Una de las cosas que he podido hacer estos días en Moscú ha sido acompañar a mi hija mayor, Abi, a la escuela de música donde estudia violín. Es una de las cosas buenas que tiene Moscú: que la cultura musical no tiene parangón con prácticamente cualquier otra ciudad del mundo. Y, así, las escuelas de música proliferan y están tiradas de precio a base de subvención. Eso es gastar correctamente los ingresos que vienen del petróleo, sí, señor. Sin embargo, no todo el mundo tiene vocación musical. A nosotros, de los tres, nos ha destacado solamente la primera, Abi.
Además de la asignatura de instrumento, violín en este caso, está la de solfeo y la de cultura musical, llamada expresivamente "Musliteratura", donde a los alumnos les hacen estudiar asuntillos de la biografía de los grandes genios musicales. A Abi, esta asignatura le encanta, y yo creo que una parte es porque sospecha que sabe más que yo sobre el asunto, aunque a veces se lleva alguna sorpresa.
- ¿Cuándo tienes el examen? - le pregunté, yendo de camino.
- Mañana. Tengo que repasar.
- ¿Y de qué es el examen?
- De Modest Petróvich - dijo con suficiencia-. Seguro que no sabes quién es.
La miré con una sonrisita.
- Mússorgsky.
Abi abrió la boca un poco.
- Anda, pues sí.
Supongo que son las ventajas de documentarse correctamente cuando uno escribe en las entradas de la bitácora de uno.
- ¿Y qué os cuentan sobre... Modest Petróvich?
- Bueno, pues que era funcionario.
- Enchufadillo, en realidad ¿Y os cuentan que murió bastante joven, con cuarenta y dos años?
- Bueno, sí, parece que estaba mal de salud.
- Lo que pasa es que era más borracho que una esponja.
- ¡No!
- ¡Sí!
- ¡No!
- Que sí. Otra cosa es que no os lo cuenten. Los rusos son así. Hacen como que desconocen el lado oscuro de sus famosos. Pero bueno, no hace falta que cuentes esto en el examen de mañana. Déjales con la ilusión.
Y así es. Lo del culto a la personalidad en Rusia se da a cualquier escala. En uno de mis primeros meses por Moscú aparecí por Gorki Leninskie, la residencia de Lenin, donde pasó sus últimos meses y donde hay una casa-museo dedicada a su persona. Para las cuidadoras del museo, Lenin era una especie de santo sin pecado alguno.
- Aquí ya se trasegaría algún vodka, ¿no?
Las cuidadoras fruncían en ceño, te miraban con desprecio y decían displicentemente: "Lenin no bebía." Vale. Y la sífilis de resultas de la cual murió la debió contraer pescando carpas.
En cuanto a Abi, apura sus últimas semanas en Moscú y planea llevarse todo el material que pueda. Yo no estoy por allí, lamentablemente, así que quien me informa de sus progresos es su madre, Alfina.
- Mamá, necesito que me busques una cosa, que yo no lo sé buscar en Internet.
- Vale, ¿qué es lo que necesitas?
- La tocata y fuga en re menor de Bach.
- Pero, ¿no habíamos quedado que íbamos al sitio de las notas y que antes de irnos íbamos a comprar de todo?
- Si, pero es que no lo toca nadie, y no lo publican.
- ¿No lo toca nadie? Pero tú lo vas a tocar...
- Si, es que yo soy antisistema...
Ya saben los del 15-M. Lo realmente antisistema es la tocata y fuga en re menor de Bach. Que lo sepan.
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