, Miguel aparte, no dan trabajo alguno.
En la última entrada, algo menos burlona que las anteriores (y de las que, Dios mediante, seguirán), me lamentaba de mi condición de culpable predeterminado y de destinatario del dedo acusador del funcionariado tiranio, mucho más ducho en escurrir el bulto que en agarrar el toro por los cuernos. Y esto, y alguna conversación que ha tenido lugar este verano, me ha traído a la memoria una catequesis que repetía todos los años, en mis tiempos de catequista, que ahora me parecen lejanísimos, pero que, en realidad, se terminaron no hace tantos meses. Ni siquiera años. Y quién sabe si van a proseguir, y cuándo.
El Génesis es el libro más incomprendido de la Biblia, al menos entre los cristianos, porque espero que los judíos lo vean de otra manera. Milenios de filosofía y categorización han culminado en un desprecio de la cultura narrativa del Génesis. Los no religiosos lo ven como una serie de paparruchas creacionistas, y supongo que están ganando la batalla, porque el Génesis, y el relato de la creación en concreto, es un huésped muy raro en homilías y predicaciones varias, y esto no sólo incluye a los catequistas, sino también a los clérigos, coom si tuviéramos vergüenza de creer en que eso que se cuenta ahí fuera histórico.
Sin embargo, a pesar de ser el libro más incomprendido de la Biblia, probablemente también es el más leído. Todos hemos intentado leer la Biblia, ¿verdad? Ateos o creyentes, quien más quien menos tiene una en casa, y desde luego forma parte de la cultura general, y qué menos que comenzar a leerla por el principio, que es precisamente el Génesis. Aquí, y sin una explicación adecuada, uno puede perder las ganas de seguir leyendo. No estamos acostumbrados a la forma de enseñar que tiene el Génesis. Occidente es así, y ha engendrado multitud de científicos y de filósofos que han encontrado un vocabulario abstracto que, en tiempos de la redacción del Génesis, simplemente no estaba disponible. Uno se da cuenta de esto cuando es catequista de africanos y éstos captan el sentido del relato muchísimo mejor que los europeos, que esperamos que nos hablen en términos generales, en lugar de hacer lo que hace el Génesis, que nos cuenta una historia y espera que seamos nosotros los que encontremos los términos generales que se adecúen mejor a nuestra cultura.
Para mí, el fragmento estrella es el capítulo tercero y, dentro de él, el siguiente fragmento:
La mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir sabiduría. Tomó, pues, de su fruto y comió; dio también de él a su marido, que estaba junto a ella, y él también comió. Entonces se abrieron sus ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos taparrabos.
Oyeron después los pasos del Señor Dios, que se paseaba por el jardín a la brisa de la tarde, y el hombre y su mujer se escondieron de su vista entre los árboles del jardín. Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?". Y éste respondió: "Oí tus pasos por el jardín, me entró miedo porque estaba desnudo, y me escondí". El Señor Dios prosiguió: "¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo? ¿No habrás comido del árbol del que te prohibí comer?". El hombre respondió: "La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol y comí". El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Qué es lo que has hecho?. Y la mujer respondió: "La serpiente me engañó y comí".
Todo el texto no tiene desperdicio, pero estos dos párrafos debieran ser de aparición obligatoria en todos los cursos de capacitación de mandos, sean cristianos o no. Es el momento crucial en que se rompe la armonía de la creación y el hombre desobedece a Dios y se aleja de Él; pero, en este contexto, lo verdaderamente interesante es la reacción de Adán. Es el colmo de la desfachatez. Lo primero que hace nada más pecar es sentir vergüenza, que es lo que nos pasa a todos los que tenemos conciencia de pecado (y pecamos, que ésos somos todos). Hasta ahí, es una consecuencia inevitable del hecho mismo de pecar, que es totalmente natural, y que la modernidad se esfuerza en modelar de otra manera para alejar del hombre la conciencia de pecado. Pero eso es otra guerra, y no viene ahora mismo al caso.
Al caso viene lo segundo que hace Adán: buscar un culpable. El hombre respondió: "La mujer que tú me diste por compañera me dio del árbol y comí". ¿Yo? ¡Noooooo! Yo hice lo que dijo mi mujer. Es más, Adán insinúa que es Dios, el mismo que está a puntito de echarle la bronca padre y muy Señor mío (strictu sensu), el que no es totalmente inocente del asuntillo. La mujer que TÚ, DIOS, me diste por compañera. Delicioso. No sólo la pifia, sino que desvía la culpa a su mujer y al mismísimo Dios. Tranqui, colega, la sociedad es la culpable.
En resumidas cuentas, buscar un culpable es tan antiguo como la Humanidad misma, y por eso no acabo de entender a quienes dudan de la historicidad del Génesis. No es sólo que sea histórico, sino que lo que sucede allí pasa entre nosotros a diario, y lo que nos queda por ver.
Y, si no, ahí tenemos a la flor y nata del funcionariado tiranio, que, con o sin pecado original, primero buscan al culpable y luego ya pueden venir pecados, ya, que tenemos a quien endilgárselos.
Pero, hecho este excurso, y alguno que vendrá por añadidura y porque estoy algo alejado de mis archivos, toca volver al desfile de moda y comprobar qué sucedió en tan magno evento, eje fundamental de las relaciones entre el Tiranistán y la Federación Rusa, ese país que los funcionarios rusos (que no saben bastante español, pero creen que sí) se empeñan en denominar en español como Federación de Rusia, por muy pésimamente que suene. Seguro que el lector informado conoce el porqué de las pajas mentales que se hacen los rusos en este punto.
Conflicto Rusia-Ucrania. Actualización mes de octubre
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Hace 1 mes
3 comentarios:
Pues yo me confieso culpable, que quería comentar con más asiduidad y el espíritu nomada de estos dias no proporciona los medios tecnológicos para hacerlo con facilidad. Incidentalmente estoy leyendo una historia de la 1a Guerra Mundial y aquello es un festival de decisiones desacertadas y de busquedas de a quien cargarle el mochuelo del consiguiente desastre.
Pues yo me considero culpable, ya que hace varios días que quería responder y hasta ahora no he podido -aunque lo he intentado dos veces desde dispositivos móviles: creo que soy un robot porque me ha sido imposible: me he vuelto lelo intentando entrar las palabras claves-.
Como sé que le gusta conocerlo, llegué al "soldado Fanfarrón" en 2008 a través de la página -tristemente ya desaparecida- "Soviet Russia" del Sr. Xavi en Omsk -y a él llegué por una entrada histórica sobre la batalla de Jaljin Gol (1938) entre soviéticos y japoneses. Y a través de Usted, al Capitán Achab -que deseo que le vaya bien de abogado en Vigo- al Sr. Al'bert residente en Chukota Schmidta -creo recordar- y su página "Curiosidades de Rusia y otros lugares" - descacharrante a la par de real, saludos si lee este comentario- y finalmente a Miguel de Rusadas, del cual sigo su serie veraniega con afición.
No es que tenga un especial interés en Rusia, pero algo sí que quiero conocer por tener un poco de cultura. Es por ello que agradezco sus páginas pero entre ellas destacan las que dedicó al monasterio de Tver y las de museos, exposiciones y pintores.
En cuanto esta entrada tambíen se la agradezco: yo leía el Génesis como un alegoría de la Creación, pero veo por la entrada de hoy que ni con Notarío al lado habría quedado mejor reflejada la naturaleza humana.
Saludos, y buenas vacaciones.
Wahrsagen, muy interesante. La verdad es que, de todos los blogueros que menciona, al único que conozco cara a cara es al señor Xavi, que, eso sí, ya no es de Omsk (aunque creo que le gusta seguir presumiendo de siberiano). A los demás los aprecio mucho, y así siguen en la barra de la derecha.
Lo de las palabras clave estoy por quitarlo, esperando no ser invadido por robots.
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